Capítulo Cinco

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~ Mes después ~

La lluvia nunca era un buen acompañante, sí cuando quieres que tus lágrimas se confundan con las del cielo. Pero Louis llevaba media hora caminando hasta su destino, ojeando el periódico una y otra vez para estar seguro que la dirección no era la equivocada.

—Estoy segura que queda a unas cuadras más —le indicó con una sonrisa. Louis asintió, acurrucándose en su enorme abrigo de lana y envidiando a la beta frente a él con un paraguas en sus manos y un niño dormido entre sus brazos.

—Gracias —le susurró. Ella sonrió y alejó con unos ojos azules siguiendo sus movimientos, preguntándose cuántos años tenía el niño dormido en su hombro y si ya la llamaba 'mamá'.

Mordió su labio, la manía que había adquirido desde hacía semanas para volver a la realidad. Y siguió bajo la fuerte lluvia que no parecía tener intención de parar, no piedad para el tembloroso omega que seguía en busca del trabajo que estaba escrito en el húmedo periódico, a nada de deshacerse en sus dedos.

—Mierda —gimió cuando sus rodillas impactaron con fuerza contra el pavimento. Logro encontrar una piedra a su lado cuando se sentó en la acera,

rodando los ojos y tomándola en sus manos para guardarla en uno de los bolsillos de su chaqueta—. Lo que faltaba... —Su rodilla sangraba y la frustración lo invadió con un nudo en su garganta y ganas de llorar en sus ojos, lo mismo que sentía cada vez que le pasaba algo tan simple como caerse y no lograr lo que quería.

Se había vuelto la persona más sensible sobre la tierra.

Se levantó con quejidos y con una mueca sobre sus labios, cojeando y apretando el periódico sobre su pecho. Había dejado de ver las casas a punto de caer, las malas caras y las calles dañadas desde hacía media hora y no iba a rendirse por el dolor en una de sus rodillas, porque realmente necesitaba un trabajo que no consistiera en vender cosas en las autopistas.

Había sabido que no iba a ser fácil llegar, ya que la dirección le fue desconocida hasta que comenzó su camino. No había desayunado porque sabía que no hubiera llegado a tiempo a la casa que ofrecía el trabajo de haberlo hecho.

Una mirada más al periódico y la casa lujosa estaba frente a sus ojos, diciéndole que tan solo las flores en el jardín delantero valían más que todo lo que llevaba con él.

Su dedo tembló cuando tocó el timbre, sosteniéndose de la pared cuando el dolor de su mejilla le volvió a saludar. A la cuarta tocada de timbre, ya se encontraba sentado en los pasamanos de las escaleras frente a la puerta, sus ojos a nada de cerrarse por el sueño.

Ni siquiera sintió cuando unos ojos verdes lo analizaron.

—Disculpa —Tembló y se levantó del pasamanos como un resorte, mirando con pánico al hombre frente a él—, ¿estás esperando a alguien?

Bajo los ojos, el dolor de todo su cuerpo no se sintió. Sus pálidas mejillas tomaron el color que había perdido desde semanas atrás y sus dedos olvidaron su funcionamiento mientras miraba al alfa frente a él.

—Yo... —Miró sus dedos, al periódico casi desecho y lo estiró hacia él—.

Estoy... Vi la...la propuesta de trabajo en el periódico y...

Él no se tomó la molestia de ver el periódico. Parecía enojado y a la vez triste, pero Louis no podía dejar de mirar el verde en sus ojos y sus ojeras debajo de estos, que lo hacían lucir tan triste.

—Lo siento —interrumpió enseguida y negó, sus rizos húmedos sacudiéndose—, ya no estam-... Hablé con el periódico para que sacaran el artículo, porque ya no busco a empleados.

Never be the sameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora