-Ajá, ¿Qué decimos? -Habló una de ellas, la más lanzada de las cuatro.
-Coño marica no sé, yo de vaina medio exponía en las clases -dijo desorientada la morena, a María la apodaban la aguevoniada por algo.
Beatríz, la chica rubia y de todas la may...
En la sala de la casa se encontraban los 4 padres tirados en el sofá. Alessandro fue el primero en despertar girandose boca arriba mientras se acomodaba el cabello. Mientras se levantaba lentamente tomaba una parte de su cabeza quejándose del dolor.
—No bebo más —se dijo para si mismo.
—Sí ajá —dijo otra voz proveniente de la parte trasera.
Volteó ver a Rafa que estaba en el otro sofá cama estirandose.
—Me asustaste, animalito —se quejó colocando sus dos manos en medio del pecho.
—Marico ¿Dónde estamos? —preguntó el moreno girando su cabeza de izquierda a derecha.
—En la casa de Ed.
—¿Él quién? —frunció el ceño.
Rodó los ojos —Eeeeedd, sordo —recalcó más el nombre del pelirrojo para que Rafael escuchara.
Rafael le mostró el dedo del medio haciendo reír a Alessandro, todo cambió de una forma drástica cuando detrás del sofá salió una mano pálida estilo película.
Los dos pegaron un fuerte grito.
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De allí salió Omar con su cara de confusión absoluta —¿Qué pasó?, ¿por qué me golpean? —su voz sonaba arrastrada y soñolienta.
Los dos suspiraron con fuerza —Nojoda Omar, ¿Cómo vas a salir así de repente?, ¿te pican las nalguitas es? —le reclamó Alessandro.
Omar seguía con su cara de confusión y sueño. —¿Cómo salí, pues?
Rafael rodó sus ojos oscuros, como era costumbre de él —¿Omar tu comes jabón?
Frunció el ceño —¿Qué?, no. Eso es dañino para el cuerpo.
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No faltó más palabras para que los dos señores empezaran a lanzar cojines al ojiazul.
