Capitulo 10.

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Tom siguió el rastro de sangre, no era fresca, habían pasado como dos días seguramente, pero era la primera pista que tenía.

Prometió a Megan y a su madre acabar con ellos, no dejar que la historia se repitiera, y mucho menos que acabara con el mismo final. Solo había vuelto a Allgood por una razón, y no se iba a ir sin conseguir su objetivo.

Cinco días antes había colocado trampas para osos en zonas estratégicas, cerca del río y cerca del claro, donde los ciervos solían reunirse, así si los lobos tenían sed o hambre podían caer en una de ellas, y efectivamente así paso.

Cuando llego al claro no había nada, ni cuerpo, ni pelaje, todo se había perdido entre la espesura del bosque, lo cual le extraño. Pero había sangre, eso era buena señal, y algo le decía que andaba por buen camino.

Gabriel no salió de su habitación en toda la mañana. Cuando alguien moría de la manada una parte de él se iba, y eso dolía mil demonios. Sentía el dolor de cada uno de los suyos, como un puñal ardiendo en su pecho.
Victoria y Eric subían de vez en cuando para ver cómo estaba, sabían por lo que estaba pasando, y decidieron darle su espacio, le traían algo de comida, pero está seguía intacta en el escritorio, solo con olerla le producía arcadas. No tenía apetito, bueno uno si, el de venganza.

Mientras a unos pocos metros, justo enfrente, Scarlett se encontraba con Mery, ambas tumbadas en su cama mirando el techo de madera.

- Lo siento mucho Rose.

- Si pretendes que te perdone no me llames Rose.

Compartieron una sonrisa cómplice.

- En serio lo siento, debí haberme ido contigo cuando no querías seguir en la fiesta, pero..

- Pero Mark estaba en la fiesta y querías estar con él.- Continuó Scarlett.- Tranquila, ya te he dicho que no pasa nada, lo siento yo también, fue egoísta de mi parte no pensar que tú querías divertirte.

- No no, no hay nada que perdonarte, olvidemos lo que ha pasado. ¡Se acabaron las fiestas!

- Ojalá sea verdad, pero sabes que eso es mentira.

Y ambas soltaron una carcajada, que incluso Gabriel la escucho, haciendo que se le erizase la piel al distingir la risa de ella. No podía permanecer más en esa habitación, se iba a volver loco, y su vecina era lo último en lo que quería pensar. Así que como un rayo, salió de casa, dirigiéndose a las profundidades del bosque.

- Tengo que contarte algo.- Dijo Scarlett seriamente.

Mery, por la cara de y el tono en el que dijo esa frase, supo enseguida que era algo grave.

- Soy todo oídos.

Cogió aire y le contó todo lo que sabía, sus encuentros con el lobo, el hombre misterioso que apareció una mañana en su casa, la conversación que oyó con su madre y el sheriff, la actitud extraña de su abuela..

Corría el riesgo de que su mejor amiga la tomara por paranoica o dramática, pero había algo que no la cuadraba, tanto misterio creado de pronto la quitaba el sueño, sabía que su madre y su abuela la ocultaban algo, y quería descubrirlo.

- A ver, no te voy a negar que es un poco raro todo lo que me has contado, sobre todo lo del lobo, aun no me explico cómo sigues viva.- Confesó su amiga.- Pero ¿Cómo puedes volver al bosque después de eso? Y lo de tu madre.... tiene que tener una explicación ¿No?

- ¡Por eso mismo!.- Exclamó Scarlett mientras iba y venía por su habitación.- Hay algo que no tiene sentido y quiero saber el qué y el porqué.

- ¿Y si le estás dando una importancia que no tiene? ¿Y si luego resulta que no hay nada de que preocuparse? Que seguramente acabe siendo eso...

- ¡¿Pero y si lo hay?! Mery un hombre al que no he visto en mi vida aparece en mi casa preguntando por mí y diciendo que no va a dejar que la historia se repita, y luego mi madre y mi abuela me siguen ocultando cosas, cuando sabes que nunca hemos sido de guardar secretos.

Ambas se quedaron en silencio unos minutos, había comenzado a llover y la lluvia golpeaba la ventana con mucha fuerza y el viento hacia que la casa crujiese.

- Pues vamos a averiguar qué es lo que está pasando.- Sentenció Mery.

Correr debajo de la lluvia era lo único que le aliviaba en esos momentos, la tierra húmeda, el olor de los pinos y abetos mojados, el sonido de los truenos, el aire en su pelaje. Era lo que más le hacía sentir vivo, sobre todo en un día como hoy, en el que iban a enterrar a uno de los suyos.

Los funerales eran ceremonias muy especiales para los lobos, mostraban su respeto y juraban venganza cuando no se trataba de una muerte natural.
Ellos intentaban vivir en paz, se alejaban del mundo humano para no entrometerlos en algo tan complicado, pero lo humanos no les dejaban, siempre tenían que andar indagando, metiendo sus narices donde no debían y haciéndoles daño.

Salio de lo más profundo de su garganta un gruñido, y en un salto se transformó en su forma humana apareciendo en el río.
Allí estaban todos.
El frío apenas les hacía mella en su piel desnuda, solo sentían tristeza, horror y rabia.

Luke aparecía de entre la espesura del bosque, colocándose en medio del círculo, junto al cuerpo de uno de los suyos.

- Hoy despedimos a un hermano. Uno que dio la vida por nosotros, que cumplió con su palabra de lealtad y familia unida, cumplió con su deber como hijo, hermano y padre. Hoy te mostramos nuestro respeto, y juramos vengarte, hacerte honor y jamás olvidarte.

- Lo juramos.- Dijeron todos al unísono.

Cada uno de los miembros hincó una rodilla, bajo la cabeza y dejó un ramillete de lavanda en el suelo.

Y en ese momento se despidieron de verdad, los ojos de cada miembro volvieron a su forma lobuna, ullando para honrarle.

Vieron como el cuerpo se alejaba río abajo, envuelto en una manta blanca, volviendo a dónde pertenecía, con la madre naturaleza.

Y en ese momento Gabriel también se hizo un juramento a sí mismo, no podía soportar el dolor, culpó a los humanos y decidió alejare de ellos, y eso incluida a Scarlett. Era lo mejor para él, para su manada y para ella.

La luna escarlata. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora