𝟬𝟭𝟬 bienvenido al patio del diablo

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CAPÍTULO DIEZ

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CAPÍTULO DIEZ.
bienvenido al patio del diablo

   EL VIAJE a Kansas City fue largo y agotador

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   EL VIAJE a Kansas City fue largo y agotador. No hubo más que conversaciones triviales durante largos y peligrosos trayectos por carreteras desiertas, docenas de noches sin dormir en los oscuros bosques y horas rebuscando en edificios abandonados llenos de cadáveres putrefactos. Todos estaban cansados, hambrientos e inclinándose más y más hacia el borde de su propia paranoia con cada día que pasaba, temerosos de que algo o alguien fuera a tomarlos desprevenidos cuando menos lo esperaran y acortar su viaje degollándolos primero.

     Ezra Windsor sabía que transportar la cura potencial para la humanidad a través del país no iba a ser un trabajo atractivo. Desde el momento en que exhaló su último aliento, nada en su vida ha sido atractivo. Sin embargo, Ezra pensaba que ya habrían llegado ahí, donde estaba Tommy. Sabía que el viaje sería largo, pero entre Joel y Vienna, que se turnaban para conducir por la carretera desde hacía dos o tres días, pensó que estarían cerca, pero aún estaban muy lejos de donde tenían que estar.

     Podría haber sido peor. Antes Ezra hubiera preferido permanecer atrapado detrás de las paredes de FEDRA en lugar de estar en la carretera con su madre y una niña infectada. Pero con todo el tiempo que había pasado en el último par de días después de la pérdida de Tess, Bill y Frank, que estaba empezando a acostumbrarse a tener a su mamá y Ellie alrededor. Eso no significaba que alguna vez perdonaría a su madre por sus errores pasados, o que alguna vez recibiría a Ellie en su vida con los brazos abiertos. Sin embargo, ya no las percibía como una carga a sus ojos. Eran más como compañeros de viaje que cualquier otra cosa en estos días.

Hablando de compañeros de viaje, Ezra fue despertado de repente por Ellie, que previamente le había dado un codazo para despertar al joven de su tranquilo sueño. Ezra giró entonces la cabeza hacia un lado para mirarla, bajando la vista hacia el libro de chistes que la chica tenía en las manos, observando cómo una sonrisa traviesa se dibujaba en la comisura de sus labios. Aunque Ezra no encontraba la gracia en una serie de chistes de la vieja escuela, Ellie y él habían empezado un pequeño juego. Las reglas eran que Ellie tenía que encontrar un chiste que le hiciera reír y, si lo conseguía, era un premio lo bastante grande para ella, ya que Ezra no sonreía mucho últimamente.

𝐈 𝐊𝐍𝐎𝐖 𝐓𝐇𝐄 𝐄𝐍𝐃 | ᵗʰᵉ ˡᵃˢᵗ ᵒᶠ ᵘˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora