Capítulo VI: El Altercado En Félix

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Una vez tomada la decisión, el resto fue sencillo. O al menos a medias, las calles de la ciudad estaban repletas de jóvenes sin intención de ir a casa pronto. El camino hasta la cafetería Félix siempre resultaba casi vacío, pero aquella noche en particular parecía estar a reventar.

Genial. Tal vez la plaza este más vacía —reprochó Matías con sarcasmo.

Sin saber bien porque, continuaron con su camino hasta el establecimiento, que lucia mucho más repleto de personas que afuera.

El sonido de la campanilla llamó la atención de algunas personas, que rápidamente al ver de quien se trataba, movían la mirada o simplemente volvían a lo suyo.

Vamos, acá hay una mesa disponible —anunció Kathe para que la siguieran.

La cafetería Félix había sufrido algunos arreglos desde la últimas vez que habían estado los tres en ella, ahora el recinto tenía una forma circular, como si de un gimnasio se tratase, las mesas estaban acomodadas frente a unas largas ventanas, de las cuáles se podía ver el resto del pueblo. Una gran pared redonda de color púrpura se posaba en el centro del lugar, la misma pared era la cocina. La mesa que habían tomado para su suerte, se encontraba hasta el otro extremo de la entrada del lugar, permitiéndoles ocultarse de la multitud que entraba.

Me gustaba más como era el lugar antes —declaró Kathe con cierto tono de nostalgia.

Pues a mi me alegra que hayan quitado el acceso a la terraza —dijo Matías despreocupado.

Solo la están remodelando. Pronto la tendrás de vuelta —afirmó Kathe.

Maldición...

Vamos, no es para tanto —reprochó Kathe.

No me refiero a eso, si no a eso —dijo eso último apuntando algo detrás de Emilio.

Tanto Emilio como Kathe miraron hacia la dirección en la que señalaba Matías. Algunas mesas más atrás de ellos, habia una mujer vestida con un saco blanco, botas de felpa blanca, y vestido negro. La mujer llevaba una diadema roja en el largo y lacio pelo negro y a diferencia de lo que sus rosadas mejillas hacían ver, sus ojos verdes mostraban malicia.

¿Esa es?...

Cuestionó Emilio a medias, sin dejar de mirar a aquella mujer.

¿Grasiel Diamon? Si —confirmó Matías.

¿Qué hace aquí? -—cuestionó Kathe, como si el simple hecho de acercarse a una Diamon la perturbara.

Ni idea —dijo Matías, mirándola fijamente —. Aunque es mucho más hermosa en persona —admitió. La mujer pareció percatarse de que la estaban observando y les dirigió una sonrisa pícara, Matías se puso completamente rojo mientras que Kathe parecía furiosa.

Como si en ese preciso instante la hubieran invocado, la periodista se acercó a su mesa y tomó el asiento libre junto a Matías. El cúal se veía considerablemente trastornado.

Buenas noches —saludó Diamon.

Bue.. Buenas noches —contestó Matías entre tartamudeos. La furia de Kathe parecía ir en aumento.

¿Qué tal están? —preguntó Diamon con descaro.

Antes de que te acercaras, bastante bien —respondió Kathe con cólera.

Tranquila mocosa, tampoco me alegra estar cerca de ustedes —dijo Diamon fríamente.

Kathe estaba por contestar pero fue interrumpida por Emilio.

En Un Mundo Sombrío: El Mar De Los AhogadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora