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Se acercó al dado y lo besó, era un beso hambriento y lleno de deseo.
Aprisionó ambas manos en la mesa del bar luego de levantarse y continuó con sus besos. Boca, mejillas, todo lo que pudiera besar estaba siendo tocado por sus labios.
Cambió de posición, ahora su cola era la que aprisionaba las manos del trajeado, mientras que sus manos se encargaban de deshacerse de la camisa blanca que estorbaba entre él y su piel.

—Ah, Devil~

Susurraba excitado por los toques del mayor.
Sentía como la larga lengua del contrario recorría su pecho hasta llegar a la mejilla ahora con un rubor morado más notorio.
Mordió su labio inferior al sentir el rozamiento de una pierna contra su entrepierna.

—Rey Dado, ahora no tienes voz para dar órdenes ¿No es así?— bajó la camisa del mayor para tener acceso a su hombro —Dime, dadito… —mordisqueaba la misma zona —Estoy a sus órdenes~

—Más, quiero más~— ordenó entre gemidos, amaba esa actitud, la sensación de superioridad aunque sea falsa.

—Como desee— desabrochó los pantalones ajenos, dejando casi expuesta su erección.
Fué dando masajes lentos, torturaba al menor y sus quejas ante esto eran una melodía para el azabache.

—D-Devil, por favor… tócame más~ — suplicó. Sus piernas temblaban un poco y la respiración de ambos era más que clara.
Logró liberarse del agarre que tenía en las manos y lo abrazó del cuello con un brazo mientras lo besaba, por otro lado, la mano restante la utilizó para recorrer el abdomen del mayor hasta llegar a su ahora erección y comenzar a masajearla.

—Mh~ Dice, estás muy ansioso— se burló, dejando que hiciera lo suyo a la vez que subía la intensidad en sus acciones— me gusta — susurró dejando besos en su rostro avergonzado.

Pasaron unos minutos más hasta que ambos llegaron al clímax, el dado se dejó caer en la mesa mientras que el diablo se sujetaba a los bordes de la misma.
Ninguno habló, sólo se escuchaban las respiraciones agitadas de ambos hombres mezclado con el olor a sexo en el bar. Y ni hablar del sueño que había sido manchado con fluidos de dudosa procedencia.

—¿Quieres continuar en mi habitación? — sugirió un cansado Dice con una pequeña sonrisa traviesa que le fue correspondida.

—No lo dudes.

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—¡AH! A-aah~— los gemidos de Dice eran muy audibles, cosa que volvía loco al diablo que daba estocadas como si fuera la última cosa que hiciera en su vida— ¡MÁS! ¡OH DIOS MÍO, SÍ!— se aferraba a la espalda del mayor como podía, sus piernas alrededor de las caderas de este estaban apenas y podían mantener su posición. Creyó que sería sólo una vez más pero juraba que ya llevaban horas haciéndolo una y otra vez.

—¿Dios? No te atrevas a nombrar a ese idiota en mi presencia…— gruñó el azabache para darle un par de nalgadas a su acompañante, que dejó salir más gemidos como respuesta.

—¡Aa-AH!~ DIABLOS~— se retorció en su lugar al sentir los dientes del mayor presionar su hombro izquierdo.

—Sí~ así está mejor— sonrió satisfecho.

Dice juntó ambas bocas una vez más, saboreando y dando paso al diablo para que explorara toda su cavidad bucal. Se sentía lleno por todas partes, adoraba la sensación de tener a su jefe encima pero a la vez vulnerable ante la lujuria de sus cuerpos.

Arqueó la espalda, dándole así una cálida bienvenida a la semilla del demonio que se estaba cogiendo en su interior.
Salió de este, recibiendo un pequeño quejido agudo por parte de dice por la separación casi repentina.
Devil observó al menor, que estaba con los ojos cerrados intentando controlar su respiración. Lo sorprendió dejando un pequeño beso en su pecho.

—No estuviste nada mal, dadito. Pensé que eras más de ladrar y no morder— rió. Tomó asiento en la orilla de la cama hecha un desastre.

—Tampoco estuvo mal, jefe. No me decepcionó— se acostó de lado para poder verlo mejor, aunque esto sólo le dió más sueño.

—No sabía que te iban las mordidas.

Pasó sus dedos por las marcar recientemente hechas en su cuerpo. Le daban ganas de seguir haciendo más y más pero la migraña lo estaba matando.

—¿Qué puedo decir? Soy la mano derecha del diablo. Algo tenía que quedarse en mí…

Hubo un tiempo de silencio, fué entonces que el dueño del lugar notó que su lacayo había quedado inconsciente.
Dejó salir un bostezo y se fue de la habitación, como si hubiera sido algo de todos los días.

"Cosa de todos los días" sí claro, de no ser por un pobre rey que apenas y pudo levantarse de la cama para ver todo su alrededor hecho un desastre y su cuerpo desnudo lleno de marcas "desconocidas".

Intentó ignorar lo sucedido, quizá había pasado la noche con un cliente o empleado del Casino… pero todos se habían ido y se quedó con…

—Devil.

Suspiró, quizá se estaba equivocando. Mejor dejar de pensar en lo sucedido, lo más probable es que si fuera verdad, el mayor actuará como si nada.
Era lo mejor.

Se alistó y se dirigió al Casino. Debido a su agitada noche había despertado ya por la tarde, cosa rara en él porque solía levantarse medianamente temprano.

—Buenas tardes compañeros— canturreó con su mismo humor de siempre intentando disimular su complicado caminar.

—Buenas, Dice— saludó con formalidad Wheezy —¿Noche difícil?— preguntó al ver las apenas visibles ojeras del albino.

—Nah, sólo no descansé bien. Además la resaca me está matando — se sujetó la cabeza — iré a ver qué tal están las cosas por allá.

El cigarro asintió antes de seguir limpiando los vasos del bar.
Un conejo borracho se acercó casi de inmediato, se notaba lo chismoso desde millas.

—¿Y?

—¿Y?— respondió el más alto.

—¿Te dijo que lo trae como si tuviera un palo metido en el culo? —preguntó indiscreto el conejo.

—No, no es mi problema, no quiero saber y tampoco tú deberías. Ahora, si eres tan amable, vuelve al trabajo o vete a dormir— se dió la vuelta — ¡Y por favor, date un maldito baño!

Dice por su parte sé aseguraba que todo estuviera en orden para abrir el casino y volver a la rutina.
Todo correcto, todo de maravilla, era momento de capturar unas buenas almas en desgracia.

—Señor Dice, el Jefe dice que necesitan hablar de algo antes de abrir— informó la bola ocho con desinterés.

—De acuerdo, ya voy entonces.

Caminó hacia la oficina del azabache, estaba un poco nervioso pero nada que no pudiera controlar.
Tocó la puerta un par de veces antes de entrar y verlo sentado perdido en sus pensamientos.

—¿Señor, deseaba verme?

—Sí, acércate un poco más, Dice— ordenó y el contrario acató —como ya sabrás debido a las marcas y todo eso, ayer tuvimos un encuentro bastante cercano— el rey asintió — perfecto, no te lo tomes personal pero espero que no pienses que esto será algo recurrente o pasará a más-

—No se preocupe jefe, lo tengo todo claro. Tenía dudas de si usted había sido con el que había pasado la noche pero ahora que lo confirme podría decir que estoy incluso hasta más tranquilo— rió por lo bajo— es mejor hacerlo con alguien que conozcas, supongo.
Pero no se preocupe, no lo pienso de esa manera, sé que usted no es alguien que se tome estas cosas en serio.

De cierta manera su comentario había ofendido a Devil, pero no estaba equivocado.
Era el diablo, la mentira, trampa, etc en persona, un espíritu libre y libre de cadenas en cuestión de todo.

—Me alegra saber que lo tienes más que claro, entonces puedes irte a trabajar. Adiós— comentó con desinterés.

—Hasta luego, Jefe— se dió la vuelta y se fue del lugar dejando como siempre un beso volado.
Devil lo siguió con la mirada, o mejor dicho, siguió con la mirada su retaguardia. Recuerdos de la noche anterior pasaron por su mente, los gemidos y caricias que compartieron seguían dejándole con ganas de más.

💌 KISS OR KILL🔪 [DevilDice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora