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𝟏𝟖:𝟓𝟔 𝐩𝐦

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𝟏𝟖:𝟓𝟔 𝐩𝐦. 𝐀𝐫𝐠𝐞𝐧𝐭𝐢𝐧𝐚, 𝐑𝐨𝐬𝐚𝐫𝐢𝐨.

— Martina Gutiérrez — musité, el portero buscó en la pequeña lista que sostenía sobre sus manos, repasando los nombres con el dedo indice, hasta llegar al mío. me dió una sonrisa y pidió que abrieran el portón para que pueda pasar.

— adelante — asentí dándole las gracias, y me dispuse a estacionar el auto, por lo que vi era una de las primeras. el auto de lauta, licha, messi y paulo eran los únicos que se encontraban ahí. después de dejarlo y tomar mi bolso cerré la puerta poniéndole la alarma, era un poco difícil caminar con esos tacones, pero lo disimulaba bastante bien. llegué a la puerta gigante y me paré sobre el umbral, toqué el timbre y me quedé esperando, la cara de un de paul un poco entonado me recibió.

— ¡ehh loquita! — me abrazó sin que me lo esperara, solté una risa ante aquel impulso.

— ¿como andas? tanto tiempo — le dije sobándole la espalda, me soltó para poder mirarme y volver a sonreír.

— bien boluda, ¿hace cuanto no venías a vernos? el otro día hablábamos de eso licha— se movió para que pudiera pasar, pero sin terminar con la charla.

— estuve afuera del país boludo, si un montón de veces le pregunté a lauta en donde iban a estar así pasaba a saludarlos, pero nunca coincidíamos, me iba para inglaterra y ustedes estaban en el predio, o yo volvía para acá y ustedes se iban a la mierda — ambos reímos por aquello que dije, empecé a caminar hacia la sala, rodri iba por delante.

— pasá pasá, leo está afuera con el dibu y acá en el living estamos todos, bueno, los que vinimos hasta ahora no — ¿el dibu? si el auto no estaba— algunos vinieron acompañados, paulo lo trajo al dibu y lauta lo trajo al cuti. — respondió casi al instante como si hubiera escuchado mi pensamiento.

pasé a la sala recibiendo la mirada de los presentes.

— ¡mar! — paulo se levantó y me abrazó, contento de poder verme, igual que yo a él— hace un montón no te vemos, ¿qué onda el laburo?

— bien boludo, por suerte bien, hoy pude venir porque coincide mi agenda de trabajo, porque si no ni estaría en el país— me reí, al igual que el— ¿qué onda ori? ¿como anda?

— bien, en casa, estamos bien por suerte, la otra vuelta estaba buscando anillos — me señala su dedo, como si la declaración no hubiera sido lo suficientemente obvia. mis cejas se levantaron por inercia y en mi boca se pintó una gran sonrisa.

— no me contaste nada hijo de puta— le pegué un mini codazo en el brazo — ¿cuando se lo vas a pedir?

— todavía no se — suspiró— con todo el tema de los partidos, y lo cerca que estamos del mundial se me complica un montón, todavía no se cuándo.

𝙥𝙧𝙤𝙝𝙞𝙗𝙞𝙙𝙤 || 𝙚𝙣𝙯𝙤 𝙛𝙚𝙧𝙣𝙖́𝙣𝙙𝙚𝙯. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora