Capítulo 24

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Xiao Zhan. Aquel era el único pensamiento de Wang Yibo. Su cuerpo deseaba no alejarse de él. Pero su pecho también le decía que algo malo iba a ocurrir. Sus manos se movieron casi por naturalidad. Desbloqueó su teléfono y marcó a su mejor amigo. La llamada salió, pero el mensaje de apagado o fuera de cobertura anunció que su plan se había visto denegado. Chasqueó la lengua y, siguió caminando. Deambuló por los pasillos del hospital, hasta llegar a la puerta deseada. La 314, donde en esos instantes Xiao Zhan debería de estar durmiendo. Así que entró sin llamar, pero mayor fue su sorpresa al descubrir que ese pequeño demonio estaba de pie. Los ojos de ambos no tardaron en encontrarse, uno expresó miedo y, en cambio, el contrario sorpresa.

—Yibo—chilló Xiao Zhan sin saber qué hacer.

—Xiao Zhan ¿Qué haces despierto ahora?

—Nada, solo paseaba un poco por la habitación—le dijo mientras jugaba con sus dedos.

—Sabes que no es bueno para tu salud, deberías estar en cama, no de pie.

—Muchas cosas no son buenas para la salud, pero lo hacemos, la diferencia tuya a la mía es simple, yo he llegado a un límite, en cambio, tú aún no—dijo Xiao Zhan antes de sentarse en la cama, no se quería ver débil, pero levantarse le había producido más cansancio de lo estimado.

—¿Cuál será mi límite?—preguntó Wang Yibo.

—No lo sé—le respondió Xiao Zhan—. Pero te falta poco para que ocurra—fue lo último que dijo antes de caer a la cama. Se había desmayado.

Wang Yibo al percatarse de ello, prefirió llamar a las enfermeras, antes de repasar de una manera más detenida las palabras del menor. Xiao Zhan, realmente lo había dicho para meter un poco de miedo al mayor, pero grande sería su sorpresa al descubrir que sus palabras habían tenido un peso más fuerte de lo deseado.

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—Liu Hai-Kuan—llamó una voz mayor al susodicho. Wang Zi Teng, aquel había pronunciado aquellas palabras. El Liu se giró y dejó en su escritorio la taza de café que se estaba tomando. Era de noche, pero la cafeína lo ayudaba más de lo deseado.

—Dime—le respondió.

—¿Qué ha ocurrido hoy con tu secretaria?—le preguntó de una manera dura, pues recibir a una joven rogando por su puesto de trabajo no había sido algo muy agradable.

Liu Hai-Kuan frunció los labios por el tono de su padre, pero prefirió no decir nada sobre ello.

—Entré con Wang Zhou Cheng a mi despacho y, la encontramos semidesnuda sobre mi escritorio, cabe recalcar que en su mente se había creado una vida junto a mí. Para cortar ese problema de raíz, decidí despedirla—le explicó sin dejar de mirarlo. Viendo como la cara de su padre se deformaba a una mueca de molestia.

—Supongo que ha sido lo mejor—le respondió sin saber realmente qué decir.

—Papá, si no tienes nada más que decir, te pediría que dejaras mi despacho, tengo trabajo que terminar y, hoy, me apetece terminar antes de lo esperado—le dijo antes de darle un sorbo más a su café y fundir sus ojos en el ordenador. El Wang mayor quiso quejarse de lo dicho, pero prefirió hinchar el pecho con orgullo. Había criado un buen hijo.

—Me alegro de que te centres en la empresa, eres un buen hijo—le dijo antes de marchar. Liu Hai-Kuan por su parte solo alzó una ceja, a veces le encantaba escuchar esos elogios de su padre, pero otras veces sus pensamientos vagaban a Wang Yibo. Un hermano que nunca había escuchado esas palabras de su propio padre. Algo triste la verdad.

Entre Sombras Y LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora