Capítulo 2

9 1 0
                                    

A penas el sol había salido cuando un estruendoso ruido de cristalesrotos despertó a Séfora de un apacible sueño. Había soñado que seencontraba con sus padres y estaba disfrutando de estar con ellos en unaescena de una película en la playa, como si fuera un montaje cuandomás ruidos proveniente ahora de su puerta hizo que se alarmara, porlo que se incorporó aún medio dormida. Se acercó a la puerta para verqué pasaba, normalmente sus abuelos no eran personas madrugadorasy menos para hacer reformas en casa.


Cuando fue a abrir la puerta del dormitorio esta se abrió de golpehaciendo que ella se tambalease hacia la persona que había abierto lapuerta, la cual la empujó ligeramente hacia dentro de la habitación ycerró la puerta. Un chico mucho más alto que ella, con una mascarillanegra tapando su boca la miraba con ojos serios.


Sus ojos eran rasgados, bastante además. Eran marrón oscuro yen ese momento estaba analizando la habitación al completo. A penashabían pasado unos segundos cuando el muchacho se dio cuenta queSéfora iba a gritar y se lanzó hacia ella para tapar su boca con una manoenguantada. Su pelo se movió tapando un poco sus ojos y pudo verle decerca, lo llevaba agarrado en una coleta baja a la altura de la nuca.


– No digas nada, no grites, no hables, no te muevas – Dijo en unespañol bastante malo, se notaba que no era su idioma natal. A pesarde la advertencia tuvo que hacer fuerza en agarrar el brazo de la chicacon la otra mano, ya que se removió en el sitio tratando de zafarse delintruso – Quédate quieta.


El muchacho miró por encima de su hombro hacia la puerta yse escuchó un ruido muy fuerte que venía del pasillo. Séfora intentógritar pensando que sus abuelos la estaban buscando, pero el chico solola mantenía contra su cuerpo con la boca cubierta para que no hicieseningún tipo de sonido.


– Séfora no me lo pongas difícil.


La aludida abrió mucho los ojos mirando al desconocido conauténtico pavor. ¿Por qué conocía su nombre? Ella no lo había vistonunca, así que comenzó a temblar de miedo, aquella persona la conocíay parecía que iba a secuestrarla. Mil cosas se le pasaron por la cabezamientras trataba de recuperar el control de su cuerpo bloqueado. Notenía nada de valor que ofrecerle, al menos en su dormitorio, tal vez suabuela si tuviera algo de valor, pero estaba convencida que preferiríaperder de vista a su nieta no querida que a sus joyas o reliquias defamilia.


El jaleo al otro lado de la puerta había parado y el muchacho soltóun resoplido, buscó una manera de bloquear la puerta y miró a la chicaasustada a los ojos.


– No grites, tu vida depende de que no hagas ningún ruido ahoramismo – La mirada del chico penetró sus ojos y Séfora asintió con lacabeza. Estaba completamente bloqueada y la voz no le salía del pecho– Mete en una mochila lo más importante que tengas.


– Que...


– Ropa, tu cartera, lo que tengas a mano, no vas a volver aquí – Elchico notó el terror en su mirada y soltó un suspiro – No es un secuestro,estoy salvando tu vida. Y lo más importante, no te lleves ningún aparatoelectrónico.


Con agilidad bloqueó la puerta con la cómoda del Ikea que había allado, parecía en sus brazos que no pesara nada y aquello le sorprendióporque se notaba que el chico estaba delgado más que musculoso, o almenos eso se dejaba ver con la ropa negra que llevaba puesta.

Dead EndDonde viven las historias. Descúbrelo ahora