—Una moto, llegando a altas horas de la noche, PUDO HABERTE PASADO ALGO. —gritó su madre furiosa.
—Joey, podemos solucionar esto, escuchemos a Kemi, nos puede explicar. —interrumpió su padre.
—No me interesa ninguna explicación. —caminó hacía Akemi. —No quiero, volver a verte en esa moto y mucho menos, con ese chico. —finalizó Joey, la madre de Akemi.
—Lo lamento Mamá, Saori se me perdió en el camino y ya no me pude regresar con ella.
Su madre suspiró.
—Ya está aclarado, nos vemos en la mañana, buenas noches. —se dirigió a las escaleras.
—Lo lamento, papá. —
—Kemi, no te preocupes, tu madre está asustada es todo, verás que se va a solucionar todo mañana. —besó su frente y salió de su habitación, observó a su hija de lejos y cerro la puerta.
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La mañana es fresca acompañada de un cielo nublado, Akemi se encontraba buscando cada cuaderno de su libro para guardarlo en su mochila.
—Te ire a dejar en la escuela, no queremos que te vayas a escapar a algún lado. —mencionó la madre de Akemi.
—No voy a otro lugar que no sea trabajar, deberías entenderlo. —rodó sus ojos mientras colgaba su mochila en su hombro.
En su mano izquierda llevaba su teléfono y en la derecha un vaso de café, le dió un sorbo y se dirigió hacia el auto de su madre.
El camino fue silencioso para ambas, Akemi creía que le esperaba un castigo, y tal vez así será.
—¿Sabías que ese chico con el que llegaste le rompió la nariz a nuestro vecino hace un año? —mencionó su madre.
—Que gran dato. —respondió Akemi con su semblante serio.
—No quiero que te haga daño, cuídate mucho y por favor elige bien con quién te juntas. —su madre giró el volante para estacionarse. — Ya llegamos. —
Akemi bajo del auto y se adentro en el edificio para irse a su casillero y guardar cada uno de sus libros correspondientes.
—Eres toda una celebridad. —Saori le mencionó a sus espaldas, espantandola. —¿Te has dado cuenta que has viajado con Kakucho? Es uno de los chicos más guapos y ardientes de todas las carreras. —
—Saori, al menos avísame que estás aquí, me espantas. —llevó una mano a su pecho.
—Dime, entonces te interesaste en el, por lo que veo. —le dió un sorbo a su jugo de naranja que sostenía en su mano.
—Solo me llevó a casa, eso es todo. —Akemi cerró su casillero, harta de la situación.
—Pudiste confiar en alguien más, pero te creeré. —de nuevo volvió a darle un sorbo a su jugo.
