¿Raro?, soy genial

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     Luigi estaba maravillado con la habilidad del dictador para tocar aquel instrumento, en su vida jamás había escuchado alguien tan talentoso, sus familiares solían tocar música de forma casual en su casa, pero, en ese punto pudo entender que ninguno le llegaba ni a la mitad de talento que derrochaba Bowser en ese momento, y es que paulatinamente el rey comenzó a tocar de forma aún mas frenética y apasionada, logrando transmitir una emoción que él mismo pudo sentir en el pecho. Sentía que flotaba con la música a medida que sus sentidos se adormecían y sin poder evitarlo cayó sobre sus rodillas, toda la situación era surrealista, quizá era la fatiga, quizá el calor extremo que se sentía dentro de aquella sala de concierto, pero de un segundo a otro se desvaneció. Un par de minutos después abrió los ojos lentamente, todo a su alrededor daba vueltas y lo único que podía medio visualizar era a Bowser parado frente a él con una expresión seria. –¿Estás bien?– preguntó con un tono desinteresado, resoplando hastiado, agachándose para tomarlo de la ropa y levantarlo del suelo suspendiéndolo en el aire frente a él. –Responde– ordenó autoritario.

      –Si...–  afirmó Luigi débilmente, todo le daba vueltas.  – ¿Por qué... hace tanto calor?– se quejó abanicando su rostro con ambas manos, siendo ignorado por el rey koopa, quien rodando los ojos se limitó a cargarlo sobre su hombro y de esta forma llevárselo a un lugar menos cálido, tras ellos caminaba Kamek, quien estaba mas interesado en el chisme que en la salud del humano realmente.

      –¿Por qué te dormiste ahí?, no entiendo, el suelo no es un lugar cómodo para descansar, si querías podrías haberme pedido y te hacía una cama– interrogó curioso el koopa, a sus ojos el humano resultaba algo fascinante, nunca había tenido la oportunidad de tener uno tan cerca, ademas sabía perfectamente que en cualquier momento su amo se aburriría y le dejaría experimentar magia sobre él sin importar que todo acabase con un cuerpo sin vida y una investigación inconclusa. 

      –Supongo que estoy cansado– respondió el menor sin fuerzas para luchar en contra de que se lo llevaran, muy al contrario, estaba realmente cómodo siendo acarreado en contra de su voluntad, otra cosa en su lista de deseos secretos se había cumplido; la de que un hombre de grandes músculos lo cargara. –Necesito agua, agua por favor– pidió amablemente, apoyando su mejilla en el cuerpo ajeno. –Agua y un plato de pasta, es lo único que pido antes de morir– dramatizó teatralmente, recibiendo suaves risas como respuesta, aquel comentario resultó gracioso para Bowser, quien sin ningún tipo de cuidado lo dejo caer sobre una mesa.

      –No seas patético, no puedes morir aun– afirmó tomando una jarra con agua para derramarla sobre la cara ajena. –Si quieres mas, solo debes pedir– rió burlesco, contagiando de risa al otro koopa que los acompañaba, provocando de esta forma que Luigi se ahogara y comenzara a toser violentamente por haber respirado el liquido. –Ahora, abre la boca– ordenó usando sus garras para sostener y presionar las mejillas ajenas, tomando un champiñón color verde que flotaba a su lado gracias a la magia de su secuaz, para de esta forma ponerlo en su boca a la fuerza. –Aunque solo seas un chico, para mi tienes mucho que ofrecer y es por eso que te mantendré vivo, aunque sea yo mismo quien deba reanimarte– sentenció con una sonrisa amable, casi piadosa. –Eventualmente voy a matarte, si– hizo una pequeña pausa, –Pero quiero que Mario sea testigo de eso– agregó aquello con un tono de voz algo sádico y dejó que Luigi se terminara de tragar el hongo, en aquel mundo eso le garantizaba una vida extra y de paso permitía que todo el malestar se desvaneciera por completo.

      –Peach no te querrá jamás si sigues matando inocentes–  comentó sintiendo como la energía vital volvía a su cuerpo rápidamente, logrando entonces sentarse en la mesa, la situación en parte le recordaba a una consulta médica.

      –Pero enano verde, tú no eres inocente– afirmó riendo de forma escandalosa, como si aquel comentario hubiese sido la cúspide de una rutina de comedia. –Mejor guarda tus comentarios estúpidos e inútiles. Para tu información, ella comienza a aceptarme tal y como soy, así que cualquier cosa que digas, no me importará, es más, ya llévatelo a los calabozos, no quiero que esté deambulando por ahí– le ordenó a Kamek apuntando a Luigi con el pulgar con un gesto de desdén.

Medianoche [R18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora