CAP 1: EL DESTIERRO

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A lo largo de la historia me han llamado con un sin fin de nombres al igual que inventan historias sobre mi, me han llamado de muchas maneras por ejemplo; Mefistófeles, Baphomet, Belcebú, Satanás, Lucifer, Diablo; pero el que más me gusta a mi es LUZBEL.

Pasaron muchas cosas después de que mi "Padre" si así se puede decir me desterró de los cielos, se preguntaran...¿Por qué me desterró? Pues me desterró por ser inteligente y tener conciencia, por querer tener voz y voto cosa que a el no le gusto mucho; yo solo quería apoyarlo y estar a su lado, sin embargo el nos quería tener a mi y a los demás ángeles bajo sus pies-Nos miraba como sus esclavos y no como sus hijos- cosa que me molesto y hable con algunos ángeles y para mi sorpresa ellos también estuvieron de acuerdo y desde entonces no me quede callado.

Y fue entonces cuando decidió desterrarme, es claro que sabia que le abriría los ojos a los demás y no quiso correr el riesgo; pero claro antes de eso hablo mal de mi, como si yo fuera el malo.

Me desterró a la tierra para servir a los humanos, pero claro, si no lo obedecí a el menos a los patéticos humanos.

Entonces llegue a una tierra desierta donde también había mares de lava, lugar donde los los humanos jamás pondrían un pie en ellas, era caliente y seca, no había rastro de vida, había montañas gigantescas y el aire apenas era nulo; y si decidí que esas tierras serian un nuevo comienzo para LUZBEL.

Lo mejor de todo es que no me había desterrado solo, sino que también desterró a otros ángeles entre ellos Astaroth, era mi mejor amigo por así decirlo, había estado en mis mejores momentos y ahora estaría en mis peores.

Y fue así como comenzó todo, construimos entre todos un palacio en donde vivir, a base de ladrillos de Nether por encima de los mares de lava, me sentía orgulloso por lo que había hecho-habíamos hecho-era casi perfecto.

Y empezaron peleas entre mi padre y yo, incluso mando a dos de mis hermanos por mi, mi padre me había dado una segunda oportunidad para retractarme de las cosas y pedirle perdón; pero no, rechacé esa oportunidad, mi orgullo rebasaba ante cualquier cosa...

Además ¿Para que quería que regresara?

¿Es que a caso no se cansó de decirme que no tenia ni voz ni voto?, ¿Que era un cero a la izquierda?

Pues no, ni de coña regresaría a ese lugar, es cierto que es bello, todo es radiante, hay árboles por todas partes y arroyos con agua cristalina donde te puedes reflejar a ti mismo, pero todo es tan estricto y sofocante. Esperan que todo este perfectamente como Dios dice y eso no me gusta, lo odio.

Pero de lo único de lo cual me arrepiento fue dejar a Tirsa, ella es mi novia, pero es muy obediente a Dios, trate de convencerla de venir conmigo junto a los otros desterrados pero ella se negó, a pesar que la amaba con toda mi alma no seguí rogando y le di lo que yo pensaba que sería muestro último beso y partí del reino de los cielos, hacia tierras desconocidas, no sabía que me depararía pero todo era mejor a estar con mi "dichoso padre".

Pero a pesar de ser el amo y señor del inframundo seguía faltándome algo, me faltaba ella.

La necesito a mi lado, pero me reusó a volver, eso jamás; aquí yo soy el amo.

Ahora yo soy el amo.

Entre Astaroth y yo manteníamos las cosas en el inframundo como debería de ser; a Astaroth le confíe las tropas, pues la voz empezó a esparcirse y muchos ángeles desterrados que están alrededor del mundo cumpliendo su castigos llegaron a mí, ellos también están cansados de toda esa mierda y prometieron serme fiel siempre y cuando yo no los tratara como mi padre, así que accedí, podían decirme lo que pensaban y tener tiempo libre para hacer lo que quisieran, eso si nunca me desobedecían y eso me gustaba.

Me encantaba mejor dicho.

Pasaron años y llegaban muchos humanos al inframundo, bueno teóricamente eran sus almas pero aun así humanos, comencé a creer que esto era obra de mi padre, pero no me preocupa ni le reclame nada, era entretenimiento para mis ojos, verlos sufrir y pedir piedad; llenaba mi ego.

Ordené a mis súbditos en hacer calabozos entre otras cosas, todo iba de maravilla.

Pero no todo era perfecto, seguía pensando en que quería tener a Tirsa a mi lado, a pesar de todo el poder que tenía; solo me faltaba ella.

La necesito como el aire que respiro.

Extrañaba sus ojos tan preciosos, tenían un color tan peculiar, eran entre verde y azul, eran bellos. Te hipnotizaban al instante que la mirabas y era como si te envolviera en una ola de tranquilidad.

Suspire exageradamente y Astaroth volteo a verme.

-¿Qué pasa hermano?- dijo Astaroth.

-Ejeem, no en nada... en nada- dije aclarando la voz.

-¿Por qué no hablas con tu padre para que te deje ver a Tirsa aunque sea por última vez?- Dijo con tanta seguridad como si supiera lo que estoy pensando.

Y buueeeeno, si estaba pensando en Tirsa, pero me caí mal que tenga razón.

¿Mierda porque será que me conoce tan bien?

Suspire profundo y el me miraba esperando una respuesta, pero no la hubo.

Pensé toda la tarde, en lo que dijo Astaroth, estaba preparando los pros y los contras.

Pro: Veré a Tirsa...

Contra: Mi padre pensara que iré a disculparme con el...

Pro: Podría convencer a Tirsa de venir conmigo...

Contra: Que me rechace y solo iría a hacer el ridículo con mi padre...

Vaya que esa mujer me hacia pensar estupideces.

Como te train amigo.

Mierda quería ir a verla, tan siquiera una última vez, cuando nos vimos nos despedimos inapropiadamente, tenia prisa y solo pude darle un beso sin poder hablar con ella.

Pero si una cosa que he aprendido es que me vale coña lo que sea, iré por Tirsa.

-¡¡¡ASTAROTH!!!- grite a los cuatro vientos.

Astaroth no tardo en llegar por el pasillo, yo estaba sentado en mi trono.

-Dime- dijo el un poco abochornado; se nota que vino corriendo jajaja.

-Prepárate iremos a ver a Tirsa- me incorpore de mi trono con una gran sonrisa, no pude ocultar las ganas que tenia de verla, casi salgo del palacio dando bronquitos como un crio.

Astaroth salió tras de mi y una vez en el jardín delantero se me quedo viendo con una mueca de disgusto.

-¿Que?- pregunté carraspeando la garganta ya un poco más serio.

-No nada- dijo un poco divertido.

Le ataque con una mirada casi asesina y el se puso serio al instante.

-¡¡¡EN MARCHA!!!- grite alzando mis alas.

Astaroth hizo lo mismo, sin decir más, así fue como alzamos vuelo en busca de mi amada.

LUZBEL: cada cien mil años (En Curso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora