Capitulo 1.

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Scarlet se miró por décima vez en el espejo, se recorrió con la mirada de arriba a bajo y suspiro resignada, nunca la había importado como se veía, ¿Por que hoy si?

Bueno, tal vez porque era su cumpleaños, o simplemente deseaba encontrarse con su nuevo vecino y causar una buena impresión, pero se dio cuenta enseguida de lo absurdo que era.

Miro la nota que había pegado su madre en el cristal: "Feliz cumpleaños mi vida, te quiero. Mamá". La acarició con los dedos mientras sonreía, siempre le había gustado la letra de su madre. Volvió a mirarse una vez más, pensó que tal vez podía hacer algo con su pelo, siempre lo llevaba suelto, así que intentó recogerlo, pero eso tampoco funcionaba.

Dándose por vencida se alejo de su reflejo, iba a llegar tarde así que ya no había vuelta atras, se puso su abrigo rojo y salió de su habitación, hoy seria su primer día con diecinueve años, y aun que sabia que no iba a ser nada especial no podía evitar estar emocionada.

Bajo las escaleras y estas chiriaron con cada paso, aveces incluso se asustaba, pensaba que algún día esa casa vieja se le caería encima. Había intentado convencer a su madre para que se mudaran a la ciudad, pero ella siempre decía lo mismo, que no podían dejar a su abuela sola en ese pueblo, y tenia razón, pero anhelaba tanto salir de allí.

Vivían en Allgood, un pequeño pueblo de Alabama de unos 693 habitantes en el condado de Blount, Scarlet había nacido y crecido allí, pero naturalmente, como toda joven, quería ver mundo, explorar y descubrir, y ese pueblo no le ofrecía aquellas oportunidades.

A esas horas su madre estaría en el hospital, era médico, así que no se despidió de nadie y salió, nada mas pisar el porche no pudo evitar observar la casa de al lado.

Llevaba años abandonada, pero en muy buen estado, su dueño, como muchos otros, se fueron a la ciudad y la dejó en venta, después de cinco años una familia la compró. Curiosa, se sentó en el porche el día de la mudanza, y de pronto apareció un hombre bastante atractivo, pero joven, no lo había visto nunca y obviamente la intrigaba, desde entonces no veía la hora de encontrarse con el.

El viento le sacudió el pelo trayéndola de nuevo a la realidad, se había quedado perdida mirando aquella casa, cualquiera que la viera a saber que pensaría, así que rapidamente se coloco la capucha roja de su abrigo y se dispuso ha andar, iba a llegar tarde a su trabajo.

Cuando entró a la cafetería la campana sonó con su llegada, y el olor a pasteles y café la inundó. Se dirigió enseguida a la zona de trabajadores colgando su abrigo en el perchero, se puso el delantal y salió dispuesta a un día mas en el trabajo.

- Hola Jerry.- Saludo al ver a su jefe detrás de la barra.

El le dedicó una dulce y sincera sonrisa.

- Muy buenos días Scarlet, ¿Como está tu abuela?

Ella camino hasta su lado para dirigirse a la ventanilla que daba a la cocina, donde Jane, la cocinera, se encontraba muy ocupada preparando unas tortitas.

- Bien, aún que siempre se esta quejando por el dolor de espalda, pero en realidad está tan fuerte como un toro.- Agarró el pedido de la mesa cinco.- Luego iré a visitarla, ¿Quieres que la de algún mensaje?

- Solo saludala de mi parte y dile que algún día de estos la visitare.

- Claro, ¿Estará lista la tarta para esta tarde?

Cada jueves a las cinco, cuando salía de trabajar, visitaba a su abuela, y hoy, al ser su cumpleaños decidió llevarla su tarta favorita, tarta de manzana.

-Por supuesto, por cierto, feliz cumpleaños.

- Gracias Jerry.

Scarlet le sonrió mientras se dirigía a la mesa correspondiente con el pedido, le dejo al Sheriff un plato enfrente suya junto con un café.

La luna escarlata. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora