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En la noche de la graduación mi mamá prendió fuego en la cocina.

Después de que Seungmin y yo termináramos nuestro picnic recogimos a sus hermanos para el carnaval de la escuela. Mientras estábamos allí recibí una llamada telefónica de la policía y salí corriendo al hospital para encontrar a mi madre con marcas de quemaduras por todo el cuerpo y puntos de sutura en la cabeza. Quemó dos paredes de nuestra cocina y destrozó la ventana al tirarse por ella en un ataque de delirio paranoide. Está vendada y magullada, pero estará bien. Físicamente, por lo menos.

Los médicos insistieron en que fuera trasladada a un hospital psiquiátrico, para someterse a una evaluación psiquiátrica y ser admitida como residente... Indefinidamente.

Los asistentes sociales estaban allí también, asegurándome que ella estaría más feliz y segura bajo el cuidado del estado. Asentí con la cabeza porque querían que lo hiciera, pero tenía una sensación de vacío en mi estómago. No tenía palabras ni ganas de luchar dentro de mí.

Mamá parecía entusiasmada por la idea de alejarse. Incluso ayer, cuando ellos la introdujeron en la furgoneta, no parecía asustada. Sonreía como si fuera a pasar unas vacaciones tropicales.

No lloré, pero me dolía el corazón.

Esto es lo que los médicos han venido diciendo que ocurriría durante años. No debería sorprenderme. Debería estar contento de que ella finalmente esté rodeada de personas cualificadas que pueden darle el tipo de atención que realmente necesita.

Debo sentirme bien sobre esto. Debo sentirme aliviado. Pero en cambio me siento... paralizado.

He estado sentado en el suelo de mi cocina quemada durante tres horas. En silencio. Sin lamentarme. Sin compadecerme. Sólo... impactado. Con un peso encima.

Sin embargo, Seungmin está sentado cerca de mí, me ayuda a sobrellevar el peso en mi espalda. Él no ha dicho ni una sola palabra en toda la mañana. No lo necesita.

Debería estar triste y completamente desesperado. Debería estar hundido y vacío. Pero no lo estoy. No hay oscuridad dentro de mí. Porque Seungmin está aquí. Y puedo sentir su bondad filtrándose en mí.

Está rodando por el suelo cubierto de vidrios rotos y está flotando hasta las paredes carbonizadas. Flotando a través del humo rancio y asentándose sobre mi espalda, envolviéndome de esperanza. Esperanza por una nueva vida, un nuevo comienzo. Tanto para mí como para mi madre. Esperanza por el futuro y agradecimiento por lo que tengo ahora. Como Seungmin.

—Te amo— digo, sin mirarlo.

—Lo sé— se mueve un poco, rozando un poco su rodilla contra la mía. —Yo también te amo.

Poco a poco sonrío y me siento seguro. Estoy bien. Voy a estar bien. Ambos lo estaremos.

—Lo sé— digo y extiendo mi mano hasta que encuentro la suya.

Nos sentamos en el silencio durante quién sabe cuánto tiempo, simplemente así. Rodilla con rodilla. Mano en mano.

Escucho la risa de Ryujin, Yuna y Jeongin viniendo de al lado. Ellos andan por ahí; inconscientes, felices.

Sonrío otra vez. Porque sé que todos vamos a estar bien. Hoy... mañana. Todos los días.

Me vuelvo hacia Seungmin, lo miro fijamente durante un minuto, y lentamente pregunto:

—¿Quieres... escapar lejos? ¿Volver a empezar?

Él me mira y sonríe.

—Totalmente.

La pesadez en el cuarto lentamente se levanta, llenando la cocina y mi pecho con esperanza.

𖦞 𝗌𝗍𝖺𝗋 𝗅𝗈𝗌𝗍 𖥧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora