07. ¡Sorpresa!

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Samara

Tengo una sonrisa tonta en mi rostro porque me he despertado con un cuerpo caliente pegado al mío y una mano sobre uno de mis pechos; y si ese no fuera motivo suficiente para sonreír, nada más abrir los ojos recordé todas las veces en que Karlo me hizo correr anoche antes de que él consiguiera su liberación, y es que es un amante tan considerado que cada vez que hemos estado juntos siempre ha buscado mi placer sobre el suyo.

Quito con cuidado su mano de mi pecho y me levanto de la cama para ir al baño, y es que, como me ha pasado en cada día de ésta semana, de repente me dan muchas ganas de vomitar.

Lo que me faltaba. Hoy tenemos que viajar a Mazamitla para celebrar fin de año con mi hermana, mi cuñado y sus amigos y yo voy y me enfermo del estómago.

Me enjuago la boca, me arreglo el cabello y vuelvo a la habitación, o lo que queda de ella, pues anoche decidimos quedarnos por última vez en mi departamento para terminar de empacar mis últimas pertenencias porque al irme de aquí esta tarde, será la última vez que salga por esa puerta pues mi plazo para desalojar vence hoy mismo.

Doy un vistazo alrededor y veo un par de maletas junto a la puerta, nuestra ropa esparcida por todo el lugar y sobre el comedor el libro que estoy leyendo en estos días y los contenedores vacíos de nuestra cena.

—¿Está todo bien?

Miro a Karlo sobre el colchón que hemos dejado en el piso y que forma parte de las últimas cosas a sacar del departamento.

—Sí, solo hacia un escaneo rápido para cerciorarme que nada se nos olvidara.

Da unos golpecitos en el colchón a su lado, pero en lugar de colocarme ahí, decido ponerme a horcadas sobre él, así que aprovecha para poner sus manos sobre mis caderas y posicionarme a la altura que quiere y luego las mueve a mi trasero.

—Así está mejor —le doy una gran sonrisa— ¿Cómo te sientes? Y no solo me refiero al hecho de irte de tu piso, sino a todo. ¿Sigues estando de acuerdo en que les contemos lo nuestro a tu hermana y a Lion?

Anoche, antes de desgarrarnos la ropa y estar el uno sobre el otro, tuvimos una conversación profunda sobre nosotros y hacia qué dirección queríamos que las cosas tomaran su rumbo.

No voy a negar que tengo un poco de miedo de intentar de nuevo una relación, pero al estar estas semanas con Karlo, me he dado cuenta que hacía años que no me sentía tan segura, querida y adorada, y que compartir eso con él me hace feliz, incluso más de lo que creí que alguna vez fui con Javier. Además, el hombre me vuelve loca, me gusta su coqueteo descarado, la forma en que me mira, y me encanta que no me pueda quitar las manos de encima porque yo tampoco he podido hacerlo desde la primera vez que estuvimos juntos, así que ¿por qué no intentarlo si el hombre me encanta?

—Estoy segura de ello.

Coloco mis manos sobre su pecho y hago un ascenso lento para después colocarlas a los costados de su cabeza e inclinarme para besarlo, pero cuando las cosas comienzan a subir de temperatura, unas nuevas nauseas me invaden y voy de regreso al baño.

—Deberíamos ir al médico antes de ir a Mazamitla. Esas pastillas que te vendieron en la farmacia no parecen estar funcionando.

Siento que comienza a sobar mi espalda y retira mi cabello cuando vuelvo a vomitar.

Tras unos segundos en los que parece que ya no vaciaré lo poco que queda de mi contenido estomacal, me ayuda a levantarme, luego deja que corra el agua por el inodoro, baja la tapa, se sienta sobre ella y me atrae a sus piernas para poder sentarme y abrazarme.

Contigo [Booffee #2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora