4. Forastero

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Una vez, en el regimiento durante la guerra, Jungkook se quedó dormido en el suelo mientras le pasaba suero a un enfermo.

Despertó consternado, perdido por el ensordecedor ruido de una granada explotando a pocos metros de él. Primero una, luego otra y aún su cerebro no procesaba si se trataba de la realidad o simplemente una pesadilla más de las que lo acosaban siempre.

Luego del ruido, un silencio ensordecedor.

Voló con la fuerza de la explosión, como si no hubiese gravedad en la tierra que lo llevara al suelo, solo para hacerlo chocar con la falsa pared de plástico del campamento.

Todo era lento y callado, luego del gran estruendo.

Eso es lo más cercano que tenía para explicar cómo se había sentido al tocar la roca, y aun así se quedaba corto.

Abrió los ojos pesadamente mientras respiraba agitado aun con la espalda tendida en el suelo. Su ropa desordenada y su cabello lleno de polvo, le hacían ver como si hubiese sido aplastado por un tornado y arrastrado por medio planeta tierra.
Olía a tierra húmeda, más que hace un rato atrás.

Abrió los ojos y observó el cielo azul, despejado como si jamás nunca hubiese habido una nube en él. ¿Acaso no estaba nublado recién? ¿Cuánto tiempo estuvo dormido?

Se dio cuenta que yacía tirado sobre la manta que hace un rato cubría sus hombros. Se tocó la cabeza, la cara y aun mareado se levantó para ver alrededor.

Eran las mismas rocas, el mismo lugar, pero con quizás uno o dos árboles diferentes.

Se asustó y corrió desesperado hacia el coche que lo había trasladado recién. Tan desesperado estaba que dejó ahí mismo el chal y la mascada que había ido a buscar.

Pero, no estaba por ningún lado.

–¿Qué? – musitó hacia dentro.

Sin entenderlo, continuó caminando en busca del vehículo, creyendo que quizás lo había dejado más abajo en la colina, pero era todo diferente. No había camino que seguir y definitivamente ningún coche había transitado por el lugar.

La vegetación era más larga, más tupida y de pronto ¡BAM! un disparo.

Automáticamente se agachó y se cubrió los oídos con ambas manos mientras apretaba los ojos.

Oyó ramas rompiéndose cerca. Observó a todos lados para identificar de donde venían, pero eran dos puntos diferentes ¿Se acercaban? ¿Se alejaban? ¿Lo estaban siguiendo a él?

Entonces lo vio. Chaquetas azules como las de los libros de historia, corrían con unos rifles tan largos como las piernas de quienes los llevaban. Iban a toda prisa detrás de algo o alguien.

Cuando enfrentas algo imposible, el lado racional de tu mente intenta encontrar la lógica. Tal vez, había tropezado con alguna compañía de filmación y estaban grabando una película, o la roca gigante le cayó encima, se golpeó la cabeza y está a punto de morir.

Pero lo que sintió al tropezarse y caer rodando por una cuesta de 6 metros golpeándose todo el cuerpo, le hizo saber que ese dolor era real. Lo que vivía en ese entonces era su realidad.

Se quejó silenciosamente y se reincorporó lleno de tierra.

Divisó un hombre sucio y desmarañado detenerse y girarse para con un arma arremeter contra los chaquetas azules.

Entonces lo vieron y le lanzaron un disparo, y supo que no había razón para que un actor le disparara a alguien que no tenía nada que ver con la filmación.

Danza bajo la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora