La estacion de radio

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 Jade estaba preparada para volver a la acción después de aquellos días de miedo y satisfacción, como una rata al escapar de un feroz felino, así mismo antes de salir escucho una discusión sobre unos impuestos que no se estaban pagando bien a los nobles ni a las generales, pero aún así Jade espero para salir. Al salir no fue para nada una frívola ni mucho menos una ignorante, tenia en mente sus ideas bastante frescas, ella si recuerdan el detalle si no yo se los recordare, ella solo esta vestida con una tanga que es su short, ni siquiera tiene un top o brasier, su grasa se ah sido útil a no morir de frio, vaya ironía, lo mismo que la desvistió es lo que la cubre ahora, su gordura. Caminando con algo de dificultad acostumbrándose a su nuevo cuerpo sabia lo que debía hacer, primero necesitaba   encontrar ropa de su talla e ir a un lugar suficientemente alto para visualizar la localización de la torre de radio, pensó así que la mejor idea era ir al mall de la ciudad si esta tenia uno claro... Pero recordó que su hermana menciono que estaba en uno junto a su novio en una de sus llamadas que antes eran habituales así que sintió la obligación de ir al lugar, primero sus sentimientos la ligaban y segundo: allí podría obtener ropa de tallas grandes de forma segura además, desde el tejado podría ver toda la ciudad. Así mismo se adentro en los barrios comunitarios de la ciudad, el ambiente era muy frio y sentía ser observada pero muchos de los hogares estaban abandonados, si es que se le pueden llamar hogares aun. Veía carros abandonados en una condición mas que perfecta aun con cosas dentro, era demasiada extraña la situación, eran muchas las preguntas que aun seguían en la cabeza de nuestra joven Jade, entre neblina seguía caminando sintiendo el frio que secaba el sudor que su cuerpo daba de entre sus lonjas y donde su carne no dejaba el aire pasar. Al terminar aquellas tétricas casas cual eran entremetidas con grandes cantidades de asfalto entre ellas, calles bastante anchas., Jade se encontró contra unas escaleras eléctricas al final de todo, para subir donde ya se veían ventanas y concreto ósea edificios de la ciudad principal, era un alivio cómico para ella, aunque ese alivio se fue al instante que se dio cuenta que estaban varadas, sin moverse, como escaleras comunes y corrientes. Jade entonces camino a un costado de aquellas escaleras de acero inoxidable a ver donde estaba el problema, al abrir la tapa de la batería salto segándola una terrible y sangrienta... cucaracha, molesta y avergonzada del chillido que pego solo la aparto para pisarla con todas sus fuerzas a aquella maldita que le humillo sin la necesidad de hacerle nada de daño, la ira y la forma de pensar de Jade se demostraron en declive cuando en aquella situación se encontraba a si misma como su fuera una comedia, ella se asusto de si misma y sin repelo ubico su sentido común para arrastrarse a la realidad y ver al frente, revelando que la batería estaba apagada. Sin mas presiono el botón varias veces pero no funcionaba, por lo que con un profundo desvelo a sus necesidades y clara decepción e irritación comenzó a caminar por aquellas escaleras, siendo un terrible martirio para du gordo cuerpo, aquellos muslos semi-redondeados y suaves se columpiaban al alzar la pierna y rebotaban con furor al pesado pisar de Jade, honda de rebote que viajaría desde su gorda pierna desnuda hasta su celulítico trasero terso pero obeso, cual se hacia hacia un lado y después hacia el otro, junto a su barriga, su lonja mas baja que empezaba a bailar con todos ellos como un conjunto de manteca, así mientras Jade empezaba a sudar e inhalar grandes cantidades de aire para recuperar el aliento que perdía con cada escalón, al subir del todo tuvo que reposar sus brazos y pecho en la barandilla mientras recuperaba las energías. Con la rejilla del ojo vería lo que dejaba atrás y con ello su zona de confort, al notarlo se voltearía una vez para admirar el paisaje, sin malgastar su tiempo dejaría atrás aquel frio cumulo de maderas, cemento y vidrios que antes eran hogares.

 Con la rejilla del ojo vería lo que dejaba atrás y con ello su zona de confort, al notarlo se voltearía una vez para admirar el paisaje, sin malgastar su tiempo dejaría atrás aquel frio cumulo de maderas, cemento y vidrios que antes eran hogares

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