Ren Jianlun se encontraba en su despacho. Nada de lo que ocurría tenía sentido. Desde que Wang Yibo había dejado las carreras, el había sido uno de los mayores contribuyentes monetariamente. Las personas que participaban conocían su nombre y, tenía bastantes contactos por ese mundillo. Pero nadie era capaz de responderle una cosa ¿Quién había extendido el rumor de que Wang Yibo volvía a las carreras? Una simple pregunta que nadie le respondía.
Se revolvió el pelo y suspiró. Tendría que ir él mismo para encontrar lo que buscaba. Agarró su teléfono móvil y buscó las llaves de su moto. Las encontró y se giró para salir por la puerta, pero un pequeño cuerpo dormido en uno de los sofás de su despacho le paró en seco.
Se acercó con sigilo y vio aquel rostro tan malditamente perfecto. Nunca lo diría en voz alta, pero aquellos labios lo hacían caer en la locura. Pero la atracción solo era física, dentro de su corazón solo recordaba el día en que todo tomó sentido para él.
—Si realmente me hubieras buscado aquel día porque me amabas y no porque buscabas un consuelo por la boda de mi hermano... Muchas cosas serían distintas—le susurró antes de marchar.
Cao Yuchen abrió los ojos nada más escuchar la puerta cerrarse, odiaba lo que había ocurrido en la relación suya y del Ren. Pero ya habría otros momentos de arrepentimiento. Se levantó de aquel cómodo sofá y agarró todas sus cosas, con cuidado de los guardias y todo llegó a su moto, la encendió y no miró atrás. Sabía en qué coche iba el Ren, así que realmente no tardó en encontrarlo.
Ren Jianlun iba en un coche azul oscuro, la marca Lamborghini resaltaba y la rapidez también se marcaba. A duras penas le alcanzaba, y casa vez tenía más miedo. El había estado más de una vez en las carreras ilegales, pero nunca antes había estado en la sede de todo ello. Habían rumores, pero nada más. Solo una cierta cantidad de personas lo sabían y, el no estaba entre esos. Así que rezó para que nada malo le pasara.
Las calles cada vez se volvían más oscuras y estrechas, haciéndole querer encender las luces, pero se negó, si las encendía lo más seguro sería que el Ren se diera cuenta y, no deseaba aquello.
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Wang Yibo se encontraba fumando en la azotea del hospital, el sabor de la nicotina le salvaba de caer en la perdición. Pocas cosas le mantenían cuerdo, y ese sabor era una de ellas.
—Dejarme descansar—le rogó a las estrellas. Estaba cansado, era fuerte, pero también tenía un límite. Toda su vida había luchado por la libertad y tranquilidad, pero parecía ser imposible.
Suspiró y sacó su teléfono móvil, tenía llamadas perdidas de su familia y un mensaje sobre una llamada perdida, la cual era de un número desconocido. Alzó una ceja, pero no le tomó mucha importancia. Podría ser una compañía telefónica.
—Será mejor volver dentro—se dijo a sí mismo antes de irse de allí. Sería una noche larga.
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Ren Jianlun quiso maldecir a aquel pequeño obstinado y cabezota. Acababa de llegar a la base y Cao Yuchen le había seguido en todo momento. Bajó del coche y no apartó la mirada de aquel chico con casco. Se dio cuenta de que Cao Yuchen estaba entrando en pánico al no saber qué hacer, pero le detuvo antes de que pudiera encender la moto.
—Quieto—le ordenó—. Sube al coche ahora mismo—le dijo mientras le apagaba la moto.
—Ren—jadeó el menor al ver el semblante del mayor. Aquello no le gustaba ni un pelo, posiblemente había sido poco precavido, pero no pensaba que fuera tan letal aquella mirada.
—He dicho que subas—le ordenó con menos paciencia en la voz. Cao Yuchen asintió con cuidado y se subió a los asientos traseros del coche. Se encontraba en la parte izquierda, mientras que el Ren se encontraba detrás del asiento del copiloto.
—¿Entiendes lo que has hecho?—le preguntó. Cao Yuchen quiso asentir, pero realmente no sabía las magnitudes de aquel problema. Así que negó—. ¿No? ¿En serio me has seguido hasta la base general de las carreras y no sabes qué has hecho?—se sorprendió el Ren.
—No—murmuró bajito el Cao.
—Pues te lo explicaré, al venir aquí, acabas de exponer a tu familia, al igual que ahora mismo nos están vigilando. Si algo sale mal esta noche, te culparán a ti, porque no eres más que un desconocido para ellos. ¿Lo entiendes?—le preguntó, a lo que el menor asintió.
—Muy bien, ahora si quieres salir con vida. Hazme caso en todo—fue lo último que le dijo antes de apresar la cara del menor con sus manos. El Cao se revolvió inquieto, pero solo fueron por un par de segundos.—Shh Cachorro, ahora eres eso, un cachorro poco domesticado, uno que tengo que reprender por seguirme—se calló por unos segundos—. No me desobedezcas en ningún momento, ¿De acuerdo?—le preguntó. A lo que volvió a recibir un asentimiento.
Ren Jianlun miró por unos segundos al menor, antes de empezar lo que tenía que hacer, lo observó, asegurándose de que el menor no le tuviera miedo. Y no fue así, aun después de todo, el menor parece confiar en él ciegamente. Así que, con esa seguridad, inició con lo que debía.
Agarró la nuca del Cao y le obligó a juntar sus labios, era un beso demandante, uno que el Ren dominaba, no había amabilidad, nada. Solo rudeza. Algo que hizo jadear a ambos, el Cao sujetó por los hombros al mayor y se fundió más en el beso. Cao Yuchen quiso sentir más aquella presión sobre sus labios, pero el Ren se apartó. El menor quiso quejarse, pero solo gimió al sentir como el Ren le succionaba el cuello. Después de aquello le dejó una marca notoria.
—¿Qué?
—Silencio, los cachorros no hablan, solo ladran—le dijo el Ren antes de seguir. Esta vez bajó sus manos a los botones de la camisa del menor. Abrió los tres primeros, dejando ver un poco de su pecho y clavículas—. Muy bien, ahora te explicaré todo lo que tienes que hacer ahí dentro, ¿Vale?—preguntó. Cao Yuchen no entendía nada, y tardó un poco en responder. Pero asintió con la cabeza. Grande fue su sorpresa al sentir una cachetada leve en su mejilla.
—Lo siento—le susurró el Ren—. Ahora en estos instantes tan solo eres uno de mis cachorros. Uno que no sabe comportarse. Cuando te pregunte tienes que decirme si señor. No puedes asentir o negar. ¿Lo entiendes?—le volvió a preguntar, poniéndolo a prueba.
—No. No entiendo nada—le dijo aún más desconcertado. Realmente no tuvo tiempo para verlo otra vez a la cara debido a que en menos de lo pensado su rostro volvió a ser cruzado, pero esta vez en la mejilla contraria.
—Cachorro, esto me duele más a mí que a ti. Debes de seguir esto porque las personas que hay ahí adentro son fetichistas, es decir, todos esos rollos de sadomasoquismo y eso, les vuelve locos. Así que la única manera de que entres conmigo es haciéndote pasar por un cachorro. Los cachorros son las mascotas de esos hombres, y estos les acompañan en todo. Hasta simplemente salir al balcón. Así que, si quieres entrar, sigue mis normas ¿Entendido?—le explicó.
Cao Yuchen lo reflexionó por varios segundos y tuvo muchas preguntas, pero prefirió callar aquellos pensamientos.
—Sí, señor—y con aquel susurro, Ren Jianlun supo que Cao Yuchen era perfecto para aquel papel. Tan malditamente perfecto que, en aquel mundo de fetiche, sería tan ansiado por corromper. No era un santo, pero sí en ese mundo, donde atar a un humano, humillarlo y torturarlo, se veía tan normal. Aquel pequeño cachorro acababa de entrar a la boca del lobo.
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ゞQueda pocoゞ
ゞMuy pocoゞ
ゞPara terminarゞ
ゞEsta historiaゞ
ゞAsí queゞ
ゞHacer teoríasゞ
ゞPorque nada es
lo que pareceゞゞGraciasゞ
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Entre Sombras Y Luz
FanfictionXiao Zhan no está bien, no después de sus quince cumpleaños. Cada año, cada mes, cada hora, minuto y segundo, se vuelven más monótonos, el Xiao se vuelve una marioneta vacía. Pero nunca pensó que un Wang pondría su vida patas arriba. Y un Wang, nunc...