06. Lujuria

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Karlo


Le hablo a Sam sobre Barcelona, mis papás, mi hermana pequeña y lo que extraño del lugar, y por lo maravillada que parece, me prometo que algún día, si todo marcha bien entre nosotros, la voy a llevar a que conozca mi país y a mi familia, y como estamos siendo abiertos con el otro, ella me cuenta detalles importantes de su vida, como el hecho de haber estado en el sistema de adopciones, cómo se sintió al perder a Lili y luego encontrarla, y lo difícil que ha sido tener que pasar por todos los juicios que se llevaron a cabo hasta el día de hoy.

Llegó un punto en donde ella fue al baño y a su regreso la detuve de sentarse frente a mí y en su lugar la hice sentarse sobe mis piernas, pero ahora soy yo el que tiene que ir al baño como consecuencia de haber tomado demasiados líquidos, así que me disculpo con ella, la ayudo a ponerse de pie y, tras dejar un beso en su cabeza, voy al baño.

A mi regreso la encuentro lavando los pocos cubiertos que utilizamos, y como está de espaldas a mí, aprovecho para observar detalladamente su figura.

Cabello rubio por debajo de los hombros, cintura pequeña, unos centímetros más baja que yo, piernas tonificadas y un trasero que me muero por tocar cada vez que la veo.

Nunca me he considerado me he considerado dador me mucho afecto, pero ella está haciendo que quiera serlo. Quiero mimarla, hacerla sonreír, provocarle sonrojos con mi toque y mis palabras, y no solo eso, quiero que sepa que en mí tiene un hombro para llorar libremente, que sepa que puede ser capaz de contarme sus alegrías, sus penas y sus pesadillas, y que puede experimentar todas sus fantasías sin temor a ser juzgada.

Tomo una respiración profunda y acorto nuestra distancia.

Me coloco detrás de ella y lentamente dejo a mis manos recorrer sus caderas y luego las coloco sobre su vientre.

—No era necesario que te encargaras de eso —recargo mi cabeza en su hombro mientras veo que termina con los cubiertos.

—Sería una mala invitada si no ayudara un poco.

—Sé de algo con lo que podrías ayudar —como tengo mis manos en su vientre, las uso como ventaja para pegar su trasero por completo a mí y que pueda sentirme—. ¿Quieres que primero nos demos una ducha, o lo dejamos para después?

—Ducha después. 

Se da la vuelta tan rápido en mis brazos que me sorprende ser capaz de sostenerla cuando se impulsa para que la cargue.

Me besa como si yo fuera el oxígeno que necesita para vivir y coloca sus manos a través de mi cabello para impedir que me separe. Si tan solo ella supiera que separarme es lo último que quiero hacer en este momento. 

A tientas nos conduzco a una pared para poder recargarla en ella y así yo poder tener un poco más de libertad con mis manos.

—Me vuelves loco, bebé. No tienes idea de cuánto —la ayudo a quitarse la blusa y veo que usa un brazier negro de encaje—. ¿Te lo pusiste para mí? —asiente y comienza a deshacer los botones de mi camisa—. Me encanta cómo luce en ti. Desde ahora el negro será mi nuevo color favorito.

—Y a mí me encanta lo bien que te quedan el pantalón y la camisa. Luces tan sexy.

La beso y poco a poco voy dejando besos en su cuello, su escote y en la cima de sus pechos.

—Por favor. Te necesito.

—Alguien está ansiosa por correrse.

Le doy una sonrisa malvada antes de bajar las copas de su brazier y jugar con sus pezones para después tomar uno en mi boca.

Eso la vuelve loca porque comienza a gemir para mí y a balancearse sobre mi polla en busca de su liberación, pero cuando creo que está cerca, me separo de su pecho y la coloco de pie. Ella luce enfadada por eso.

—No he acabado contigo, es solo que te necesito desnuda.

Le quito el resto de su ropa y me deshago de la mía antes de robarle un beso y darle media vuelta, tomar sus manos en las mías y colocarlas sobre la pared.

—Deja las manos aquí —acaricio sus brazos, bajo por su costado y, mientras me pego por completo a su trasero, subo mis manos de regreso por su abdomen, las coloco sobre sus pechos y comienzo a jugar con sus pezones. ¿Qué puedo decir? Estoy un poquito obsesionado con ese par—. Y no se te ocurra moverlas de ahí. Es hora de que disfrute de mi postre.

Abandono sus pechos y caigo de rodillas detrás de ella para probarla.

—Oh, bebé, ya estás húmeda para mí —uso una de mis manos para frotar su clítoris y eso hace que su cabeza caiga hacia atrás por el placer— ¿Quieres que te haga correr así, o averiguamos si puedes hacerlo con solo mi boca en tus pechos?

—Te necesito dentro de mí. 

Sumerjo un dedo dentro de ella y comienza a montarlos, por lo que aprovecho también para obtener una probada de su culo.

Brinca y gime por lo que acabo de hacer y luego dice mi nombre en tono de súplica. Yo me enderezo para hablarle al oído.

—Dime, bebé, ¿esto es lo que quieres dentro de ti?

Trabajo mi dedo lentamente en su canal y con mi otra mano tomo uno de sus pechos y ruedo su pezón entre mis dedos, luego agrego un segundo dedo dentro de ella para volverla más loca. Como no me responde, abandono su pecho, me separo un poco de ella y le doy una nalgada

—Respóndeme, bebé. ¿Es esto lo que quieres dentro de ti?

—No.

Responde en medio de un jadeo, pero comienza a montar mis dedos con un poco más de velocidad, así que los saco para que aún no pueda correrse, y cuando gira la cabeza por encima de su hombro, me llevo esos dedos a la boca para que me vea limpiarlos.

—Me encanta lo bien que sabes.

—Por favor —me mira con cara de súplica y pega su trasero a mí—. Esto es lo que quiero dentro.

Como no puedo hacernos esperar más, nos doy lo que ambos queremos.

Me acerco a su rostro para poder besarla, consiguiendo que también se pruebe en mis labios, luego regreso mi mano a su pecho y con mi otra mano guio mi polla a su vagina y, tras lubricarme con sus fluidos, entro en ella.

—Tan apretada y húmeda para mí. Eres perfecta —muerdo ligeramente su labio y disfruto de los sonidos que hace. Luego mi mano libre la llevo a su clítoris y la trabajo hasta que tiene su primer orgasmo—. ¿Te gusta tenerme dentro de ti? 

Salgo con cuidado de ella y le doy la vuelta en mis brazos, y como está con las piernas débiles, la cargo y vuelvo a entrar en ella lentamente, lo que me hace sentir las réplicas de su orgasmo.

—Me encanta cómo te sientes en mi interior.

—A mí también, bebé. Y la noche no ha hecho más que empezar.

Contigo [Booffee #2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora