CAPÍTULO 4: PEQUEÑOS ROCES

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El día siguiente, Elisa se levantó temprano para ir a trabajar, aunque se sentía un poco desanimada después de lo que había pasado ayer en la cafetería. Pero sabía que necesitaba ese trabajo para sobrevivir, así que decidió no prestar atención a los comentarios malintencionados de los ricos estudiantes de la universidad.

Cuando llegó al trabajo, Ana la recibió con una sonrisa amistosa y le presentó a su hermano Bruno y a sus amigos, Tomás, Leonardo y Gael. Bruno parecía prepotente, con un aire de superioridad que le molestaba a Elisa. Por otro lado, Ana le presentó a sus amigos como chicos simpáticos y divertidos.

Durante su turno, Elisa los atendió como cualquier otro cliente, sin prestarles demasiada atención, pero notó que se burlaban de ella a sus espaldas. Blanca, por supuesto, lideraba el grupo y reía con más fuerza que los demás.

Pero las cosas empeoraron cuando Blanca se acercó a la barra donde trabajaba Elisa y comenzó a hacerle comentarios desagradables. Los demás chicos la siguieron en su burla y Elisa se sintió completamente humillada. Quería responderles, pero no sabía qué decir.

Ana se dio cuenta de la situación y se acercó a Elisa para consolarla. "No les hagas caso, son unos tontos", le dijo.

Pero Elisa no podía evitar sentirse mal. Se preguntaba por qué tenía que soportar esto día tras día. Al final de su turno, se fue a casa agotada y triste.

Más tarde esa noche, durante la cena con su tía y primos, Elisa les contó lo que había sucedido en el trabajo. "No puedo soportar a esa Blanca y a sus amigos. Me hacen sentir tan mal", dijo.

Lara, su prima, la miró con compasión. "No te preocupes, Elisa. Son unos niños malcriados que no tienen nada mejor que hacer que burlarse de los demás. Tú eres una persona fuerte y no deberías permitir que te afecten tanto", le dijo.

Pero Elisa sabía que no era tan fácil. No podía dejar de sentirse mal cada vez que se burlaban de ella. Sin embargo, estaba decidida a seguir adelante y no dejarse vencer.

Al día siguiente, cuando llegó al trabajo, se encontró con una sorpresa. Ana había traído a su hermano Bruno y a sus amigos para tomar un café. Elisa no estaba segura de cómo manejar la situación, pero decidió mantener la calma y atenderle con profesionalismo.

Sin embargo, las cosas se complicaron cuando Bruno se acercó a ella con una sonrisa y le dijo:

-Oye, perdona si te ofendí el otro día. Quiero que sepas que no todos somos como Blanca y sus amigas.

Elisa se sorprendió por el cambio repentino de actitud de Bruno, pero decidió aceptar su disculpa.

-Está bien, no te preocupes. - respondió.

Pero entonces, los demás chicos comenzaron a hacerle bromas de mal gusto, tratándola como si fuera una sirvienta. Elisa se sintió molesta e incómoda, pero decidió no decir nada.

Elisa se sintió humillada y herida por la burla de Bruno y sus amigos. Trató de ignorarlos y continuar trabajando, pero no podía sacudirse la sensación de vergüenza que la inundaba. Ana notó que su amiga estaba afectada y trató de consolarla.

-Lo siento mucho, Elisa. No sé qué les pasa a mi hermano y sus amigos, a veces se comportan como niños tontos. -dijo Ana con tristeza.

-No te preocupes, Ana, yo estoy bien. Solo me duele que me traten así sin motivo. Pero gracias por preocuparte por mí. - respondió Elisa con una sonrisa forzada.

La cena en casa de la tía Susana esa noche fue tensa. Elisa apenas comió y se retiró temprano a su habitación, tratando de olvidar la humillación del día. Pero no podía dejar de pensar en Bruno y en cómo él y sus amigos parecían disfrutar haciendo sentir mal a la gente.

Al día siguiente, Elisa llegó al trabajo con más determinación. No iba a dejar que los comentarios de Bruno y sus amigos le afectarán. Pero al entrar en la cafetería, se encontró cara a cara con Bruno, quien estaba en la fila para ordenar.

-Vaya, la camarera del café. - dijo Bruno con una sonrisa burlona.

Elisa trató de ignorarlo y continuar trabajando, pero Bruno no se lo puso fácil. Se acercó a ella y le quitó una taza de café que estaba sosteniendo, haciéndola derramar el contenido caliente sobre su uniforme.

-¡Oye, eso duele!, exclamó Elisa mientras se tocaba la piel escaldada.

-Lo siento, no fue mi intención, dijo Bruno con una risa maliciosa antes de irse a sentar con sus amigos.

Ana estaba atónita cuando vio lo que había sucedido y fue corriendo a consolar a su amiga.

-¿Estás bien? ¿Necesitas ir al hospital?. -preguntó Ana con preocupación.

-No, estoy bien. Solo me duele un poco. - respondió Elisa con lágrimas en los ojos.

Ana estaba furiosa con su hermano y sus amigos por haber tratado a Elisa de esa manera. Sabía que tenía que hablar con ellos y hacerles entender lo mal que estaban actuando.

Mientras tanto, Elisa estaba más decidida que nunca a no dejarse intimidar por la crueldad de Bruno y sus amigos. Sabía que tenía que seguir adelante y no permitir que sufran más sus insultos y humillaciones.

La batalla no estaba ganada, pero Elisa estaba dispuesta a luchar con dignidad y no dejar que nadie la pise.

ENAMORADA DE LA ÉLITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora