Al Sur

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En la época de la gloriosa Atlantis, los dioses se rigieron por una jerarquía que asignó a cada uno un lugar basándose en  habilidad única con la que nacieron. Los que poseían habilidades consideradas esenciales, como la guerra, la ciencia, la muerte y la tecnología, ocupaban altas posiciones en el gobierno y ostentaban el poder supremo.

Entre los menos importantes se encontraron Kamn, un dios misterioso que siempre actuaba como un ciudadano más, al punto de que sus hermanos desconocían su habilidad. Se rumoreaba que no tenía ninguna o que era tan poderosa que él mismo se prohibió su uso.

Cuando los dioses sobrevivientes al virus que arrasó Atlantis se dispersaron por el mundo en busca de su lugar en la nueva civilización humana, Kamn siempre viajaba de un lugar a otro. Mientras sus hermanos les enseñaban a cazar, cultivar y crear, Kamn los llevaban a contemplar el cielo, les mostraban las estrellas, les enseñaba a navegar por los mares y las selvas, les revelaba los secretos de los astros y del vasto cielo que los cubría . Así, los humanos crearon calendarios, imaginaron criaturas en las estrellas e inventaron teorías.

Pero Kamn no se limitaba a eso. A diferencia de los demás dioses, que preferían explorar sus propias tierras, a él le apasionaba más mostrarles al mundo lo que no conocían, lo que estaba más allá de su planeta. Con una curiosidad insaciable, Kamn era como un marino que surcaba los mares de la ignorancia para explorar los límites de lo desconocido.

Y aunque sus habilidades no eran únicas, su forma de utilizarlas lo hacía único en el universo de los dioses. Era como un músico que, con las mismas notas que todos los demás, era capaz de crear una melodía tan sublime que conmovía el corazón de cualquiera que la escuchaba

Kamn, el dios misterioso, siempre estuvo cerca de la humanidad. A diferencia de sus hermanos, no se limitaba a observarla desde la distancia. Él se mezclaba con la gente, compartía sus alegrías y tristezas, sus rituales y costumbres, y era parte de sus fiestas y bailes. Incluso se enamoró de ellos, no como un dios omnipotente sino como un hombre, lo que generaba una constante contradicción en su ser.

La conexión con los humanos lo llevó a una gran comprensión de sus luchas y sus miedos. A través de los siglos, kamn demostró cómo la humanidad avanzaba en su evolución, creando grandes civilizaciones y desarrollando tecnologías que antes parecían imposibles. Sin embargo, a medida que progresaba, también sufría más. La felicidad de la humanidad se iba desvaneciendo lentamente.

En un mundo cada vez más conectado, donde la gente podía hablar con cualquier otra persona en cualquier parte del mundo, la tristeza se apoderaba de los corazones de los hombres. Kamn lo vio en sus rostros y en sus almas. El mundo avanzaba, pero no en la dirección correcta.

A medida que el tiempo pasaba, la humanidad se alejaba de la naturaleza y se adentraba más en un mundo artificial. La tecnología reemplazó las relaciones personales, y la individualidad se volvió más importante que la comunidad. Kamn sintio que la humanidad perdio  su esencia, y que habia algo muy equivocado en el camino que habian tomado.

Pero, a pesar de todo, kamn no perdía la esperanza. Él creía que había algo más allá de la superficialidad del mundo moderno. Algo que aún podría conectarlos con su verdadera naturaleza, y que permitiría que la humanidad encontrara su camino de regreso a un estado más puro y verdadero.

Un silencio  se adueñó de la sala cuando las luces se apagaron repentinamente, dejando a los líderes mundiales en una oscuridad completa. La tensión era palpable mientras todos los presentes trataban de descubrir lo que estaba sucediendo.

De repente, un resplandor intenso bañó la sala, casi cegando a los presentes. Un trío de figuras se materializó ante ellos, cada una de ellas parecía tener un aura divina que llenaba la sala con su presencia. Los líderes mundiales retrocedieron en sus sillas, temerosos de la magnificencia de la escena que se desarrollaba ante ellos.

Primero, Kamn, se materializó. Su presencia era poderosa y amenazadora, imponente a la vista de todos.

A continuación, apareció Selvoria, la diosa de la naturaleza y la vida. Su belleza radiante y su aura divina llenaban la sala con un ambiente pacífico y sereno, calmando los corazones de todos los presentes. Su vestido de seda verde esmeralda se movía suavemente al ritmo de los vientos divinos.

Por último, Sylarion, el dios de la luz, se presentó ante los líderes mundiales. Su mirada profunda y sabia parecía ver a través de los corazones y las almas de todos los presentes. Su aura divina iluminaba la sala, llenando a todos con una comprensión divina de las cosas.

Los líderes mundiales quedaron impresionados y anonadados ante la aparición de los dioses. Nadie se atrevió a hablar o moverse, y solo pudieron mirar asombrados mientras los dioses los observaban en silencio. Finalmente, Kamn habló, su voz resonante en toda la sala.

"Venimos a  ayudar la guerra que ustedes han creado. Sin nosotros están condenados a su extinción".

 el presidente de Estados Unidos, entre cortado, preguntó: "¿Ustedes son los dioses?"

Sylarion habló con voz clara y firme, explicando que sus hermanos pronto tomarían el control de todo el mundo y que la única manera de detenerlos era si los líderes mundiales les ayudaban. La guerra que se avecinaba era inminente y la única forma de proteger a la humanidad era trabajar juntos.  escucharon atentamente las palabras de Sylarion y  aunque algunos de ellos se mostraron escépticos, finalmente acordaron trabajar con los dioses para detener a sus hermanos y proteger al mundo de la destrucción.

La aparición de los dioses dejó una impresión indeleble en los líderes mundiales, quienes comprendieron que la guerra que se avecinaba no era una batalla ordinaria. Los dioses habían hablado y era su deber como líderes de proteger a su gente y al mundo que habitaban.

un hombre misterioso se hizo notar entre las sombras en la habitación. Era X. Con un tono frívolo y sin mostrar temor alguno hacia los dioses, se acercó a Kamn y lo miró directamente a los ojos.

La mirada de X estaba más perdida que cualquier pensamiento y, sin embargo, confrontó a los dioses sin ningún temor. "¿Ahora van a ayudar a los humanos? Jajaja, no necesitamos su ayuda", dijo X con una sonrisa burlona en su rostro. "Y aun así, si la aceptamos, ustedes morirán al lado de sus hermanos. Se los prometo".

Kamn, Selvoria y Sylarion se mantuvieron en silencio mientras X hablaba. Sabían que este hombre era peligroso y que su lucha contra los dioses no era algo que debiera tomarse a la ligera. Pero también sabían que la situación era desesperada y que necesitaban la ayuda de los humanos si querían tener alguna posibilidad de vencer a sus hermanos.

Finalmente, Sylarion habló con voz suave pero firme: "Comprendemos su frustración, . Sabemos que has luchado valientemente contra nuestros hermanos, pero también sabes que esta guerra no es solo tuya. Si queremos tener alguna posibilidad de vencer, debemos unir nuestras fuerzas. Te pedimos que nos ayudes a luchar contra nuestros hermanos, y a cambio te ofrecemos nuestra protección".

X miró a Sylarion por un momento antes de responder: "Está bien, los ayudaré. Pero deben saber que no confío en ustedes y que no descansaré hasta que los dioses hayan caído".

La alianza mundial estaba lista para la incursión en los territorios colonizados por Rhaen y sus hermanos, y Selvoria lideraba la avanzada en el mar. Desde lo alto del puente de mando, la diosa de la naturaleza observaba con atención el horizonte, mientras las olas chocaban contra el casco de los buques de guerra.

Los barcos de la armada eran imponentes, con sus enormes cañones y sus estructuras metálicas relucientes. Los motores rugían como bestias salvajes mientras las hélices giraban sin descanso. A bordo, los soldados se preparaban para el combate, enfundando sus rifles y ajustando sus trajes.

Selvoria, vestida con una armadura hecha de hojas y ramas entrelazadas, se dirigió hacia la proa del barco, la diosa concentró su energía, invocando los poderes de la naturaleza. Una fuerte ráfaga de viento surgió de repente, haciendo que la bandera de la alianza se alzara con orgullo. Las aguas se encresparon a su alrededor, y las aves marinas que sobrevolaban el área se retiraron hacia el interior.

La flota avanzó a toda velocidad, cortando las aguas con facilidad. Desde la cubierta, Selvoria observaba el horizonte con determinación y su presencia imponente infundía valentía y coraje en sus hombres y mujeres. Era un espectáculo impresionante ver a la flota avanzar con la diosa de la naturaleza liderando el camino, las aguas moviéndose con la fuerza de su paso y el sonido atronador de los motores  de los barcos resonando en el agua.

La Sombra de los AntiguosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora