CAP 6: SOLO CIEN MIL AÑOS

47 11 0
                                    

No estábamos seguros si lo que había escuchado Tirsa era verdad, pero no había otra opción.

Nadie nos garantizaba que si pedía el perdón ellos la dejarían en paz, pues bien ya me he dando cuenta de lo que son capaces, incluso no sabía que tenían calabozos en este lugar.

Recuerdo las palabras de mi hermano.

Tú no sabes nada Luzbel, crees saberlo, pero no es así. Aún eres demasiado inocente como para saber lo que pasa en este lugar o de lo que puede llegar a pasar.

Tengo muchas dudas, tengo miedo incluso.

Mire a Tirsa de reojo antes de cruzar las rejas, ella se veía decidida, mientras que yo no estaba seguro y esto funcionaria.

Parece que Tirsa se dio cuenta de que la miraba y volteo a verme y sonrió, una sonrisa tan segura de sí misma, una sonrisa que me decía: Todo estará bien.

Yo le sonreí y juntos cruzamos las rejas.

Astaroth estaba esperándonos y nos sonreía, él no tenía ni la mínima idea de lo que estaba pasando.

Abrazo a Tirsa antes de que se desvaneciera.

-Vamos, ya tendrán tiempo para sus cursilerías- dijo Astaroth mirándonos con aburrimiento.

Tirsa voltea a verlo y le sonríe, después alza la mirada para verme ami y hacer lo mismo, es tan pequeña, apoya su mentón sobre mi pecho; si no me equivoco creo mide uno sesenta, y yo bueno... yo mido uno ochenta.

Mucha diferencia la verdad, por eso bajo la mirada para poder verla.

Esperando lo que sea que iba a suceder.

Sus ojos brillaban más que nunca, esos ojos color aqua, esos ojos que me encantan; y sus pestañas, esas pestañas que la hacían lucir coqueta.

Mis esperanzas de que lo que comento Tirsa no funcione están a mil, no quisiera perderla, aun así solo fuera un tiempo determinado.
La necesito día y noche conmigo.

-Mierda- dice Astaroth señalando la mano de Tirsa con el dedo.

No, ya no hay esperanzas.

Tirsa levanta su mano izquierda y mira como se está desvaneciendo poco a poco, era algo igual cuando se desvanecen los dientes de león con el viento.

Los dientes de león se dejan llevar por el viento y nunca nadie sabe donde llegarán.

Ella me mira y sonríe.

Porque hace esto, mierda, ¿no se da cuenta de que no quiero que se vaya?

¿Y si no la vuelvo a ver? ¿Qué haré sin ella toda una eternidad?

De tan solamente pensar que eso podría pasar me echo a llorar como un crío y atraigo más a Tirsa hacia mi cuerpo. Como si el hecho de abrazarla evitara que se fuera.

-¿A dónde iras cuando desaparezcas?

-No lo sé, probablemente este en todo lo que tenga vida, talvez sea una con las nubes.

Dicho esto me da un beso en la mejilla y limpia una de mis lágrimas con sus manos desvaneciéndose.

-No quiero que te vayas por favor, quédate- digo llorando sin parar.

-Tranquilo solo serán cien mil años.

-¿Pero y si no regresas? ¿Qué sucederá conmigo?

-Volveré, te lo prometo... ahora tú prométeme que estarás bien y no lloraras más por mí.

LUZBEL: cada cien mil años (En Curso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora