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Los primeros años de un cachorrito son fundamentales para su desarrollo física, emocional y psicológico. Durante estos primeros meses, los cambios que experimentará son espectaculares y resultaba muy emocionante para los padres presenciar estas etapas. Aunque todavía es muy pequeño, en estos primeros meses de vida comienza a forjarse su personalidad, empieza a desarrollarse su inteligencia y aparecen las primeras bases de su comportamiento, lo cual resultaba ser muy importante y mucho de esto dependía de la crianza que le fuera dada.

Slime y Mariana daban lo mejor de sí para educar a Juan de la mejor manera, que creciera siendo un niño muy feliz y bien portado, pero eso era algo que todavía no podían implementar, así que mientras tanto se ocupaban de enseñarle las cosas de acorde a su edad, y es por eso que cuando el pequeño Juan aprendía una cosa nueva sus progenitores no cabían de la emoción, y pues como todo padre les encantaba presumirlo. 

El omega vio una gran oportunidad cuando su bien amigo fue a visitarlo, llevando a su pequeña bebé de dos meses consigo, entonces era la ocasión perfecta para mostrarle a alguien lo que su pequeño había aprendido recientemente. 

― Bebé, dale un besito a papi ― el omega hizo un puchero que buscaba ser adorable, hablándole directamente al cachorro que estaba sentado en sus piernas, se inclinó un poco para acercar su cara a la del pequeño.  

Juan lo miró un rato, soltando risitas por lo graciosa que le parecía la mueca de su padre, pero como buen bebé hizo caso, dejando un baboso pero tierno beso sobre la nariz de su progenitor, no podía dejarlo en ridículo en frente del otro omega y su bebé.

"Tienes una mancha en tu nariz, papi" 

― ¡Oh que tierno! ― Quackity, quien veía a Mariana limpiar la baba dejada en su nariz, se notaba enternecido por la acción del cachorro. 

"Si si, como sea! 

Ese era el tipo de reacciones que a Mariana le gustaba recibir sobre su cachorro así que orgulloso le regaló una sonrisa al contrario, ya le llegaría el momento de presumir sobre su bebé, pero por ahora ambos eran la estrella del momento.  

Juan no entendía porque su tío lo miraba de esa forma, pero poco le importaba, era más interesante para él mirar al bultito en sus brazos, si antes le parecía raro ahora más, es que habían estado allí por un rato y esa bebé casi no se había movido lo cual le traía mucha curiosidad a su pequeña y precoz mentecita, ¿Será que siempre está durmiendo? 

― Dile que me dé uno a mí ― pidió el otro omega, con ojos brillosos, empalagado por la ternura del bebé gruñón. 

― A ver, dame a Ari para que puedas cargarlo ― dijo Mariana, extendiendo sus brazos para tomar al otro cachorro, en cuanto Quackity tomaba a un enfurruñado Juan de las piernas de su padre. 

"¿Es en serio? ¿Me estás cambiando por la bebé que no hace nada?" 

Para expresar su rabia comenzó a patalear, dejando claro que la idea no le hacía nada de gracia, Quackity intentaba conternelo, no se daría por vencido, no entendía porque Juan lo odiaba así que quería cambiar eso, demostrarle al bebé que podía ser un buen tío.  

― Juan no seas así ― regañó su padre, aunque aun manteniendo la voz dulce que utilizaba para hablarle ― dale un besito a tío Quackity. 

 "¡No quiero! ¡Quackity no me gusta!"

Sus pequeñas patadas continuaban, resaltando la incomodidad de estar lejos de los brazos de su papi, pero en ese momento Quackity lo acercó hacía su pecho de forma repentina, comenzando a sisear muy bajito, el sonido resultaba bastante relajante y los bebés no eran susceptibles a este, por supuesto Juan no era la excepción dejando de patalear a los pocos segundos, esto conjunto a las fermonas maternales que había adquirido luego del parto lograron calmar al pequeño mimado que por primera vez en sus meses de vida se dejó hacer por Quackity, casi ronroneando del gusto. 

"¿Qué? ¿Por qué hueles a papi?" 

Mariana miraba sorprendido a su bebé, estaba realmente tranquilo recostado en el pecho de Quackity, pero notablemente confundido, pasando su naricita al rededor y olfateándolo. 

― Vaya, has aprendido bastante en solo dos meses ― felicitó el menor, sonriéndole con empatía, orgulloso de su amigo, definitivamente sería un buen papá.  

Quackity asintió con orgullo, tomando una de las manitas de Juan para dejar pequeñas caricias en ellas. 

― Pero creo que Ari tiene hambre ― señaló divertido Mariana, la pequeña cachorra se removía en su pecho buscando desesperadamente alimentarse. 

Una escena que a Juan no le gustó, sacándolo inmediatamente de su mundo de paz.  

"¡¿Qué está haciendo esa cosa horrorosa?! ¡Esa es mi leche! ¡Mía!" 

El bebé se mostró nuevamente indignado, ¿Quién se creía Ari? Mostraba una fachada de bebé tranquilo que no rompe ni un plato pero en la primera oportunidad intenta robarle su leche, no se podía confiar en nadie más. Molesto comenzó su lucha de balbuceos que pretendían ser reclamos y pataletas en búsqueda de volver a los brazos de su papá.

― Pa... pa ― balbuceó al borde del llanto. 

― Oh, creo que se puso un poco celoso ― comentó Quackity con gracia, no tenía ni siquiera tamaño para las acciones que realizaba. 

Mariana asintió, tomando con cuidado al bebé hambriento para devolver a los brazos de Quackity, necesitaba tomar nuevamente a su pequeño terremoto, porque así como aprendía cosas buenas, también adquiría hábitos poco agradables, como morder por ejemplos, y tenía algo de miedo que alguien resultara herido, la otra vez tuvo que tomar a su cachorro con rapidez, el instinto materno de Quackity estaba muy a flor de piel y quien sabe cómo podía reaccionar ante el llanto de su bebé, mucho menos al causante de dicho llanto. 

 "MI papi, mi leche"

Baby Thoughts [FLIPORIANA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora