Al final, se llaman niños perdidos por algo.
Salimos del árbol, y llegamos a donde comencé, en un círculo de troncos alrededor de un círculo de piedras, con cenizas. Todos los niños perdidos que no estaban en la carpa estaban ahí, poniendo palos en el círculo de piedra.
-¿Esto es lo que me querías enseñar? Flipo, es lo mejor que he visto en mi vida-digo sarcástica
-Oh, esto no es lo que te queríamos enseñar, es lo que viene en unos momentos-me responde James.
-¿Por qué tengo la sensación de que tiene algo que ver con Peter?
-¿Alguien me llamó?-aparece Peter de la nada, como es normal en él. Con esta aparición, todos los niños lo aplauden, como es normal.
-La verdad es que solo te he mencionado, mis ganas de verte están en números negativos-murmuro por lo bajo de modo que nadie me puede escuchar. Aunque creo que no he de aclarar el claro disgusto y desprecio con el que va cargado la oración.
Peter saca una flauta de pan, bastante irónico ya que se llama Peter Pan, y se pone a tocar una melodía hipnótica. Todos los niños bailan, como si estuvieran hechizados, muchos tocan instrumentos improvisados sin ton ni son; el resto, solo bailan mientras que Peter tan solo disfruta de ver a todo el campamento tan sumiso ante él. Yo, que no quería darle el gusto de verme controlado por él, simplemente disfruto de la hermosa melodía, melancólica, que me llena por dentro, pese a lo solitaria que suena.
Me recuerda mucho a la historia del flautista de Hamelin (un pueblo de Alemania). En este pueblo próspero, un día le invade una plaga de ratas, que amenaza con arruinar sus cosechas. Para remediarlo, el alcalde ofrece una recompensa de una bolsa de monedas a quien se pueda deshacer de la plaga. Un día, aparece un chico que, tocando la flauta, se lleva a la plaga hacia el bosque. Claro, con las cosechas salvadas, el pueblo no tardó en comenzar a festejar, sin esperar que el flautista apareciera a reclamar su recompensa. Cuando reclama la recompensa, el alcalde ofendido le responde que no le iba a pagarle tanto por tan solo tocar la flauta. El flautista, indignado vuelve a tocar la flauta, pero esta vez en vez de llevarse a los ratones, se lleva a los niños. Claro que nadie sabe como acabaron los niños,
-¿En que tanto piensas?-interrumpe mis pensamientos una voz masculina, que acostumbra a hacer eso una y otra vez.
-En ti-respondo sin pensar. Lo miro, y este alza una ceja, y una sonrisa divertida se dibuja sobre su rostro y al mío se me sube toda la sangre.
-Se que soy muy guapo, pero estar todo el rato pensado en mi halaga-suelta, la mar de relajado. En ese momento me doy cuenta de lo que he dicho, y desvío la mirada.
-No te confundas, es que me recuerdes al flautista de Hamelin, que por venganza se lleva a todos los niños del pueblo.
-¿Quién ha dicho que no lo sea?-me dice totalmente divertido.
-¿A caso lo eres?-le respondo, para mirarlo a sus ojos esmeraldas, fijos en mi.
-Puede-dice llevándose sus manos a la nuca y ensanchando los brazos, en un gesto despreocupado-¿a caso es justo no cumplir una promesa?
-Al flautista no lo hace mucho mejor que el alcalde llevese a todos los niños.
-Esos niños no eran queridos en sus casas, eran maltratados, y tenían que trabajar de sol a sol, no había tiempo para jugar-me dice Peter furioso e indignado.
-Entonces eres el flautista.
-Nunca dije que no lo fuera.
-En todo caso ya cumplí mi misión.
-¿Cuál?-me preguntó intrigado.
-Averiguar más sobre ti. Flautista de Hamelín. Por cierto, antes ha dicho que no eran queridos en sus casas ¿es por eso que escuchaban tu música? ¿solo escuchan la música los que no son queridos en casa?
-Solo escuchan mi melodía aquellos que se sintieron perdidos, sin rumbo fijo. Por algo los llamo llamo niños perdidos. La melodía trata de llenar el vacío en su interior, aunque eso tu ya lo sabes ¿no es así?
-Si no estuviera perdida, ¿estaría aquí?-desvío mi mirada hacia el fuego, que frecuentemente está tapado por algún niño perdido que me tapa la vista.
-Si no estuvieras perdida, estarías con tu familia, probablemente cenando, y hablando sobre madurar y cosas de adultos, ¿eso es lo que quieres?
-No, quiero estar aquí, puede que no exactamente en mis condiciones, pero en la isla me siento en paz-digo sin sarcasmo alguno, y vuelvo a mirar a Peter, que me mira sorprendido.
-Sin embargo eso no es lo que piensas-me dice, comprendiendo.
-Me gustaría estar con mis amigas, en la sala de música, haciendo alguna clase de trastada, o tratando de componer algo sin sentido alguno, mientras nos tomamos unos vasos de leche robados de la cocina, y celebrando que me he graduado. Pero ambos sabemos que eso no va a ser posible. Porque también sabemos, que aunque hubiera ganado, estaría en esta isla.
-Bueno, tal vez si las cosas fueran distintas estarían bailando y gritando con los niños perdidos-se le dibuja una sonrisa no muy buena en la cara-, o gritando debajo de-
-Ni se te ocurra continuar esa frase Peter Pan, ni en tus mejores sueños.
-Este es el país de los sueños, todo es posible-dice, e iba a responderle, pero se hizo la flauta a los labios y se pone a tocar la flauta, dejándome con las palabras en la boca.
Ahora si me dejo llevar, pero no bailo, solo tatareo la triste melodía, sintiendo el pulso de esta.
-Cantas bien-dice Peter, dejando de tocar la flauta.
-Voy a clases de música desde los tres, algo de música sé.
-¿Alguna canción con letra?
-Hay una canción que he estado maquinando desde que llegué al campamento. Pero no la he terminado, de hecho solo fragmentos sueltos.
-Cántamela-le miro, y después a los niños perdidos, como diciendo "ni de coña".
-Tranquila, están demasiado concentrados en su baile como para escucharte.
Suspiro con pesadez, y cojo aire, para cantarle una pequeña parte de la canción.
-Then the universe aligned
With what I had in mind
Who knew there was a life
Behind those four pink walls?
Peter aplaude ligeramente, dándome a entender que le ha gustado mi canción.
-Prométeme, que cuando la termine, voy a ser el primero en escucharla.
-¿Debería prometerte algo? No quiero que me pase nada, Flautista de Hamelin.
-No te lo debería haber dicho que soy el flautista de Hamelin.
-Craso error-le respondo entretenida.
-¿Puedo hacerte una pregunta?
-Ya la has hecho.
-Otra-dice, yo asiento, para darle a entender que me puede preguntar otra cosa-¿por qué hace nada te mostraste defensiva y ahora estás tan agradable?
-Te podría decir lo mismo, es algo que me pasa desde pequeña. Cuando estoy en un ambiente agradable, me siento cómoda o en confianza estoy agradable, feliz y cariñosa; pero si estoy incómoda o me siento amenazada, me vuelvo arisca y agresividad, y no le puedo poner remedio.
-Como si tuvieran dos lados-dice, comprendiendo.
-Es difícil decir cuando empieza y cuando acaba, pero hubo una vez que en cabreé muchísimo y humillé tremendamente a un chaval, ahora me da pena y todo.
-Aquí nadie te puede dar pena, o cazas o eres cazado.
-¿Por qué será que me lo esperaba?
-¿Tan evidentes somos?
-No, de primeras parece un lugar feliz, pero me mataste con lo de "se puede hacer uso de la violencia".
-¿Qué diversión tendía eso?
-Suficiente, así juegan los niños pequeños.
-Pequeños, hay que darle emoción a la cosa.
-Ya bueno, tú toca la flauta que se te da bien.
-Si quieres tocar mi...-lo callo poniendo mi mano en su boca.
-Es un momento bonito y emotivo, no lo arruines con tus con tus comentarios y haz lo que mejor se te da y toca la flauta.
Retiro el dedo de su boca y me mira enfadado.
-Tú-me señala con su dedo índice poniéndolo en mi pecho-a mi-se señala-no me das órdenes, creo que había quedado claro que aquí el rey soy yo.
Ruedo los ojos fastidiada y le vuelvo a mirar.
-Vale, pues no lo tomes como una orden, simplemente como una petición.
Creo que acepta finalmente mi petición, porque empieza a tocar la flauta, y yo simplemente cierro los ojos y me dejo llevar por la melodía.
Realmente no sé en qué momento me quedé dormida, pero lo que me sorprendió fue que no me desperté en el suelo, estaba en una habitación grande, y cuando abro los ojos veo a...
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Diarios de una niña perdida. (Peter Pan ouat)
Fiksi PenggemarCaminaba tranquila por mi habitación, cuando noté que había un tablón un poco salido, y que sonaba hueco. Me senté, y comencé a darle golpes con mis nudillos, hasta que detecté el espacio hueco. Me apresuré a sacar esos dos tablones sueltos, y vi aq...