Wang Yibo estaba en shock. No podía creer que su padre hubiera tenido un primer amor y un hijo. Toda su vida había jurado que solo había amado a su madre. Su medio hermano, Wang Hao Xuan, lo miraba con seriedad.—Mientes, mi padre solo amaba a mi madre.
—Es la verdad Yibo, no tendría porqué mentir.
A pesar de tener el brazo herido por una bala disparada por el otro Wang, en ese momento Wang Yibo no sentía dolor. La rabia y la confusión lo dominaban.
Por otro lado, Wang Hao Xuan sabía que se le ahogaba el tiempo, pues era cuestión de minutos que apareciera la policía, así que tendría que tener de una vez por todas lo que tanto deseaba. Pelear a muerte contra Wang Yibo. Deseaba tanto matarlo, porque a fin de cuentas ese chico siempre había tenido lo que el tanto anhelaba, dinero, familia y a ese maldito chico de sonrisa bonita.
—Vamos Yibo, si tanto me odias vamos a resolver esto—le reto antes de tirar el arma al suelo y prepararse en una posición de ataque.
Sin ningún tipo de preparación, ambos comenzaron a luchar. Los golpes de Hao Xuan eran precisos y contundentes. Wang Yibo pronto se encontró en desventaja.
El joven gritó mientras sentía cómo su nariz se rompía bajo el puño de Hao Xuan. La sangre comenzó a fluir, ahogándolo. Cayó al suelo, y Hao Xuan aprovechó para empezar a ahorcarlo.
—Eres débil, Yibo. Siempre lo has sido. Pero ¿sabes una cosa? Si tuviera más tiempo, te follaría, después de todo fui tu primer amor y cumpliría tu deseo de tener mi polla en tu culo—se burló antes de escupirle en el rostro casi morado del menor.
En un intento desesperado por sobrevivir, Wang Yibo buscó algo a lo que aferrarse. Sus manos encontraron el arma que Hao Xuan había tenido minutos antes. Con poco aire en sus pulmones, apuntó y disparó en la parte derecha de la cabeza de Hao Xuan.
—Cállate malnacido—jadeó mientas unas lágrimas asomaban por sus ojos.
Hao Xuan cayó al suelo, sin vida.
Justo en ese momento, la policía irrumpió en la escena. Los oficiales detuvieron a Wang Yibo, quien apenas podía mantenerse en pie debido a sus heridas.
—¡Manos arriba! ¡No te muevas!—algo un poco tonto, pues Wang Yibo estaba inmóvil porque tenía el cuerpo de un muerto encima de él.
En el informe policial, se detalló que había tres muertos en la escena y un hombre en estado de shock, además de Wang Yibo, quien fue arrestado y llevado al hospital bajo custodia.
En aquella sala de hospital un joven lloraba sin remedio. Había matado a una persona, había llevado a la muerte a su mejor amigo, acaba de descubrir la verdadera historia de su padre. Todo le había llegado de golpe y no estaba siendo capaz de soportarlo.
—Sedar al paciente, necesita calmarse para curar sus heridas—fue lo último que escuchó antes de que lo sedaran.
En otra parte de la ciudad toda la familia Wang acaba de ser informada del incidente. El hombre más mayor no podía creer que su hijo menor estuviera siendo juzgado. Sin embargo, todos ellos salieron deprisa de la mansión Wang para ir al hospital. Aunque no tuvieron algo en cuenta, los paparazzis habían sido informados ante que ellos y los estaban esperando en la puerta con sus grandes cámaras. Captando justo el momento donde Wang Zhou Cheng y Liu Hai-Kuan se encontraban agarrados de las manos, al igual que Ji Li y Wang Yizhou.
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Pasó una semana de aquella noche. Una semana donde todos los padres volvían a estar reunidos. Sin embargo, no para apoyar a Wang Yibo y sus hijos, no, se encontraban allí porque las acciones de sus empresas habían bajado significativamente por el escándalo formado por la familia Wang.
Además, los señoras Xiao tenían el grito en el cielo pues su hijo Xiao Zhan no daba señales de vida y, Wang Yibo no decía su ubicación. Solamente les había dicho un "está bien".
Ji Li por su parte se encerró en una habitación, incapaz de ver a su madre, pues esta solo lo insultaba por la falta de maquillaje, además se había bronceado al conocer muchos sitios con Yizhou y eso odiaba su madre. Ella quería que fuera blanco como la nieve. Sin embargo, el prefería ese color de piel. Le daba un toque más humano. Así que, para evitar eso, solo se encerró allí. De vez en cuando recibía visitas de su hermano y prometido. Informándole sobre la situación actual del caso y de Zhan. Sus padres nunca fueron a buscarlo.
Zhou Cheng por su parte sobrevivía a su familia y los comentarios despectivos de su madre hacia su cuerpo "poco usual para ser un doncel". No le hacía mucho caso, pues solo le decía aquello cuando Hai-Kuan no estaba cerca. Sumándole los malditos paparazzis. Estos no dejaban de perseguirlos y más de una vez habían intentado entrar en la mansión Wang. Haciéndole sentir aún más inseguro.
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Wang Yibo miró por décima vez el reloj de aquella sala, lo habían vuelto a citar para testificar sobre lo ocurrido hacia una semana. Pero el abogado contratado por su querido padre le había dicho que solo hablaba cuando estuviera el presente y, aquel no era el caso, así que no hablaría nada. Aunque algo le estaba comiendo la cabeza. Xiao Zhan. Ese maldito pensamiento no abandonaba su cabeza.
—Tengo derecho a una llamada ¿verdad?—habló por primera vez en una hora.
—Sí, ¿desea llamar a su abogado?—le preguntó el policía.
—A ti te lo voy a decir—fue lo único que le respondió antes de agarrar el teléfono.
Amaba una cosa de él, su capacidad para recordar. Sin titubear llamó un número. Sonó varias veces y por momentos llegó a pensar que nadie contestaría, pero finalmente la otra persona habló.
—Hola, ¿quien es?
—Soy Yibo. No tengo mucho tiempo así que seré franco. Mi juicio es en dos meses. Por lo que más quieras, no lo traigas. No dejes que venga ese día. Que se cure, lejos de las cámaras, lejos de su familia, de mi. Que solo se centre en su persona. En nadie más, si es posible que olvide el apellido Wang. Más bien de todo, por favor.
Le quiso dar las gracias pero los policías habían cortado la línea. Suponía que responder de mala manera al policía le había quitado minutos de su llamada.
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—Lo has escuchado, ¿verdad?
—Sí—fue lo único que respondió, pues su garganta tenía un nudo. ¿Cómo podría olvidar a Yibo si se había vuelto su mundo?
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Entre Sombras Y Luz
FanfictionXiao Zhan no está bien, no después de sus quince cumpleaños. Cada año, cada mes, cada hora, minuto y segundo, se vuelven más monótonos, el Xiao se vuelve una marioneta vacía. Pero nunca pensó que un Wang pondría su vida patas arriba. Y un Wang, nunc...