Wang Yibo comenzaba a desesperarse, estaba incumpliendo tantas normas de seguridad vial, pero aquellos policías solo seguían, no enviaban ningún tipo de refuerzo, necesitaba policías para detener todo lo que podría llegar a ocurrir. Sin embargo, estos no llegaban. Él, en cambio, sí. Estaba llegando a la base de operaciones. Donde todo se definiría. Su vida, la reputación de su familia, su relación con Xiao Zhan. Todo su mundo estaba suspendido en un hilo. Un hilo que era fácil de cortar.
Sus manos se movieron con rapidez y cambiaron de marcha, faltaba poco, muy poco.
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Cao Yuchen gritaba y se removía, intentando soltarse de aquel sujeto. Pero este lo estaba arrastrando por donde habían ido a la habitación. Aun sangrando, aquel hombre era lo suficientemente fuerte como para casi arrancarle el cuerpo cabelludo y arrastrarlo a la vez.
-Suéltame por favor-rogó al sentir como su pelo comenzaba a desprenderse de él.
-Maldita perra, deja de hablar o juro que te cortaré la lengua. Créeme, ganas no me faltan-le dijo antes de estirar más.
Volvieron a pasar aquellas salas, pero esta vez, todas las personas se giraban a verlos, a burlarse de él. A llamarlo perra, puta, marica, tantos insultos que le penetraban en su cabeza. Haciéndole sufrir más. Pero lo peor de todo es que algunos le escupían saliva y otros... Mejor no decir nada.
Cuando volvieron a la sala de reuniones, aquel hombre lo tiró al centro de la habitación.
-Vaya... Así que, la pequeña perra te ha castrado-le dijo Wang Hao Xuan a su subordinado.
Zhao Yi Qing, gruñó como respuesta. Sin embargo, no tardó en comenzar a reírse como un loco. Estaba drogado, así que en parte era normal, después de todo no sentía ningún dolor, solo sentía morbo. Un maldito enfermo que toda su vida sexual se resumía en su gran deseo de amputarse su propio miembro. Lo había hablado tantas veces, pero nunca se había visto capaz de hacerlo, aunque gracias a aquella "perra" lo había logrado.
-Estás enfermo-susurró Wang Hao Xuan antes de reír-Dime. ¿Por qué estás aquí?-preguntó.
-Esta perra-dijo refiriéndose al Cao-. Después de desmembrarme, me golpeó dejándome inconsciente. Sin esperar mucho cogió mi teléfono y llamó a Wang Yibo. Le explicó toda la situación y le reveló que estabas vivo. Justo antes de que pudiera llamar a la-Zhao Yi Qing no pudo terminar aquella frase, cayó muerto al suelo al instante y todas las vistas se posaron en el Wang. El cual desprendía un aura demasiado tenebrosa y en su mano derecha sostenía un arma.
-Maldito-susurró antes de acercarse al Cao y golpearlo con su pie izquierdo. Haciendo que su mandíbula se torciera de una manera poco natural. El menor jadeó y sintió como sus encías sangraban.
Pese al golpe, levantó la vista y observó a Ren Jianlun, intentó sonreírle, haciéndole entender que todo estaba bien. Sin embargo, otra patada en su boca, le impidió lo cometido.
-Maldito bastardo, ¡Llevo años esperando el mejor momento para revelar mi identidad!-le gritó Wang Hao Xuan-. ¿Sabes el tiempo qué conlleva? ¿Tiempo y dinero?-el menor negó-. Claro que tú no sabes nada. Solo eres un perrito faldero-escupió antes de pisarle la cabeza. El menor se intentó remover, pero la presión se hizo más fuerte, haciéndole jadear de dolor.
Ren Jianlun gritó de la rabia, se encontraba atado y con un arma apuntándole directamente al cráneo. Si no fuera por ello, estaría matando a Wang Hao Xuan.
-Debería matarte-le susurró con una sonrisa macabra en el rostro-. No... Tal vez... Debería despellejarte vivo o dejarte a las personas que están detrás de esa puerta, créeme, eres un dulce para ellos. Un dulce que serían capaz de cortar a pedazos con tal solo cumplir sus malditas fantasías-le dijo sonriendo aún más. Aunque eso no fuera posible. Sin embargo, sus planes se vieron frustrados al entrar una persona más en la sala, la cual se encontraba muy agitada.
-¿Qué ocurre?-gruñó Hao Xuan.
-Señor, nos acaban de informar sobre dos coches, los cuales tienen un comportamiento extraño y se acercan con mucha rapidez hacia aquí-le informó temblando al observar el cuerpo muerto.
-Joder-bramó. Antes de llevarse las manos a la cabeza-. Avisa a todo el mundo, todos deben de irse ahora mismo, ninguna persona debe quedarse y seguir con sus actividades. Además, informa a los de abajo y que se libren de toda la mercancía-le ordenó y antes de pensarlo aquel chico ya no estaba en la sala.
-Yibo-susurró Cao Yuchen emocionado. Su amigo venía, así que había creído en él.
-Muere-fue el último susurro que escuchó antes de que todo se tornara negro.
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Liu Hai-Kuan volvió a mirar por la ventana de su habitación. Observando la noche que se alzaba, era tan hermosa, la luna estaba llena, alumbrando con mucha fuerza y las estrellas formaban hermosas constelaciones. Todo era tan perfecto, pero sentía que nada era así.
Muy en el fondo siempre se culpó de la actitud de Yibo. Aun siendo el hermano mayor, no lo defendió de la mala vida. De las carreras ilegales. De Wang Hao Xuan. Yibo solo había vuelto "al camino correcto" cuando aquel maldito amigo suyo había muerto. Sin embargo, Liu Hai-Kuan sabía que su hermano nunca se había ido de ese mundo. Lo supo cuando más de una vez volvía en la madrugada, cuando su cuerpo llegaba lleno de rasguños y algunas veces golpes. Su padre nunca se dio cuenta debido a que nunca estaba en casa, su hermano Jackson se encontraba en Corea del Sur y él, simplemente, esperaba el regreso de su hermano como un imbécil. Todas esas veces discutió con él, pero al final siempre le entregaba un vaso de agua y algunas pastillas para el dolor.
Sin embargo, se alegró al observar que Yibo había tenido la iniciativa de salir de aquel mundo. Todo parecía ir relativamente bien, pero la llegada de aquellos tres hermanos había derrumbado lo poco construido. Y ahora Wang Yibo no únicamente llevaba su alma, sino también la de un inocente, Xiao Zhan. Liu Hai-Kuan sabía que Yibo daría su vida para que no le pasara nada a nadie que estuviera en su cargo, pero tenía miedo, mucho. Porque no quería perder a su hermano menor y el dolor en su pecho no le hacía sentir más tranquilo, al revés, lo estaba alertando.
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Entre Sombras Y Luz
FanfictionXiao Zhan no está bien, no después de sus quince cumpleaños. Cada año, cada mes, cada hora, minuto y segundo, se vuelven más monótonos, el Xiao se vuelve una marioneta vacía. Pero nunca pensó que un Wang pondría su vida patas arriba. Y un Wang, nunc...