Pálido rostro.

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— Por cierto. — Tomó una galleta y la sumergió en el chocolate caliente que Frankly le había servido — Wally dice que le debes el correo de Eddie, ¿a qué se refiere?

El azabache se atragantó, se sonrojó y después del asombro frunció el ceño.

— ¡¿Por qué te dijo eso?! Eso es privado.

— Dime, soy tu amiga.

— Nos conocemos de dos días — Aclaró, amargado y sonrojado.

— Pero soy tu amiga.

— Es como que yo te preguntara por lo que pasó en la fiesta, no me quieres decir, ¿o sí? O ¿por qué rayos te fuiste durante cuatro meses? Es mega raro, apenas nos hemos dado el tiempo de conocernos.

— Eso es mega privado. — Frank levantó su ceja y sonrió

— Soy tu amigo. — Argumentó.

— Bien, entonces no me digas lo del correo de Eddie, le preguntaré a Wally de todas formas.

— ¿Por qué tanta cercanía con Darling? — Preguntó con cizaña, tomando de la bebida.

— Porque fue el primero con el que hablé.

— Eso no es cierto. — Levantó su dedo y lo movió de un lado a otro, sonriente. — Primero hablaste conmigo, luego con Sally, fue el último con el que cruzaste palabra de hecho, y después de hablar por primera vez contigo se va despavorido de una fiesta, raro ¿no? Después, dos días exactamente, te vas y vuelves cuatro meses después. Mucho más raro.

Julie notó su error y se comenzó a angustiar, ¿sería que le diría cómo es que conoció a Darling? ¿Le confiaría su trabajo sin cuestionarle? Aún cuando sabía que a él le avergonzaba...

— Son... varias cosas.

— ¡Entonces sí hay algo!

— ¡Cuéntame lo del maldito correo y te digo porqué me fui!

— ¡Trato hecho! — Le dio su mano y la estrecharon.

Julie se enteró de algunas cosas curiosas, y Frank supo que ella acarreaba varios problemas antes de llegar al vecindario, mismos que tuvo que regresar a enfrentar.

— Eso no explica lo de la fiesta.

— Nunca dijimos que te diría lo de la fiesta.

— Tramposa.

Resulta que, ante un bloqueo creativo — de la poca creatividad que tenía — Frank le había pedido a Wally que escribiera unas cartas de amor para su novio, como detalle de aniversario, le pagó, claro, porque ese hombre no hacía nada que no tuviera dinero de por medio.
Pero resulta que Eddie respondió y ahora Frank apenas tenía idea de lo que Wally había enviado, por lo que debía seguir con la mentira. Pero en una de esas cartas venía algo un poco más... privado. Y Wally le reclamaba el supuesto trauma que representó. A eso se refería, «me debes el correo de Eddie»

Ahora Julie volvía a su casa, reflexionando sobre su felicidad, esa visita fue alegre, fue acogedora, realmente se sentía agusto con Frankly, pero apenas salió sintió el frío en su espalda de nuevo, se debería de acostumbrar a eso.
La siguiente semana debería volver a su pueblo a por los resultados de su doctor, puesto que él checaría si era pertinente aumentar la dosis o no, hasta entonces, debía tratar de sobrevivir con la que recibía.

Visualizó la casa de Wally y pensó en ir, sentía que de alguna forma lo necesitaba, pero decidió abandonar ese pensamiento, le prometió saber estar sola, pero... ¿y si simplemente ocupaba un amigo?

Tocó a la puerta, pero fue ignorada, tocó dos veces más y nada, se apegó a la puerta y escuchó a la lejanía ruido, parecían palabras, por lo que atinó a pensar que estaba trabajando. Suspiró y se retiró, cruzando por el pórtico se adentró a su casa, que a pesar de haber sido recogida, le parecía muy gris, no le apeteció abrir las cortinas, y revisó la hora, seguramente Wally estaría ocupado a partir de ahora a esa misma hora, se preparó de merendar y se sintió muy sola, se había acostumbrado durante tres meses y medio a estar acompañada, tal vez es lo que ocupaba de nuevo, estar sola, la promesa inicial que le había hecho a Darling, no la había cumplido durante los últimos meses, pero a pesar de todo... se seguía sintiendo muy sola, así estuviera acompañada de personas.

Una lágrima corrió por su mejilla y la hizo despertar de su propio trance, para cuando miró, estaba aún más oscuro, ya había anochecido. Su mirada se arqueó y no pudo más que ir corriendo a su habitación y llorar de desesperación, ¿cómo había pasado media tarde sólo perdida en sus pensamientos? No recordaba nada de esas horas, apenas lo que había pensado, recuerdos de su amigo, de la visita a sus hermanos y el encuentro con ese chico...

Entonces lloró más, recordó, recordó y recordó, cómo habían sido ellos dos contra el mundo varias veces, cómo estaba segura que ellos dos pasarían su vida juntos, cómo serían una pareja...

Pero no pasó, la rechazaron y posteriormente su padre murió, perdió a dos de sus amigos y se alejó de su familia, todo porque sintió que un chico le había robado parte de su corazón, la utilizaron para conseguir sexo y despojada de su alma se retiró del bosque.

Ahora estaba en un nuevo lugar que aún no sentía como su hogar, con vecinos que no eran más que eso, vecinos, y un sólo amigo que sentía cada hora más lejano, comprender que ya no dedicaría dos horas de su día a ella era difícil de asimilar, él tenía su vida y ella debía seguir con la suya, ya no le interesaba puesto que lo rechazó y ahora estaba perdida. Sin rumbo, sin un objetivo. Entonces consideró volver a pensar la propuesta de Wally, ¿estar con él? ¿Por qué no?

Lo descartó, sabía que era lo más egoísta que podría hacerle, además de que él no era tonto, la rechazaría al saber sus intenciones, un clavo no saca otro clavo. Estaba desesperada, y no podía pensar, estaba ahogada en pensamientos y gritaba entre sollozos, entonces, pensó, oh, el teléfono, lo que era estar mal y que solo fuera necesario telefonear y al otro lado una dulce voz te llamaría «amor», te escucharía, lo que era que te aconsejara, lo que era que te escucharan. Pensó en otra idea mejor, ir a casa de Wally, sabía que él no la dejaría sola, pero igual, era malditamente egoísta.

No pudo hacer otra cosa que quedarse dormida al tiempo que desprendía las últimas lágrimas sobre su pálido rostro.

Medicated Girl | Welcome HomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora