05. Liberación

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Samara


La comida transcurre un poco incomoda, pues es la primera vez que tanto los papás de Lili como los míos están juntos en un mismo espacio, y sumado al hecho de que Karlo está aquí luciendo tan sexy con camisa arremangada y pantalón de vestir y que básicamente yo solo pienso en saltarle encima, no puedo esperar para que todo el momento acabe.

Hoy está siendo un día demasiado emocional, pues al fin hemos terminado con los juicios por lo que a mi hermana y a mí nos sucedió de niñas, y al causante de todas nuestras pesadillas le han dado demasiados años de prisión como para que pueda ver la luz del sol en su futuro, y sé que, aunque ese hecho debería hacerme sentir aliviada, el saber que mis papás llevarán otro juicio para obtener justicia por mi madre biológica me ha puesto ansiosa.

Ver la dinámica que hay entre todos en la mesa y lo cercana que es Lili a sus papás me llena de nostalgia porque nunca logré obtener algo así con los míos, y para que nadie vea que me han dado ganas de llorar, desvío mi mirada a la mesa, solo que, en el proceso, alcanzo a ver que Karlo me ha estado observando y que por supuesto él sí se dio cuenta de lo que me pasaba.

Me disculpo al levantarme de la mesa y me excuso diciendo que necesito ir un momento al baño, pero en el último momento me desvío a la terraza del restaurante.

Unos segundos después, cuando me he acomodado en el barandal, sé que él está a mi espalda.

—Estoy bien, solo necesito un momento.

Me aprisiona entre sus brazos, se pega por completo a mí y, tras dejar un beso sobre mi hombro, esconde su rostro en mi cuello.

—Yo solo vine a proporcionarte un poco de fuerza prestada.

Su olor, su cercanía y todo él, me ayudan a aligerar la tensión en mis hombros y solo por eso sé que no me importaría el que alguien entrara en este momento y nos encontrara en esta posición.

—Gracias.

Hace un sonido de afirmación y, mientras me rodea la cintura y el vientre con sus brazos, le doy más acceso a mi cuello.

—No he logrado sacarte de mi mente en toda la semana, bebé —No debería, pero cuando me llama bebé, me encanta. Comienza a dejar ligeros besos y luego muerde mi lóbulo antes de hablarme al oído—. Dime que puedo ir a verte esta noche. Necesito estar dentro de ti otra vez.

Sus palabras me hacen soltar un gemido involuntario, pero cuando lo siento comenzar a endurecerse en mi espalda baja, no puedo evitar empezar a humedecerme.

—Te llamaré cuando esté libre.

—¿Lo prometes? —se restriega contra mí y tengo que morderme el labio para no gemir más alto.

Solo alcanzo a asentir antes de que me gire en sus brazos y me dé un corto beso en los labios. Luego mira alrededor del lugar y, tras cerciorare que no hay nadie mirando, no aparta su mirada de la mía mientras se reajusta los pantalones y me guiña un ojo.

—No tardes mucho en volver a la mesa.

Me deja sola en la terraza y me tomo unos segundos más para tranquilizarme y hacer que el sonrojo desaparezca de mi rostro antes de volver con los demás.

Unas horas después me encuentro en el que aún es mi departamento viendo a Javier salir con el resto de sus cosas.

—Perdóname por todo, Ara. Nunca fue mi intención lastimarte. No quise que las cosas terminaran de esta manera.

—No sé si puedo creerte, porque si de verdad no hubieses querido lastimarme, me hubieses respetado mientras estuvimos juntos, o al primer indicio de que estabas empezando a enamorarte de ella, hubieses terminado lo nuestro; sin embargo, dejaste que todo continuara y me engañaste, y no solo de esa manera, sino que me ocultaste el hecho de que no podías permitirte pagar el alquiler de este lugar y por tu culpa ahora yo también me he quedado sin un lugar donde vivir.

Contigo [Booffee #2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora