019

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Me levante de la cama a duras penas pues me sentía mal. Me gire de la cama buscando entre la mesilla de noche un termómetro el cual encontré.

Me lo puse y en unos minutos ya estaba pitando. Me lo saqué y lo mire.

38,7

Cerré los ojos tapándome hasta la cabeza con la manta. Mi teléfono empezó a sonar.

Miles de notificaciones me llegaban de toda la gente que le estaba gustando mi canción.

Una llamada entrante apareció en la pantalla de mi teléfono.

Era mi manager, Steve.

- Dime

- Uy, vaya voz de enferma, ¿Estas bien? - Me preguntó preocupado.

- Tengo 38,7 de fiebre, muy bien no estoy

- Ay nenita, recuperate pronto, un entrevistador me pide que le concedas una entrevista, ¿Te parece bien? - Me quedé pensativa.

Creo que ya iba siendo hora de ir a una entrevista.

- ¿Cuando es?

- La semana que viene el día 17, ¿Te parece bien? - Asentí como una boba ya que claramente no me podía ver.

- Claro, el 17 seguimos hablando, ahora quiero descansar

- Claro que si nenita, recuperate - Y entonces me colgó.

Dejé el teléfono al otro lado de mi cama y me tapé hasta arriba con la manta y entonces tocaron el timbre.

- ¡Joder! ¡Cuando estoy enferma es cuando mas me necesitan! - Grité harta de todo.

Me levanté y con la manta enrollada por todo el cuerpo y cabeza fui a abrir la puerta.

- ¡Voy! - Abrí la puerta y vi a alguien el cual tenía que hablar seriamente.

- Amor, ¿Como estas? - Elies entro sin siquiera preguntarme.

- Elies... - Me puso el dedo índice en la boca diciéndome que me calle.

- Te veo enferma, ¿Que te pasa? - Me preguntó mirándome con cara de pena.

- Elies, tengo que hablar contigo - Me aparté de él.

Este me miro con algo de miedo.

- ¿Que pasa? Me das miedo - Me mordí el labio.

- Yo... - Suspiré del miedo que sentía - Quiero dejarlo Elies - Entonces los ojos de Elies cambiaron de miedo a enfado.

- ¿Como? - Apretaba los puños.

- Tranquilízate por favor, no... - No me dejó acabar pues me dio un puñetazo en la nariz la cual acabó sangrando.

Yo gritaba de dolor en el suelo, pero Elies no paraba, me seguía dando patadas e insultándome repetidas veces. Lo único que podía hacer era llorar y desear que no me matase.

Una de sus patadas acabó en mi pierna izquierda haciendo que los cortes recientes empezasen a sangrar llenando el suelo de sangre.

De un momento para otro dejé de sentir golpes y sentí como la puerta se cerraba de un portazo.

Se había ido.

Sentía las orejas tapadas y mi cara llena de sangre. Me levanté como pude hasta llegar a mi habitación y agarrar el teléfono y llamar a Tom.

Busqué su número y al querer llamarlo me salió que me tenía bloqueada.

- ¡Joder! - Tiré el móvil hacia la pared y este se rompió en mil pedazos.

Empecé a llorar, me levanté y caminé hacia el baño quejándome de dolor.

Me miré al espejo y lo único que podía ver en mis ojos era sangre y lágrimas. Tenía la nariz llena de sangre y los ojos algo hinchados. Me levanté la camiseta y en la parte de las costillas había varios hematomas.

Me resbalé por la pared del baño hasta acabar sentada al suelo con mil lágrimas que no cesaban y las manos llenas de sangre de aguantarme las heridas de la pierna.

En ese momento solo deseaba estar muerta.

(...)

𝑇𝑎𝑛 𝐽𝑜𝑑𝑖𝑑𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝐻𝑜𝑟𝑚𝑜𝑛𝑎𝑙𝑒𝑠... || 𝑻𝒐𝒎 𝑲𝒂𝒖𝒍𝒊𝒕𝒛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora