Capítulo V: Un Regreso Ajetreado

13 2 0
                                    

Si a Emilio le había costado pegar el ojo días anteriores, no se comparaba en lo absoluto con lo que le costó esa noche.

Kathe les había ofrecido de inmediato pasar la noche en Cherry Street, pero Emilio sin dudarlo lo rechazó, el viaje de Australia a Inglaterra tenía una duración de quince horas, sin duda alguna estarían cansados y su estancia hubiera sido bastante inoportuna.

                     °           °          °

Una brisa tranquilizadora golpeó en el rostro a Emilio, que apenas había podido pegar el ojo en toda la noche. De mala gana se levantó de su acogedora cama, bostezó y salió de su habitación. Tan solo cuando su nariz entró en contacto con el aire del pasillo, sintió como se le erizaban los vellos del cuerpo. Aquel pasillo era el lugar más frío de la cabaña, pero a su vez el más acogedor en otras épocas del año.

Emilio estaba acostumbrado a aquel frío, pero esa vez era uno inusual. La atribución del frío con lo pasado el día anterior lo hizo sentir una extraña sensación, no sabía si se sentía aliviado o nervioso. Se reprendió a si mismo por darle tanta importancia y borró cualquier rastro de nerviosismo de su rostro. Tomó paso a la habitación delante de la suya y tocó la puerta, no recibió respuesta. Sabía que Danna nunca bloqueaba la puerta así que entró sin más. La habitación estaba sometida bajo un silencio exasperante. La cama estaba tendida, intuyó que Danna ya se había levantado, pero la pregunta era, ¿a dónde?. Lo primero que pensó fue que tal vez estaría en el baño pero al encontrar la puerta de este abierta, lo descartó.

Bajó las escaleras a paso lento, lo primero que hizo al entrar en vista de la planta baja, fue observar la sala de estar, ahí la encontró. El pelo color miel que tanto le brillaba se encontraba ahora mucho más descolorido. Su piel estaba mucho más pálida que de costumbre y los ojos azules habían perdido gran parte de su brillo. Cualquiera que no la conociera podría confundirla con un fantasma. Estaba con las piernas cruzadas enfrente del fuego, llevaba puesta una chamarra púrpura bastante gruesa a ojos de Emilio, pero al acercarse notó que no lo era tanto.

Se sentó junto a ella y la observó fijamente, Danna se percató de aquello y le dirigió la mirada también.

—¿Te sientes bien? —preguntó Emilio con preocupación.

Danna abrió la boca como si quisiera decir algo pero de nuevo la cerró, permaneció así algunos segundos hasta que las palabras por fin salieron.

—Si, si, si —respondió Danna con nerviosismo —. Es solo que desde ayer eh estado sintiendo algunos escalofríos —añadió.

Emilio llevó su mano a la frente de la chica, estaba bastante caliente.

—Creo que tienes fiebre. ¿Por qué no vas y te acuestas?. Llamaré a un doctor para que venga a verte —invitó Emilio.

Danna permaneció mirándolo, de nuevo abría y cerraba la boca como si quisiera decir algo, pero no lo hizo. En su lugar apuntó con la mirada la chimenea y Emilio entendió de inmediato.

—Oh, si, claro —se apresuró en levantarse —. Iré por algunas mantas, ahora vuelvo —anunció y se marchó deprisa.

Mientras saqueaba las mantas de sus respectivas habitaciones, escuchó como tocaban la puerta frenéticamente. Con las mantas en brazos bajó de nuevo y las dejó sobre el sofá, para después ir a abrir la puerta. Al abrirla se encontró con unos ojos azules como los de Danna y un alborotado cabello grisáceo.

—Matt —dijo Emilio con sorpresa.

—¿Dónde está Danna? —preguntó Matías, intranquilo.

En Un Mundo Sombrío: El Mar De Los AhogadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora