Capítulo 10.

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Estaban a unas horas de recibir la decisión del juez sobre la custodia de Cirse, Laurie tenía los nervios recorriendo todo su cuerpo, intentaba tener visiones o por lo menos leer los pensamientos del juez pero con las ansias no lograba canalizar ninguna de las dos.

-Laurie- la detuvo Larissa, esta miró sus ojos, encontrándolos de un azul cielo, ella estaba calmada o intentaba estarlo para poder ayudar a su novia. -Todo va a salir bien, tranquila-

-Te juro que si no estuvieras aquí ya habría salido como loca a recorrer las calles corriendo-

-Lo sé amor, casi haces un hueco en el piso- le sonrió divertida. La guió al sofá del living y tomó su mano entrelazando sus dedos.

Escucharon la puerta y Gretha les pidió no levantarse, fue a abrir dejándoles ver a Arthur que venía con un par de bolsas.

-A ver a ver, mis lindas mujeres... supuse que estaban con los nervios de punta así que vine a animarlas- dijo saludándolas a las tres con un beso.
Dejó las bolsas en la mesa sacando de ellas la comida oriental que llevaba para la cena.

Era impresionante como Larissa había cambiado su actitud con él desde esa plática que tuvo con Laurie y cuando se presentó él en su departamento para dejar las cosas claras con ella.

*-Sé que he ocasionado problemas entre Laurie y tú- dijo mostrándole arrepentimiento. Nunca fue su intención. -Quería que durante las sesiones el juez supiera que somos mejores padres juntos que separados. También para hacerle saber a Laurie que no podría separarla de nuestra Tormenta-

Larissa solo asintió. Le daba pena admitir que se había equivocado.

-Lo siento por... comportarme tan inmadura. Sé que eres un padre extraordinario y... ambos merecen compartir a Cirse- le sonrió con ternura.

-Mi hija... es lo más maravilloso que hay en mi vida, me encantaría que el juez se decidiera por ambos- cambió su tono serio.
Le resultaba difícil creer que era gay, su voz era tan ronca y su manera de vestir y de actuar decían otra cosa, pero confiaba plenamente en la palabra de Laurie y por si fuera poco él mismo se lo había confesado.

Tomó la mano de Larissa. -Pero si el juez se decide por Laurie, tendré la paz de saber que cuenta contigo para seguirla criando... yo sé que tendré que alejarme de Cirse un tiempo por esas cuestiones y podré hacerlo en paz sabiendo que mami Larissa está pendiente de ambas-

A sus palabras Larissa solo pudo poner su mano entre las suyas.

-Verás que todo saldrá bien, Arthur. Yo amo a ambas con mi corazón y pondré todo de mi parte para verlas felices- dijo con una sonrisa tierna, Arthur besó sus nudillos.

-Son afortunadas en tenerse ustedes tres, mi hija ha encontrado una nueva figura materna que la quiere y ella corresponde con el mismo afecto-

Se levantó para abrazarla, Larissa lo rodeó con sus brazos. Era honesto, ese abrazo era completamente honesto, dejó de lado el rencor que le tuvo por tantos años, dejó que el pasado se quedara ahí porque su presente era mil veces mejor a cómo creyó que sería.*

-Mami Larissa- puso una caja en sus manos, ella la recibió y la abrió, su boca se hizo agua de solo ver la comida.
Así mismo hizo con Laurie y Gretha.
Laurie observó a todos comenzar a comer pero ella no podía hacerlo, le preocupaba la situación y se sintió sola al verlos a todos comiendo y hablando todo menos de lo que ella consideraba lo más importante. Leía sus pensamientos y los encontraba banales, sin contar que oía también a las demás personas en el hotel. No entendía ni cómo ni cuándo había sucedido pero no le gustaba.

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