🌜Capítulo 3🌛

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Salgo de la sala como si un demonio me estuviera amenazando con meterme a un convento. El nivel de odio, mezclado con rabia me estaba carcominedo por dentro y en cualquier momento escupiría todo ese veneno como si fuera una bomba nuclear.

Me encierro en el baño dejando mi bolsa tirada de cualquier forma en el piso y me apoyo en el lavamanos mirando directamente mi reflejo. Mi respiración compite con la de un toro embravecido. Mi corazón late a un ritmo preocupante pero me obligo a calcular toda ecuación matematica que me venga en mente hasta lograr tranquilizarme.

Yo no soy un puto no. Ni de él, ni de nadie.

-Vas a caer infeliz, y luego seré yo quien te bote como si fueras un pañuelo desechable. Quien rie último rie mejor, y esa voy a ser yo.

Me lavo las manos con desesperación tratando de manejar la ansiedad hasta siento que borré mis huellas dactilares, pero ahora mucho más calmada.

Aliso mi cabello y mi falda, recojo mi bolsa que paga culpas que no son suyas y sonrió al reflejo del espejo que me devuelve la sonrisa mas cínica que alguna vez haya visto.

Me disponía a salir de allí cuando escucho el tono de llamada desde el fondo del bolso. Lo busco entre las 300 cosas que tengo allí dentro y me sorprendo ver la foto de mi hermana en la pantalla. Eso me hace fruncir el ceño con preocupación. Nadie de mi familia me llama cuando estoy en horario de clases, disque para que no me distraiga, asi que sin darle muchas vueltas respondo.

-Bruja, necesito que vengas a casa. Estoy en problemas- maldita niñata de los cojones, ¿qué demonios hizo ahora?

-De como me digas que volviste a romper una de mis fotos, piojosa te juro por Lucifer que no vas a llegar viva a la hora de almuerzo.

-Hay coño ¿serás bruta? No te rompí nada, bestia. Acabamos de llegar del hospital- un sudor frío me recorre el cuerpo de solo imaginar que volvió a coger uno de los coches de papá y tuvo un accidente- me caí del árbol y estoy con el cabestrillo en el brazo derecho. ¿Puedes venir? por favor. Mamá esta que se trepa por las paredes y tengo miedo por mi vida.

Dios santo, esta niña va a acabar con todos nosotros y luego bailará waka waka sobre nuestras tumbas. Lo veo venir.

-Voy para allá, así que ve haciéndome un resumen de que excusa le pusiste a mamá para que pueda ayudarte- Cuelgo y busco las llaves de mi preciado Jeep Wrangler para salir pitando hacía allá.

No necesito que me diga que estaba haciendo sobre el árbol. No es la primera vez que lo hace pero si la primera en que la pilla y seguramente por eso se calló.

Voy tan metida en lo mío que no soy consiente de la mole de músculos que viene frente a mi hasta que ya estoy viajando camino al suelo. Suerte a sus reflejos de Spider man logra cogerme al vuelo y yo evito pasar otra vergüenza en el mismo día.

-Beba, estoy comenzando a creer que eso de ser distraída viene de familia. Mira que tu eres producto de un choque parecido a este- mis ojos se topan con la sonrisa arrogante y los chispeantes ojos verdes llenos de diversión de Dante.

-Eres pendejo de verdad, maldita la hora en que Maita les contó esa historia-para nadie era secreto como se conocieron mis padres, pero eso no quería decir que cada vez que chocaba con algo por andar distraída me lo recordaran- mejor quita que tengo afán. Tu maldita duende acaba de salir del hospital con un cabestrillo en el brazo por andar como mono en los árboles.

Por sus rasgos pasa un gesto de preocupación que conozco bien. Para él somos sus hermanas pequeñas. Dante y yo nos criamos juntos aunque él sea un año mayor.

Nuestros padres son amigos desde antes de la universidad por lo que para mi ellos son mis tíos Kike y Erika. Así crecimos, como hermanos de crianza y para toda la familia así seguiríamos.

Adicción sabor NutellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora