Capítulo 1: La cacería de talento.

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"Te caes, pero vuelves a levantarte."

Esa era una corriente de pensamiento para percibir la vida desde un punto más positivo, cuando se trata de enfrentar los fracasos inminentes o espontáneos.

Sin embargo, en la vida de Shin Mina ese era el pan de cada día.

Mina practicaba dos veces a la semana, específicamente los días martes y jueves en horario mañanero, el cuál se extendía aproximadamente en horas de la tarde. Era la disponibilidad del Performance Center para entrenar a muchos jóvenes practicantes en su formación como luchadores.

La disponibilidad del centro complicaba la situación para muchos de estos novatos. La gran mayoría de estos jóvenes prospectos, cómo Mina, habían viajado desde otros países a los Estados Unidos para cumplir el llamado sueño americano.

Pero, ¿Qué era el sueño americano para ellos?

La respuesta es sencilla.

Dejar a tu familia en otro país para viajar hacia otro continente completamente desconocido.

Completar largas jornadas de trabajo para costear rentas dramáticamente costosas por estudios o apartamentos con el retrete justamente al lado de tu cama.

Mina era una de tantas jóvenes luchadoras que vivía esa realidad. Aún así, se esforzaba cada día para mejorar su situación.

Practicaba en el Performance Center y trabajaba a tiempo completo en un restaurante. Afortunadamente, había conseguido un pequeño estudio que se ajustaba a su presupuesto.

En esta ocasión, el día parecía transcurrir de forma normal para ella. Una vez arribó al centro de prácticas, comenzó su rutina con su compañero Travis, quien era estudiante de nuevo ingreso.

Travis era musculoso y tenía la altura ideal para poder desempeñarse en un ring, pero le faltaba disciplina e interés por el cuidado de todos sus planos musculares.

Llevaba un mes practicando junto a Mina, quien le enseñaba los aspectos básicos pero más importantes del entrenamiento luchístico.

Mina continuaba deslizándose por las cuerdas en el cuadrilátero del Performance Center, cayendo una y otra vez de espaldas y no necesariamente por gusto.

Tenía que practicar continuamente el impulso y sus caídas para generar una resistencia en el área de la espalda. De ahí la importancia de condicionar el cuerpo y atender las frecuencias cardíacas para el desarrollo de una fuerza motora, fuerza y velocidad.

—¿Cuántos repeticiones tengo que hacer? En serio, Mina, me siento cansado de hacer lo mismo una y otra vez. ¿Podemos detenernos un momento?—Travis, uno de los nuevos prospectos admitidos en el Performance Center de WWE se quejó con cansancio.

Mina pauso deliberadamente ante la insuficiencia de Travis.

—Travis, dijiste que querías aprender las mejores técnicas, pero estás holgazaneando. No puedes tener lo mejor de los dos mundos si no te preparas físicamente.—Mina exigió, mientras se cruzaba de brazos con molestia.

—Tu llevas mucho más tiempo que yo practicando y sabes hacer mucho más que esto... Quiero consolidar otros movimientos.—Travis argumentó ante la simplicidad de las prácticas que Mina le impartía.

Mina sabía que el desarrollo de una fuerza-resistencia era fundamental para mejorar el estilo o movimientos de un luchador. Había sido testigo de otros chicos como Travis, involucrados más en la planificación de sus movimientos de firma que en las condiciones reales de su rendimiento.

—Debes tener paciencia y ser disciplinado. Cuando estás aquí, expones tu salud. Debes saber cómo cuidarte y cuidar de tu oponente de forma responsable, para dar un espectáculo de calidad.—Mina argumentó, mientras de detenía para arreglar las muñequeras de Travis.

The Juror.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora