Pasaron los días, meses, años, siglos y yo seguía en mi fase depresiva sin querer salir de cama y desobligándome de mis deberes.
Lose, sé que están pensando...
¿Luzbel deprimido?
Pues si, no siempre tenemos que ser fuertes.
No es un delito desanimarse y creer que las cosas saldrán mal. No está mal querer no verle sentido a esta vida de mierda.
Por supuesto que no está mal ¿Sabes por qué?
Porque cuando te recuperes te sentirás poderoso, sentirás que podrás con el mundo y si, así es... ese día por la mañana lo descubrí.Estaba sentado en la cama viendo directo el suelo, pensando en las cosas que tenía que hacer.
Me estiré y los huesos de mi espalda tornaron dándome una sensación de alivio.
Me incorporé y fui directo a mi armario repleto de ropa del exterior que Astaroth había traído en su último viaje, me encantaba.
Ciertamente, admiro el esfuerzo que hacen haya en el exterior, sus inventos y como con cada siglo que pasa todo cambia, el lenguaje, las costumbres, la comida, la manera en que se comunican. Todo es tan extraordinario.Aunque de que sirve tanto esfuerzo que hacen si de todos modos terminan aquí, sufriendo.
Cogí unos vaqueros negros, una camisa negra y unas botas negras.
¿He dicho que me encanta el negro?
Me encamino hacia mi cama donde justo a lado tengo una silla con mis cosas, un cinto de cuero y la daga.
Sé que Tirsa me dijo que la guardara bien, pero es mi manera de recordarla, de sentirme cercas de ella, recordar ese momento en que le regale la daga y en el que como con una sonrisa en su rostro me acepto como su compañero de vida.Recordando a Tirsa también recordé que tengo que ir a ver unas tierras no muy lejos de aquí hacia el sur de las colinas, unas tierras donde podríamos criar nuestro ganado y cosechar nuestra comida. Y por supuesto también poner los aposentos de Tirsa, claro.
Baje las escaleras acomodándome el cabello con los dedos algo perezoso, llegue hasta el gran salón donde Astaroth estaba junto con Azazyel que ahora era general de las tropas de Astaroth, estaban junto a una mesa con velas y un gigantesco mapa; seguro están hablando respecto a las tierras que ya había mencionado.
Astaroth giro hacia mi dirección y vio como caminaba perezosamente hacia ellos.
—Ya veo que si te ha gustado la ropa que traje del exterior— dijo este con una sonrisa amigable, yo solo le dedique una mirada de pocos amigos.
No estoy de humor.
—¿Qué hacen?
—Estamos estudiando la zona que encontramos en el mapa, si no estamos mal creemos que hay una aldea a unos kilómetros, pero con un poco de magia podemos pasar desapercibidos.
Oh sí.
¿No les he contado de los dones de los ángeles?
Bien, muchos estamos clasificados con dones celestiales, los ángeles nacemos con un propósito, el propósito de Dios.
Hacemos lo que él quiere que hagamos desde que nacemos y elige nuestros dones.
Algunos ángeles se encargan del bienestar de la tierra, un ejemplo ese soy yo, si bien puedo darle vida a la tierra, he intentado millones de veces hacer algo en la colina, pero es inútil, con esa estúpida lava no puedo hacer nada, todo se seca. También tengo el don de manipular los sentimientos de las personas y de gobernar. Estoy seguro de que si hubiera seguido en el reino de mi padre hubiera aprendido algunos dones más. Pero me conformo con los que tengo por ahora y por los que estoy aprendiendo.Astaroth y Azazyel tienen el don del orden y nacieron para algún día liderar las tropas del reino, pero eso ya no será posible, pero ahora lo hacen aquí abajo. También me han contado que pueden manipular a los del exterior con su don. Así es como consiguen la comida...
Penumue tiene el don de la fuerza, tiene el poder de luchar con una tropa entera él solo, si de esta manera lo desea y aun así salir victorioso, es un don tan excepcional.
Y Galarieth él tiene el don de manipular las aguas, purificarlas y tiene el don del camuflaje, lo que significa que puede hacer que lo vean como él quiere que lo vean, a quien él quiera y con el paso de los miles de siglos que han pasado ha aprendido a fortalecer ese don, ya que no solamente lo beneficia a él, sino que a todo el reino.
Otros ángeles tienen dones de obedecer, otros tienen dones de hablar con los animales y otros de manipular el aire, hay otros con dones que pueden cambiar su aspecto al que ellos quieran.
Y todos han aprendido a evolucionarlos y otros han aprendido dones nuevos. Yo por el momento estoy bien con mis dones y estoy aprendiendo unos cuantos, no es cosa que lleve mucho tiempo haciéndolo, pero sin duda tendré que aprender algunos cuantos más, nada más por si las dudas.
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LUZBEL: cada cien mil años (En Curso)
RomanceA lo largo de la historia me han llamado con un sin fin de nombres al igual que inventan historias sobre mi, me han llamado de muchas maneras por ejemplo; Mefistófeles, Baphomet, Belcebú, Satanás, Lucifer, Diablo; pero el que más me gusta a mi es LU...