Capítulo I: Narrim, del Reino Rongo

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Años tras la derrota de Ganondorf, regresa por fin la calma a Hyrule. Toda su gente por fin podía caminar por los amplios paisajes del reino y realizar sus labores con tranquilidad. El cataclismo no solamente significó muerte, sangre y pérdidas materiales para toda su gente, pero también una temible recesión, la comida aunque suficiente, empezaba a costar el doble de su valor, la criminalidad iba en aumento, el trabajo era carente e ineficiente, el reino soportaba, la esperanza no se apagaba, ¿pero por cuánto tiempo? Zelda parecía siempre despreocupada, iba haciendo sus investigaciones como solía hacer antes con la compañía de su amado Link, sus voceros que quedaban perseguían a la princesa adonde fuera para que regresara al castillo y se hiciera cargo de todo. Quizá en esos instantes quería paz, pero en un momento todo cambió cuando fueron asaltados por un grupo de maleantes. Ahí por fin se reventó su burbuja.

La princesa regresó al castillo para reportar los sucesos, sus voceros, que solo podían apoyar en poco a la princesa, estaban cansados de tener que cubrirla todo el tiempo con mentiras. Su padre había tenido razón, "deja de perder el tiempo en esas investigaciones", recordó. Ahí mismo Zelda se dio cuenta que todo este tiempo había sido infantil.

Se sumergió en los documentos con información importante sobre los fondos del reino, sus deudas, en general papelería de contadores para ver qué podía hacer. Contrató a varios cancilleres para poder entender a la perfección qué necesitaba su reino y los escuchó sin interrupción por horas y horas. El problema era más grave de lo que creía.

-Reconstruir Hyrule no será cosa sencilla, pedir ayuda a los reinos vecinos no se ve tan viable, ya hemos hablado con estos y no se veían muy felices con los resultados económicos devastadores, también la gente sufre de carencias y hambre-dijo uno de sus ayudantes. Zelda, sumergida en una desesperación, solamente pensaba en conseguir fondos y aliados que la apoyen para poder sacar a su gente adelante.

-¿Es posible, si me casara con el caballero Link, que podamos salir adelante?-preguntó la princesa mientras les daba la espalda en su oficina, era una tarde lluviosa-sus cancilleres se vieron entre ellos.

-Link, aún siendo un caballero, no es apto para ser príncipe según dictan las normas de nuestro reino-la princesa Zelda volteó a verlos.

-¿Príncipe?

-Primero que nada, necesita ser coronada como sucesora de su padre. Segundo, Link no es apto para ser príncipe ni rey, los caballeros no pueden, no son de la realeza-la princesa los vio con los ojos bien abiertos.

-¿Si me casara con él?-aquellos se vieron desesperados.

-No dejaría de ser un caballero, princesa, no sería apto para la corona y aunque lo haga, esto nos dejaría en la ruina.

-Pero Link no solo es un simple caballero, es el Héroe de Hyrule, ¿no es eso mejor?

-Lo sentimos mucho princesa, pero no funciona así. Incluso si ustedes decidieran tener una familia, siendo usted la última heredera, sus propios hijos no podrían ser sucesores. Sería el fin del reino de Hyrule-Zelda entonces pidió que todos la dejaran sola por unos momentos.

Sumergida en sus pensamientos, consideraba si era buena opción casarse con Link y permanecer juntos hasta la muerte, pero por el otro lado pensaba en que Hyrule estaba sufriendo y ella lo que más quería, desde antes del cataclismo, era su paz. Miró con atención la ventana que era golpeada por las gotas de lluvia. En unos instantes, sintió que alguien le tomó los hombros por detrás, y al mirar de reojo, era Link. Sonrieron los dos, abrazándose, apenas había llegado de un corto viaje por los alrededores, Zelda le había pedido que fuera a revisar las obras, pero Link no tenía tan buenas noticias. Los recursos se estaban agotando.

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