Capítulo 28

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-Nada más bajar, apúntale con el arma. No dejes que escape. Yo voy a pedir refuerzos, algo no me da buena espina-dijo la policía mientras no dejaba de perseguir al Wang. Este último estaría muy contento al saber la decisión de esos dos.

-Sí sargento-fue lo único que respondió antes de preparar su arma. Ambos coches se estaban deteniendo. Aquella persecución iba a empezar.

El oficial Cho nada mas sentir como el coche se detenía, bajó con gran rapidez y se acercó al coche de Wang Yibo.

-¡Baja del coche con las manos en alto!-gritó.

Wang Yibo salió del coche con una sonrisa enigmática. Sus ojos oscuros se encontraron con los del oficial Cho, quién no pudo evitar sentir un escalofrío. El aire estaba cargado de electricidad, como si algo estuviera a punto de desencadenarse.

-Buenas noches oficial-dijo Wang Yibo , su voz era tranquila pero aquel policía sabía que solo era mera formalidad.

El oficial Cho apretó los labios. No estaba acostumbrado a que los sospechosos lo enfrentaran de esa manera. Pero algo en la mirada de Wang Yibo le decía que no debía flaquear en ningún momento.

-Llevamos mucho tiempo siguiéndote. Dime, ¿por qué estamos aquí?-dijo el oficial, intentando mantener la compostura.

-Un arreglo de cuentas. La persona que me ha hecho llegar hasta aquí, tiene encarcelado a mi mejor amigo y posiblemente a más gente-dijo Wang Yibo de la manera más tranquila posible.

El oficial Cho frunció el ceño. Algo no encajaba. Wang Yibo era rico y famoso, sí, pero eso no lo eximía de las reglas. Sin embargo, no podía ignorar la calma del joven ni la extraña sensación de que había algo más en juego.

-¿Por qué debería de creerte?-preguntó el oficial, aunque giró un momento para ver el coche policía. Allí estaba su compañera, hablando con la central.

Wang Yibo se inclinó hacia adelante, como si compartiera un secreto.

-Créeme, no sería capaz de mentir con algo así. Así que, por favor, pedir refuerzos. La persona que está ahí posiblemente esté loca.

Wang Yibo se dio cuenta que aquel agente de policía no sabía que hacer. Entonces, huyó. Además sabía que aquel oficial no le podía disparar. Después de todo solo era un civil, que no portaba ningún tipo de arma. Corrió a las puertas de esas grandes naves y se metió ahí. Escuchó los gritos del policía y como este le ordenaba que se detuviera. Pero no le iba a hacer caso. Tenía que salvar a Cao Yuchen.

La puerta se cerró tras él, dejándolo solo en un basto espacio lleno de paredes vacías y pasillos interminables. Cada sala parecía igual a la anterior: sofás y camas.

Pero a medida que avanzaba, algo extraño comenzó a suceder. Las habitaciones se volvieron cada vez más peculiares. En una, los sofás estaban cubiertos de cuchillos pequeños. En otra, las camas eran gigantes y llenas de juguetes sexuales. Wang Yibo tuvo una arcada. La siguiente sala estaba llena de televisiones. Cada imagen reproducida era básicamente porno. Aunque cada vez más asqueroso. Wang Yibo se sintió como si hubiera entrado en el infierno.

Todo era morbo, podía entender hasta cierto punto algunas cosas. Pero era asqueroso algo en específico. Aunque algo lo hizo detenerse por unos segundos. Un rastro de sangre. Este parecía seguir un camino, pero se encontraba esparcida, era como si esa persona hubiera arrastrado algo.

Tragó varias veces en seco. Pero debía de seguir. Debía enterrar algo nuevamente. Con paso decidió esta vez volvió a marchar. Seguía aquel rastro. Era irónico, pues parecía el cuento infantil de Hansel y Gretel. Ambos hermanos siguiendo un rastro de pan. Pero ésta vez no habían migajas, solo sangre.

Conforme avanzaba se daba cuenta que las habitaciones comenzaban a estar vacías. Solo quedaban las luces encendidas y el rastro de sangre. Aunque algo llamó su atención, estaba a varios metros de una puerta, pero está era diferentes a las otras. Esta era negra y con detalles únicos, al contrario de las otras, pues éstas eran más simples. Las típicas de un almacén.

Ralentizó sus pasos y su respiración se volvió errática. Sentía una mala sensación. Debía de tener cuidado, o aquello era lo que le decía su subconsciente. Antes de poder hacer nada el Wang pudo observar y sentir como un disparo resonó en todo el almacén. La bala, impulsada por la ira y la determinación, atravesó la puerta con una violencia inesperada. La madera cedió, y el agujero de entrada se formó como un ojo maligno. Las astillas volaron en todas direcciones, como pequeños fragmentos de traición.

La cavidad temporal creada por la bala se expandió, deformando la madera. La puerta tembló, como si supiera que su destino estaba sellado. Wang Yibo se tapó los ojos por inercia, pero soltó un alarido al sentir como aquella bala se incrustaba en su brazo izquierdo.

La adrenalina del momento evito que sintiera más dolor de lo que era. Pasó unos segundos en el suelo tumbado. Intentado entender que había ocurrido. Sin embargo una voz llamó su atención.

-¡Yibo te creía menos blandengue. Venga álzate!-le gritó una voz que juró enterrar hacia mucho. Era Wang Hao Xuan. Cao Yuchen nunca le había mentido.

Aquel pensamiento le hizo levantarse y seguro hacia delante. Sin saber que hacer, abrió la puerta de golpe. Una idea un tanto tonta por su parte, pero la acumulación de sentimientos no le hacía pensar bien. Cuando acabo aquel gesto, sus ojos se encontraron directamente con los de Wang Hao Xuan. El cual portaba una sonrisa enferma y en su mano derecha portaba el arma, la cual soltaba una pequeña estela de humo.

-Yibo, cuánto tiempo ¿No?

Entre Sombras Y LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora