Enfrentando mi realidad.Me senté en una esquina de la fiesta, agotada por tanto bailar. Aproveche para agarrar algunos dulces de la mesa a mi lado y para romper también la dieta que supuestamente iba a comenzar.
Sonreí cuando uno de mis sobrinos vino hacia a mi.
—Tita—dijo Alan—Estoy cansado de esta fiesta, la gente me ahoga—gruñó sentándose a mi lado con su celular en mano, de inmediato se puso a jugar en el.
Tenia 10 años y aunque era bastante maduro para su edad, odiaba estar rodeado de mucha gente, de hecho acostumbraba a mantenerse en su mundo y no meterse con nadie.
—¿No has tenido la idea de intentar disfrutar estando en compañía?—me reí cuando su única respuesta fue una expresión de (¿Me hablas en serio?)—Comprendo.
—La única persona que considero tan interesante como para escucharla y disfrutar de su compañía, eres tú.
Hice un "aww" y lo abracé con fuerza, de inmediato se removió y me eché a reír cuando se acomodó el pelo avergonzado.
—Yo también te quiero mí Alan—le volví a revolver el pelo y bufó algo entre dientes, sacudí la cabeza divertida y me puse de pie para dirigirme a la cocina. Estaba sedienta.
—¿Te vas?
—Iré a por agua. No me extrañes.
Le guiñé un ojo haciéndolo reír.
Al llegar a la cocina me encontré con la escena de Emi y su novia Camila besándose como dos gatos en celo, algo molesta me aclaré la garganta y de inmediato se apartaron.
—L-lo si-siento mucho—murmuró ella apenada.
—Tranquila no pasa nada—dije sirviéndome un vaso de agua algo nerviosa. Emi me miró con diversión.
—¿No piensas tener novio, Alma?—se burló y ella le golpeó el hombro para que dejara de molestarme.
—No creo que eso sea tu problema—respondí con demasiada sequedad aunque esa no era mi intención.
—Ah, pues creo que se te hace tarde—le pasó un brazo por los hombros a su novia y dejé caer el vaso en la superficie de la meseta con más fuerza de la que pretendía.
—Te he dicho que no es tu problema.
Por la cara de Camila pude deducir que se dio cuenta que yo no estaba para bromas.
—Creo que deberías dejarla tranquila, Emilio.
—Nah, siempre nos hacemos bromas—se encogió de hombros dejándola de lado para venir hacia a mi y ponerme un brazo sobre los hombros, ella por otro lado parecía incómoda—Mi enana no se enfadaría conmigo nunca—me dio un beso en la sien y yo me aparté.
—Prefiero que no me hagas ese tipo de bromas, no me gustan.
—Oh, oh, estás muy sensible—comenzó a darme con un dedo en la nariz de forma graciosa y Camila hizo el ademán de reírse. No sé por qué pero le aparté la mano de un manotazo.
—Basta—gruñí y él se echó un poco hacia atrás con el ceño fruncido, la sonrisa se le había borrado al instante.
—Disculpa... no quería molestarte—pidió algo afectado por mi actitud. Camila se había quedado algo pasmada.
—No, no—puse una mano en mi frente—Perdónenme ustedes a mi, estoy muy cansada y... creo que debería ir a dormir—les dediqué una última sonrisa y ambos asintieron como si lo entendieran.
Rápidamente huí, pero no fui a mi habitación, salí al jardín delantero de casa, no había nadie allí a parte de mi perro.
Me permití derramar algunas lágrimas, ser adolescente era un asco, las emociones, los sentimientos, se multiplican y se siente como si fuera el fin del mundo. Me acerqué a acariciar el pelaje de Doki.
—¿Le sucede algo, señorita?—me sobresalté al escuchar la voz de alguien detrás mío. Al girarme vi a un chico con traje, al parecer era un mesero, no distinguí muy bien su rostro, pues estaba muy difuso por la oscuridad que había en la parte donde estaba él.
—Si, si, no hay ningún problema, sólo me sentí un poco mareada—respondí con el corazón acelerado (¿y si era un asesino?).
Alma relájate.
Me dije a mi misma y me abracé a Doki.
—Debería entrar, aquí podría caerse o desmayarse y nadie se enteraría—sugirió y apreté aún más a Doki quien seguramente estaba maldiciéndome por sujetarlo con tanta fuerza.
Pues no sé si eso es una sugerencia o una amenaza.
Pensé asustada y me aclaré la garganta envalentonada.
—De todos modos, usted no me dice que hacer—se me salió lo terca.
—Tiene razón, pero debería irse con los demás—volvió a decir.
Me levanté enojada con la intención de ir a verle de frente y sólo di dos pasos para darme cuenta que ya había desaparecido.
Fruncí el ceño mirando a mi alrededor. Suspiré cuando no encontré a nadie y me enfoqué en Duki con una expresión de aburrimiento.
—Me pregunto si habrá sido una aparición—me eché a reír de mi propia ocurrencia y me tape la boca mirando otra vez a mi alrededor—Dios, cualquiera pensaría que he perdido los papeles.
Caminé de nuevo a casa y aproveché que todos seguían en lo suyo, disfrutando de la fiesta y de la comida (Emi y Camila siendo el centro de atención) por lo que nadie notaba mi ausencia asi que me escabullí a mi recamara.
Me puse el pijama y me metí en la cama con un bostezo, al rato sentí que tocaban la puerta.
—Pasa.
Dos cabezas se asomaron por una rendija de la puerta, Alan y Mateo, me eché a reír cuándo corrieron a acostarse junto a mi.
—La tía más hermosa del mundo no puede estar triste.
—Bueno, denme amor—pedí y ambos me abrazaron.
—Veamos una peli, ya sé—Matro encendió la tele frente a mi cama y puso una película en Netflix.
Nos acurrucamos los tres en la cama, puse uno de mis brazos en el hombro de cada uno. Pasado un buen rato sentí que alguien me besaba la frente y nos acomodaba a los tres en la cama.
Abrí un ojo y vi a papá.
—Te amo—susurré y el me acarició el cabello.
—Te amo, princesita—respondió besando mi frente otra vez.
Repitió el gesto con mis sobrinos y apagó la luz saliendo de la recámara por completo.
Dulces sueños, príncipe oscuro—susurré para mis adentros y me quedé dormida.
***
Bueno, no sé si les gusta, supongo que es raro el salto de la historia. Pero si no les gusta la idea aquí lo dejamos 🤣❤️.
Las quiero 💫
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The angel: La voz de mi Alma.
FanfictionSinopsis: Quizás algunos ya sepan de quién es esta historia, o tal vez no. Les contaré de forma resumida: Esta es la historia de Alma Cruz Montoya, hija de dos ídolos de la música colombiana, dos personas que tuvieron un pasado problemático, pero qu...