No puedo oírte

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Bowser respiró profundo, las cosas no terminarían bien si se ponía violento con el otro, realmente no lograba comprender el cambio de actitud tan rotundo por parte de su consejero. –No creo que debas hablarme de esa forma. ¿Y a qué te refieres con que tienes a mi hijo?–  preguntó con algo de confusión pero intentando disimular, usando para eso su voz mas amenazante.

–Yo no creo que tú debas hablarme así a mi. Ahora mejor ve a descansar y prepárate, mañana es el gran día.– ordenó usando su magia para hacerle caminar en sentido contrario a la puerta principal. –No intentes nada estúpido, tengo a todas las tropas de mi lado.– advirtió logrando meter al rey dentro de su habitación, no sin recibir un montón de palabras altisonantes de vuelta, aquella situación le recordó al monarca sus tiempos de rebeldía adolescente.

 No alcanzó a pasar siquiera diez minutos dentro de ese lugar cuando ya había logrado escapar con total éxito, es decir, era el maldito Bowser, nadie podía contra él. Con sigilo y recorriendo los pasillos llegó al lugar donde se guardaban los elementos preparativos para boda, tales como los trajes, las flores, la princesa... 

–Peaches...– llamó el koopa con suavidad, sintiendo que perdía el aliento una vez mas al verla, incluso en ese lugar, la mujer lucía radiante y hermosa. –Peach, tienes que irte– ordenó usando su fuerza física para romper la puerta de la celda que mantenía cautiva a la princesa, entrando para tomarle firmemente del brazo y de esa forma sacarla de ahí.

–¿Qué demonios?– preguntó confundida, tironeando su propia extremidad de vuelta, mirando extrañada y totalmente enojada al otro. –¿Dónde esta Luigi? ¿Qué hiciste con él?– preguntó frunciendo el ceño.

–Peach, vete, por favor– ordenó con algo de angustia en su mirada, confundiendo a la rubia.

–No, no me iré sin Luigi– respondió autoritaria, sin entender el repentino cambio de planes. –No me digas que te lo comiste y ahora te sientes tan culpable que me liberas– comentó algo horrorizada.

–Estoy hablando en serio– gruñó tomándola por la cintura con firmeza para acarrearla fuera de ese cuarto, resoplando fuertemente cuando la rubia intento rehusarse. –Cállate– ordenó en un susurro fuerte. –Si quieres salir de aquí con vida entonces cállate– ordenó en el mismo tono, logrando calmar a la chica, quien solo entonces comprendió que no probablemente estaba mintiendo y llevándola a alguna trampa. El mayor caminó en silencio con la mujer en sus brazos, usando los pasillos mas cercanos a la salida, al menos con ella fuera, tendría una carga mental menos. Todo marchaba relativamente bien hasta que se encontró de frente con un trio de soldados, quienes lo miraron de forma amenazante por unos segundos antes de hacer un saludo militar, dejó con cuidado a la princesa en el suelo, preguntando a quién servían para decidir si podía contar con ellos o debía rostizarlos de inmediato. La respuesta fue positiva hacia él, es por ello que sin pensarlo demasiado, dejó a dos en el castillo con la orden de fingir obedecer al otro hasta su regreso, él llevaría a la princesa de vuelta a su respectivo palacio junto con uno de sus soldados para ayudarla a protegerse, sentía que de alguna forma se lo debía, a fin de cuentas, fue quien la secuestró en primer lugar.

–Entonces, dices que no sabes donde esta– afirmó la princesa sintiéndose un poco incómoda de tener que caminar con el rey koopa sin algún aliado cerca, mirando con recelo al soldado que los escoltaba.

–¿Eres sorda? ¿O tengo que gritarte para que escuches?– preguntó irritado, sorprendiendo a la princesa, quien soltó un quejido de indignación, mirándole lateralmente de pies a cabeza.

–¿Debo recordarte que literalmente me obligaste a decir que me casaría contigo?– preguntó un poco a la defensiva. –¿Y que además, aun no has soltado a mi gente?–  agregó deteniendo el paso. –No actúes como el gran salvador, para comenzar, tú fuiste quien nos metió a todos en esto– acusó con firmeza.

Medianoche [R18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora