Prólogo

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Lloraba desconsoladamente viendo como la unica persona a la que queria se la estaban comiendo los gusanos.

La gente me tocaba el hombro y me acompañaba en el sufrimiento, pero de que coño me servía eso, yo no queria que me acompañaran en el sufrimiento.

Yo queria que ella volviese. Que volviese y me sonriera con un cigarro en la mano a las 7 de la mañana.

- Amor... Lo siento por lo de tu madre... Ha pasado tan rapido - Maldecí a mis adentros al escuchar la voz de Pedro.

Me levanté con los ojos rojos y llenos de lagrimas que no cesaban.

- ¡No te atrevas a llamarme amor! ¡Tu y yo no somos nada y nunca lo vamos a ser! ¡¿No te das cuenta de que me la pelas?! ¡Hasta en el puto funeral de mi madre vienes a tocarme el coño, dejame en paz!

Me levanté empujando a todo el mundo para irme a mi casa, mi ahora casa solitaria y llena de lagrimas.

Corrí hasta la habitación de mi madre tirandome en la cama llorando en esta hasta que de tanto llorar me quede dormida.

Pero antes de entrar en un profundo sueño el timbre resonó en mis oídos haciendome maldecir.

Los ojos los tenia hinchados y llenos de legañas.

Abrí la puerta viendo a dos personas con esposas.

Ni siquiera me inmute ya que al vivir en Republica Dominicana no me era sorprendente ver a dos chicos con esposas.

- Buenas tardes señorita, tendrá que acompañarnos - Uno de ellos me cogió y me esposo.

Ni siquiera tenia ganas de pelear, asi que deje esposarme y llevarme a saber donde.

𝑇𝑎𝑛 𝐽𝑜𝑑𝑖𝑑𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝐻𝑜𝑟𝑚𝑜𝑛𝑎𝑙𝑒𝑠... || 𝑻𝒐𝒎 𝑲𝒂𝒖𝒍𝒊𝒕𝒛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora