En una sociedad dónde los héroes solo buscan fama y fortuna, ignorando el sufrimiento escondido de las personas, un joven chico decide convertirse en ese héroe de esperanza para la sociedad.
No sé esperaba que su simple existencia comience a sacar...
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Su vista estaba fija del otro lado de la ventana, mirando como el paisaje se movía mientras el vehículo avanzaba. Las luces de los faroles iluminaba su rostro tranquilo, mientras la noche cubría las calles de una forma casi melancólica. Supo que estaban entrando en el campus de la escuela cuando su padre se desvío en la dirección de estacionamiento para los profesores. Aún en un lúgubre silencio el auto se estacionó en el lugar indicado, y el chico no pudo evitar suspirar antes de desabrochar su cinturón, dispuesto a salir del vehículo, no obstante sus movimientos se frenaron al sentir una cálida mano sostener la suya sobre el cinturón.
- Megumi.
El chico se volteo para ver a su padre, notando como este lucía algo afligido, mientras parecía buscar las palabras correctas para tomar la conversación.
- Hijo, yo.. - Shota dudó un momento en que decir. - Sé por lo que estás pasando y-
- Papá. - el chico lo interrumpió. - ¿Puedo decirte algo?
Los azabaches ojos del mayor se abrieron un poco por la sorpresa y rápidamente asintió.
- Claro que sí, mí sol.
El menor asintió, bajando un momento la mirada a sus manos antes de suspirar, como si las palabras le pesaran mucho para salir de sus labios, como si estuviera cargando con un peso que no debería, una culpa que no tendría que tener. Y bajo la mirada de Shota, por un momento sintió que su hijo lucía mucho mayor de lo que realmente era.
- Lo lamento mucho. - murmuró bajito.
- ¿Qué lamentas, exactamente? - Shota no entendía qué le sucedía.
Megumi se obligó a alzar la mirada para poder ver a su padre a los ojos, luciendo mucho más cansado que antes, pero de cierta forma decidido a decir lo que albergaba en su corazón.
- Yo no he sido un buen hijo. - sus palabras se clavaron como puñales en el corazón del hombre frente suyo. - Te he causado muchos problemas, y te he decepcionado muchas veces en estos meses. - sus labios se volvieron finos al decir eso. - Así que me disculpo por eso.
- Megumi, tu no tienes que... - volvió a ser interrumpido.
- ¡Aún así! - alzó un poco su voz, cerrando sus ojos por un momento y apretando sus manos. - Yo soy de esta forma, padre. Siempre he sido así, siempre he actuado de acuerdo a como lo crea correcto y siempre he tenido mí propio pensamiento crítico. - sonaba decidido, por lo que abrió nuevamente sus ojos para verlo de frente. - He hecho todo lo que tuve que hacer para sobrevivir, y lo seguiré haciendo si creo que es lo correcto. Tengo hábitos y malos hábitos que debo cambiar, lo sé, y sé que lo haré aunque tomé su tiempo. Pero aún así, este soy yo. - Un nudo se instaló en su garganta. - Este es el verdadero yo, papá, y nada va a cambiar lo que soy... Todas las cosas por las que he pasado me convirtieron en lo que soy hoy en día, y si a ti no te gusta, o me odias... Entonces creo que no deberíamos forzarnos a estar.. - está vez fue interrumpido por su padre.
