Por favor

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El fontanero le comentó a la princesa los verdaderos planes que tenía Bowser para el día de la boda, causando indignación en la rubia, quien solo confirmó su sospecha sobre la mentira ajena, a partir de ese punto sus propios planes habían cambiado, necesitaban averiguar donde los prisioneros habían sido enviados, si bien encontrar la estrella para quitársela era lo principal, ahora lo más importante era liberar los otros reinos. Peach propuso terminar con el intercambio de identidad, básicamente porque ya no quería poner en peligro al plomero, a lo que él se negó con insistencia, argumentando que disfrutaría ver la decepción en el monarca cuando le revelase que todo ese tiempo fue un hombre  y no quien decía ser. Entonces todo continuó como una especie de rutina, Luigi pasaba los días fingiendo ser la princesa a la espera de que Bowser fuera por él para hacer juntos diversas actividades mientras que la princesa buscaba ahora algún indicio sobre los prisioneros, y de paso la estrella, finalizando la misión de ambos a la media noche, como en los cuentos infantiles, donde la magia se terminaba a las doce.

Uno de esos días fue diferente, o al menos así lo sintió Luigi, estaba junto a Bowser, ambos disfrutando de la compañía del otro mientras observaban el reino a través de un ventanal, era un hermoso atardecer, totalmente digno de una fotografía, entonces, Luigi reposó su cabeza contra el brazo del rey, posando su mano sobre la ajena y acariciando suavemente su cálida piel, sintiendo el fuerte deseo de quitarse ese guante que le estorbaba, quería tocarlo con sus propias manos, quería acariciarlo hasta que su piel se irritara. Bowser sonrío en silencio, ambos guardarían ese momento para siempre en sus memorias.
–Hey, ¿Te he contado que yo, bueno, antes de ser el rey de este maravilloso imperio, quise dedicarme a la música?, soy realmente bueno– confesó el mayor con una sonrisa, –Me gustaría que me escucharas, prometo que no es heavy metal– propuso soltando una risa divertida, risa que obviamente contagió a Luigi, quien tuvo que reprimir el impulso y todo sonido, asintiendo suavemente, deseaba con ansias escuchar aquel concierto que se había perdido por desmayarse. Los días pasaron con monotonía, pero no se quejaba, es mas, llegó cierto punto en el que esperaba con ansias pasar tiempo a solas con el rey koopa, es por ello que agradecía tener a Peach como su cable a tierra, no debía olvidar su misión.

...Okay, si vamos a hacer esto, vamos a hacerlo bien....

ya casi no queda tiempo...


–"Necesito que me digas dónde está la estrella, y quiero que lo hagas ahora"– escribió Luigi en su libreta, lo que obviamente tomó por sorpresa a Bowser. –"Si quieres que confíe en ti, necesito que confíes en mi de vuelta"– argumentó completamente decidido, por primera vez en su vida dejaría el miedo de lado, la situación se había vuelto realmente complicada, por algún motivo el rey había duplicado la vigilancia de la princesa, lo que le dificultaba horriblemente el intercambio.

–Wow, Peaches, primero salúdame ¿Quieres?– rió ligeramente Bowser, peinando su cabello de una forma algo seductora. –Confío en ti preciosa, no te preocupes, antes de que termine la velada podrás verla nuevamente con tus hermosos ojos– afirmó cálidamente, extendiéndole una mano para invitarla a caminar. –Quiero mostrarte algo muy personal, algo que sé que podría agradarte– agregó sonriendo al ver cómo la chica voluntariamente tomaba su brazo para caminar a su lado en silencio.

Juntos volvieron a ingresar a aquella sala donde levitaba una plataforma con el piano, cuidadosamente Bowser ayudó a Luigi a subir los peldaños . –Esta canción, sale de lo mas profundo de mi alma, espero que sea de tu agrado, mi princesa– anunció en espera de que el muchacho se acomodara en un confortable sillón cercano al instrumento. Para ese momento el menor sentía que tenía el corazón en la boca, se había repetido una y otra vez que debía estar tranquilo, mientras no emitiera ninguna palabra, y mientras Peach no se enterase de que estaba violando los límites que no acordaron, pero que se sobrentendía no debía cruzar, todo iba a estar bien; o al menos eso creyó. Las veces que había fingido ser la princesa se había sentido realmente especial, tal vez estaba confundido, tal vez no, lo único que sabía era que no había sentido nada igual desde la preparatoria. Su mente divagó a la vez que Mario golpeó a un compañero de clase que se había atrevido a acorralarlo contra los casilleros mientras gritando le preguntaba por qué demonios miraba tanto a su novia, lo que nunca se atrevió a confesar es que no la miraba a ella.

Medianoche [R18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora