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Cʜᴀɴᴇʟ Rᴏᴜx

Todavía era algo temprano, pero el ambiente fresco hacía que no me sintiera demasiado cansada.

Entré al Miyagi-Do atravesando la caseta para ir a la otra parte donde pude ver a Robby golpeando el saco de boxeo bastante molesto.

-¿Estás bien?-le pregunté.

-Sí-respondió de una manera bastante seca la cual nunca le había escuchado.

-Vale-dije sentándome en el escalón del dojo.

Escuché cómo la puerta que estaba detrás de mí se abría haciendo que me giré.
Sam era la que la había abierto, esta estaba hablando por teléfono.

-Ahora no puedo, Miguel. Dile a Aisha que me llame-dijo antes de colgar-. Pensaba que era Aisha.

-No tienes porqué dar explicaciones-dijo Robby todavía con ese tono molesto.

Sam frunció el ceño y me miró confusa.

-No sé qué le pasa-le dije a Sam poniéndome a su lado.

-Qué bien, asistencia completa el primer día-dijo el señor LaRusso.

Nos acercamos todos a él.

El señor LaRusso abrió un saco de arena e hizo un círculo en el suelo.

-Para jugar con arena vamos a la playa-dijo Sam.

-Pensaréis que con tres personas tenéis el triple de fuerza-dijo Daniel.

Nos miramos entre nosotros antes de asentir.

》Pues os equivocáis, lo que necesitáis es el equilibrio y conocer los movimientos de la otra persona. Os voy a enseñar cómo solo tres personas pueden tener la misma fuerza que veinte. Poneos dentro del círculo.

[...]

Al acabar el entrenamiento fui a la caseta del dojo para recoger mis cosas.

Se escuchó la puerta abrirse dejando ver a Robby pero yo volví a mirar mi mochila mientras guardaba las cosas.

-Coco-dijo.

-¿Qué?-le pregunté en el mismo tono que él había usado antes.

-¿Estás enfadada?-preguntó.

-¿Lo estás tú? Esta mañana lo parecías-respondí.

Él suspiró.

-Lo siento. No debía haberte hablado así-dijo.

Cerré mi mochila antes de asentir.

-¿Qué te pasa?-le pregunté.

Él bajó la mirada.

》Puedes contármelo. Solo quiero ayudarte.

Él volvió a mirarme.

-Em... es que mi madre se ha ido a México con un idiota-respondió-. Se supone que va a pagar el alquiler y eso, pero no creo que vaya a hacerlo. Además, seguro que le hace daño.

-Lo siento-dije-. Yo puedo ayudarte, podría...

-No-respondió-. Tú ya tienes suficiente con lo que hay en tu casa.

-Pero quiero ayudarte-insistí.

-Pues yo te prohíbo ayudarme-dijo.

-No puedes hacer eso-contesté.

ᴀ ꜰ ᴛ ᴇ ʀ  ʜ ᴏ ᴜ ʀ ꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora