Capítulo 11

21 10 2
                                    

Habían llegado a la habitación y los minutos se le hacían eternos esperando una respuesta. Además, escuchar a Lydia enumerar las mil posibles contestaciones que podía darle y lo que ocurriría a continuación no ayudaba. Necesitaba distraerse y dejar de pensar en Ashton, por lo que abrió su ordenador y en cuestión de segundos la música comenzó a sonar.

– Vamos a relajarnos un poco – habló mientras cogía las manos de su ya amiga y comenzaba a moverse por la habitación.

Pasó un rato en el que no hicieron más que saltar de un lado a otro dejándose llevar por la melodía y reír. 

Su perspectiva de la universidad había cambiado en el mismo momento en el que Lydia había entrado por la puerta. Casi no la conocía, pero algo en su interior le decía que iban a ser grandes amigas y se alegraba de compartir habitación con ella. Le gustaba la forma en la que se sentía cuando estaban juntas, por fin alguien parecía comprenderla y no la juzgaba, a diferencia de su hermano, que podía pasarse horas prohibiéndole cosas o metiéndose con ella.

El pitido de su teléfono hizo que dejase de moverse y se acercó corriendo hasta la cama para ver quién era, y su cara se iluminó al verlo, mientras volvía a sonar varias veces más.

– ¡Es él! ¡Es él! – exclamó intentando que su cara desbloquease el móvil.

Buscó la aplicación tan rápido como pudo y vio que había aceptado su solicitud, así como había empezado a seguirla también.

Pero fue al leer su mensaje cuando se quedó sin palabras.


AshtonnDav: Tienes una forma interesante de moverte, que además me gusta.


Enrojeció de pies a cabeza y miró a Lydia en busca de ayuda, pero enseguida se puso a teclear.


CassMeyers: Pensaba que no sabías decir cosas buenas, solo dejar a la gente hablando sola y huir. 


AshtonnDav: Yo no huyo de nada.


CassMeyers: Las dos veces que nos hemos visto has tardado diez segundos en irte.


AshtonnDav: Tenía prisa.


CassMeyers: Respondes como si no tuvieses ganas de hablar.


AshtonnDav: ¿Quién ha dicho que las tenga?


CassMeyers: Has respondido mi mensaje.


AshtonnDav: Soy educado.


Dejó el móvil caer sobre la cama y suspiró, arrepintiéndose de haber mandado el mensaje en primer lugar.

– Se está riendo de mí, ni siquiera quiere hablar.

– Cass, ¿de verdad crees que perdería el tiempo hablando contigo si no quisiera hacerlo? – remarcó Lydia, que había estado leyendo la conversación.

Se armó de valor y volvió a abrir la aplicación.


CassMeyers: ¿Y pierdes el tiempo hablando conmigo? No pareces de esos.


AshtonnDav: Ya estamos con las generalizaciones. ¿Cómo crees que soy, Cassandra?


Ver que la llamaba por su nombre completo le gustó y disgustó a partes iguales, pero sonrió. Se tomó su tiempo en responder, por miedo a dar una respuesta que no le gustase, aunque Ashton le parecía tan voluble que en cualquier momento podría dejar de contestarle.


CassMeyers: Solitario. Complicado. Inalcanzable. Taciturno. Misterioso. No quieres relacionarte con nadie, parece que no te gusta la gente, ni tampoco hablar. También pareces borde, pero cuando hablas no dices nada ofensivo. Al menos a mí no. 

CassMeyers: Ah, y también eres guapo, y hueles bien.


– ¡Cassie! No puedes decirle que es guapo y que huele bien. Mira que yo no sé ligar, pero eso seguro que aparece en la primera página del manual de cosas que no hay que decirle a alguien que te gusta – se quejó Lydia, intentando contener la risa.

– Llevo pensando eso desde que lo vi la primera vez, y seguro que ya lo sabe – se defendió – Y no me gusta.

La pantalla se iluminó y eso captó la atención de las dos.


AshtonnDav: Huelo bien porque suelo ducharme todos los días, ¿tú no?


CassMeyers: ¿Solo has prestado atención a eso?


AshtonnDav: No quieres que preste atención a todo lo demás. Buenas noches, Cassie.


CassMeyers: Huyes de nuevo.


Pero no hubo contestación. Aquella media hora en la que habían intercambiado mensajes había sido la más emocionante de su vida, y ni siquiera entendía por qué. Ashton tenía algo que hacía que quisiera conocerlo, saber más de él y de su forma de ser, pero él no parecía querer que nadie supiera tanto. 

Frustrada, se pasó la mano por la cara.

– Bueno, primera y última conversación con él, no ha estado mal – dramatizó.

– ¿Por qué la última?

– Porque no pienso volver a hablarle, y él no lo va a hacer.

– Dale razones para que te hable – Lydia la provocó.

Y sabía qué hacer. Buscó en su galería otro vídeo con ropa distinta y otra coreografía para subirlo a Instagram, esperando que lo viese.

Y minutos después, entre muchos otros, llegó el me gusta de Ashton Davies.

ALGO MÁS QUE NADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora