La revelación

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El sol se levanta sobre una ciudad en constante movimiento, con ruidos de carros y voces que se mezclan en una cacofonía constante. Las calles abarrotadas de gente que se apresura a ir a sus trabajos, aparentemente absorta en sus propias preocupaciones. El humo de los tubos de escape se eleva hacia el cielo, mezclándose con la bruma matutina. En las aceras, vendedores ambulantes gritan tratando de llamar la atención de los transeúntes, ofreciendo mercancías que van desde comida hasta artículos electrónicos.

En los edificios altos, las oficinas están iluminadas y los empleados se encuentran trabajando en sus cubículos, enfrascados en sus tareas, en una rutina diaria que pareciera no tener fin. En las casas, las familias se apresuran a preparar el desayuno y alistarse para salir de casa.

Mientras tanto, en algún lugar de la ciudad, Kamn Rath observa todo esto desde la distancia, en silencio y sin ser visto. Sus ojos fríos y calculadores escrutan cada movimiento, cada detalle de lo que parece ser una rutina interminable. A pesar de ser uno de los seres más poderosos del universo, el dios parece ser un espectador más en la vida cotidiana de la humanidad.

Kamn Rath, a simple vista, se presentaba como un joven de veinte años que caminaba con una confianza innata, envuelto en una atmósfera de misterio y elegancia. Su cabello oscuro, rebelde y sedoso, ondeaba al viento con crespos grandes y definidos que parecían tener vida propia. Sus ojos, de un profundo color café oscuro, denotaban una inteligencia aguda y una mirada que parecía penetrar en la esencia misma de las cosas. Su estatura, aunque no muy elevada, se imponía con una presencia imponente que hacía sentir su esencia con solo estar cerca de él. Su piel morena, con un tono de bronce cálido y resplandeciente, parecía emanar una luz propia que lo hacía destacar en cualquier lugar. En resumen, su apariencia era más que atractiva, era magnética, algo que llamaba la atención y no se podía ignorar.

Pero algo en su interior comienza a cambiar. La monotonía de la vida humana y la falta de empatía de los demás dioses lo llevan a cuestionarse su papel en el universo. ¿Por qué seguir observando desde la distancia mientras la humanidad lucha por sobrevivir en un mundo cada vez más caótico y desesperado? Es entonces cuando decide que ha llegado el momento de intervenir, de hacerse notar. La revelación de su existencia es solo el primer paso de su plan para cambiar el curso de la historia.

Kamn Rath ingresó a su aula de clases, sintiendo un extraño cosquilleo en su estómago. Se sentó en su lugar habitual, acomodando su mochila y sacando su cuaderno de apuntes. El tema de hoy en su clase de historia parecía ser de particular interés para su profesor, quien se encontraba hablando sobre la importancia de los dioses en las culturas precolombinas.

Kamn Rath frunció el ceño, sintiéndose incómodo con el tema. Había pasado siglos desde que los dioses habían tenido alguna relevancia en la vida de los humanos. Sin embargo, algo en la forma en que su profesor hablaba sobre ellos lo hacía sentir inquieto.

Mientras el profesor continuaba hablando, Kamn Rath comenzó a notar que algunos de sus compañeros de clase parecían estar prestando atención con mayor interés que de costumbre. Algunos incluso tomaban notas en sus cuadernos con un entusiasmo inusual.

Kamn Rath suspiró, tratando de no dejarse llevar por la incomodidad que estaba sintiendo. Era un dios, después de todo, y no debería dejarse afectar por el tema de una simple clase de historia. Pero algo en su interior le decía que esta vez, el tema de los dioses era diferente.

El profesor continuó hablando, mientras Kamn Rath intentaba concentrarse en lo que decía. "Tomemos por ejemplo al dios Aztec, Mictlantecuhtli, señor del inframundo. Era temido y adorado por los aztecas, quienes le ofrecían sacrificios humanos para aplacar su ira. Se dice que su rostro está hecho de cráneos y huesos, y que su cuerpo está cubierto de piel desollada. Él es un ejemplo de cómo la religión y la creencia en los dioses pueden ser usados para justificar actos terribles y brutales."

Kamn Rath frunció el ceño, sintiéndose incómodo con el tema. Él sabía mejor que nadie que los dioses eran seres complejos y que no se podían juzgar fácilmente. Pero también sabía que algunos dioses eran más peligrosos que otros, y que su existencia podía tener consecuencias terribles si no se manejaban adecuadamente.

El sonido de notificación de los celulares de los presentes interrumpió abruptamente la clase, despertando la atención de todos. Los rostros de los estudiantes y del profesor se iluminaron al mismo tiempo, como si compartieran el mismo sentimiento de sorpresa. Kamn Rath, que hasta ese momento había permanecido callado en su asiento, sintió un nudo en el estómago, como si algo malo estuviera a punto de suceder.

El contenido del video era impactante. En él, un hacker, cuya identidad permanecía desconocida, hablaba sobre la existencia de seres divinos ocultos en el mundo. Mencionaba que estos seres habían permanecido en las sombras, sin intervenir en los asuntos de la humanidad, durante milenios. El hacker aseguraba tener pruebas contundentes de su existencia y que las compartiría con el mundo en breve.

El video causó conmoción en la sala de clases y en todo el mundo. Los estudiantes salieron apresuradamente de la universidad para compartir la noticia con sus amigos y familiares. Las redes sociales se inundaron con hashtags y discusiones sobre la veracidad del video y la existencia de los dioses.

El hacker habla con una voz grave y profunda:

"¿Por qué los dioses permiten la violencia y el sufrimiento en el mundo? ¿Por qué no intervienen y ponen fin a las guerras, el hambre y la opresión? ¿Son acaso los dioses tan indiferentes, tan impasibles ante la agonía y la desesperación de los seres humanos?

Quizás no haya respuesta a estas preguntas. Quizás los dioses no se preocupen por nosotros, o tal vez no tengan el poder suficiente para cambiar el curso de la historia. En cualquier caso, debemos aceptar que el mundo es un lugar oscuro y cruel, lleno de dolor y sufrimiento. Y tal vez, la única forma de encontrar algo de sentido en este caos es rebelarnos contra aquellos que nos oprimen, contra aquellos que perpetúan la violencia y la injusticia.

Si los dioses no van a actuar, entonces nosotros debemos tomar las riendas de nuestro destino. Debemos luchar por nuestros derechos y por la justicia, aunque eso signifique enfrentarnos a poderes más grandes que nosotros mismos. Porque en la oscuridad de este mundo, la única luz que podemos encontrar es la que encendemos nosotros mismos."

Kamn Rath, por otro lado, permaneció en su asiento, con la mirada perdida. ¿Cómo era posible que alguien hubiera descubierto su existencia? ¿Qué pasaría ahora que su presencia había sido revelada al mundo? Por un momento, una sensación de pánico lo invadió, pero rápidamente recuperó su compostura y se marchó de la sala de clases con calma, preparado para lo que fuera que viniera a continuación.

La Sombra de los AntiguosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora