Danza bajo la luna

9. Castle Leoch

Después de unos días, el joven había recibido la invitación oficial al evento que mencionó Geillis.

Las gaitas se oían y resonaban por todas las paredes de Castle Leoch.

Jungkook intentó vestirse lo mejor que pudo para mantener las apariencias que necesitaba y no estar en boca de todos en el lugar.

Para el momento en que apareció el Amo Cole en el gran salón del comedor y luego de haber pasado una semana observándolo, el joven había dado con el diagnóstico que le hacía permanecer en esas condiciones.

Su nombre científico era Síndrome de Toulouse-Lautrec. Así nombrada por el enfermo más famoso y que todavía no existía, se recordó.

Era una enfermedad degenerativa de los huesos y los tejidos.

Lautrec, murió a los 38 años. Dado el estado de la medicina en el siglo XVIII, Cole Ko, vivía seguramente a tiempo prestado.

Jungkook encontró a Geillis entre la multitud del lugar. La saludó amablemente y sin siquiera preguntarle, se ubicó a su lado para permanecer con alguien con quien se sintiera cómodo.

La muchacha era bastante hermosa a decir verdad.

Tenía una mirada tierna que le hacía brillar los ojos todo el tiempo. Una piel blanca como la nieve y un cabello rojizo, largo y transado que casi le cubría hasta el trasero.

Al igual que el día en que la conoció, llevaba un vestido apretado, con un corsé que le hacía ver la cintura como un reloj de arena.

Parecía de porcelana. Muy hermosa y delicada para esa época.

En un momento de la fiesta, se hizo un espacio entre la gente, haciendo un pasillo desde la entrada del salón y el sillón del Amo.

De la nada aparecieron dos hombres de unos sesenta y tantos, que finalmente se detuvieron al pie del sillón.

Jeon no entendía absolutamente nada de lo que hablaban, puesto que el idioma era escocés y en el futuro, era casi nulo lo que se utilizaba.

Geillis se acercó a su oído, afirmando una mano en el hombro y le susurró.

-Están discutiendo acerca de una vaca. - rio.

-¿Eso es lo que hacen aquí entonces? - le miró - ¿plantean problemas del pueblo?

La joven asintió.

De pronto el Amo dijo algo que hizo a todos reír, menos a ella quien no entendió nada. Y a pesar de que Geillis rio, reconoció que no entendió nada de lo que pronunció. Al parecer su escocés no es tan bueno tampoco.

Así continuaron pasando, uno tras otro.

Algunos discutían acerca de propiedades, otros discutían sobre trigo. Hasta incluso una gallina.

Pero nadie se esperaba lo que venía, ni el motivo por el cual lo hacía.

Un hombre mayor, con mala apariencia. Se notaba obrero. Cabello sucio, manos ásperas y dientes amarillos. Ingresó al salón con una joven señorita a la arrastra.

La chica debió tener no más de dieciocho o diecinueve años. Cabello rubio y rizado. Sus dientes eran grandes y un gran busto que casi explotaba los cordones de su corsé.

Lloraba.

El hombre le reclamaba molesto algo al Amo, el cual le miraba con el ceño fruncido, oyendo atento.

-Su padre la acusa de comportamientos pecaminosos y desea que el Amo Ko, la castigue por desobediencia.

Todos guardaron silencio hasta que el Amo dio su veredicto.