CAPITULO 2 : AROMA DE CAFÉ

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Elisa llegó a la universidad y se dirigió a la cafetería donde trabajaba como camarera. A pesar de su difícil situación, se sentía animada por el trabajo. Sabía que tenía que mantenerse centrada en él, aunque a veces la vida pareciera injusta.

Mientras atendía a los estudiantes, vio entrar a Blanca Echeverría, la chica más popular de la universidad. Blanca venía acompañada por sus amigas, Marina y Andrea, dos chicas ricas que siempre se hacían notar.

Las chicas pidieron varias cosas para tomar y, al recibir su pedido, Elisa les llevó las bebidas a la mesa. Sin embargo, al hacerlo, el café se derramó sobre Blanca, manchando su ropa. Blanca se puso furiosa y comenzó a decirle groserías a Elisa, mientras sus amigas la seguían en el ataque.

-¿Qué pasa contigo, chica? ¿No sabes cómo llevar un café?. - preguntó Blanca con un tono despectivo.

Elisa se sintió humillada, pero decidió defenderse. "Lo siento mucho, fue un accidente", respondió ella.

-¿Un accidente? Mira lo que has hecho. -dijo Andrea, señalando su ropa manchada.

-Deberías ser más cuidadosa la próxima vez. - agregó Marina, con una sonrisa burlona en su rostro.

Elisa se sintió desanimada y triste, pero sabía que tenía que mantener la calma. Después de todo, este era su trabajo y no quería perderlo. Siguió trabajando el resto del día, sintiendo la tristeza en su corazón.

Al final del día, cuando cerró la cafetería, Elisa se sentó en una mesa y suspiró. "No puedo creer lo humillante que fue eso", pensó para sí misma. "Pero al menos no perdí el trabajo. Eso es lo que importa".

Mientras se levantaba para irse, escuchó la voz de alguien detrás de ella.

-¿Estás bien?. -preguntó una voz suave.

Elisa se volvió para ver a una chica desconocida, quien parecía preocupada por ella.

-Sí, estoy bien. -respondió Elisa con una sonrisa forzada.

La chica se presentó como Ana, otra estudiante de la universidad. Hablaron por un momento y Elisa se sorprendió por lo amable que era Ana. No todas las personas en la universidad eran iguales a Blanca y sus amigas.

Mientras caminaba hacia su apartamento, Elisa pensó en el día que había tenido. A pesar de la tristeza que la había invadido, se sentía agradecida por tener trabajo y por haber conocido a alguien como Ana. Sabía que la vida no era fácil, pero seguía luchando.

Esa noche, Elisa se reunió con su tía Susana y sus primos, Lara y Marcos. Su tía siempre la había ayudado y ella quería compensarla de alguna manera, por lo que les dio parte de su sueldo para ayudar con los gastos. A pesar de que el dinero era poco, su tía lo aceptó con una sonrisa agradecida.

Al día siguiente, Elisa llegó al trabajo con la intención de tener un buen día. Se preparó para atender a los estudiantes y sonrió mientras se acercaba a las mesas para tomar los pedidos.

Pero su buen humor se desvaneció cuando vio a Blanca entrar en la cafetería. Blanca se acercó a ella con una sonrisa burlona en su rostro y dijo: "Miren, si no es la chica del café".

Elisa sintió una oleada de enojo y humillación, pero Ana se acercó a ella y le dijo: "No le hagas caso, ella solo está tratando de ser mala".

-¿Por qué tiene que ser así?. - preguntó Elisa con frustración. Solo fue un accidente, no debería burlarse de mí así.

-Lo sé, es una loca, dijo Ana con una sonrisa. Pero no dejes que te afecte, sigue siendo amable con todos, eso es lo que importa.

Elisa asintió, agradecida por las palabras de Ana. Sabía que tenía que mantenerse fuerte y centrada en su trabajo, sin importar lo que dijeran los demás.

A medida que avanzaba el día, Elisa atendía a los estudiantes con una sonrisa, aunque por dentro aún estaba frustrada por el comportamiento de Blanca. Pero al final del día, cuando cerró la cafetería y se dirigió a casa, se sintió orgullosa de sí misma. Había sido amable y profesional a pesar de las circunstancias.

Mientras caminaba hacia su apartamento, pensó en lo que Ana le había dicho. "Sí, es cierto", pensó. "No puedo controlar lo que los demás hacen o dicen, pero sí puedo controlar cómo reacciono a ello".

Llegó a casa y se encontró con su tía y primos, quienes la recibieron con una sonrisa. Elisa les contó acerca de su día en el trabajo y les entregó casi todo su sueldo.

-Es lo que puedo hacer para ayudar por ahora. - dijo con una sonrisa.

Su tía la abrazó y le dijo lo orgullosa que estaba de ella. Elisa se sintió feliz de tener a su familia a su lado y sabía que tenía que seguir luchando, sin importar lo que la vida le pusiera en el camino.

ENAMORADA DE LA ÉLITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora