Capítulo 15.

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Diario de una niña perdida. Por una chica muy inteligente (alias rizos).

Dedicatoria:
Para todas aquellas niñas que me sucedan, aquellas que alguna vez le susurraron al aire frío y nocturno, mirando a las estrellas, rezando ser libres de su tortura, pensando que no habría peor destino que ese, hasta que llegaron a este infierno de isla.
(Si lees esto y no piensas como yo, por favor, solo pido que dejes lo donde estaba y te vayas por donde viniste, este libro no está hecho para ti).

 (Si lees esto y no piensas como yo, por favor, solo pido que dejes lo donde estaba y te vayas por donde viniste, este libro no está hecho para ti)

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Me despierto cuando un irritante pájaro, puto pájaro, comienza a piar como si no hubiera mañana.
Simplemente me levanto de la cama, agarro al pájaro antes de que se ponga a volar y lo tiro hacia la isla.
-Puto pájaro, si te vuelvo a encontrar serás mi cena-murmuro enfadada.
Me quito el camisón con y me pongo lo de ayer en la fogata.
Una vez me lo pongo todo, miro mi peculiar anillo. Es bonito, en otra época lo hubiese llevado con la cabeza alta, y bien orgullosa por las bulliciosas y sucias calles de la ciudad.
Salgo de mi habitación, y entro en la de Álex para ver si está despierto. 
Abro la puerta repentinamente, para que se escuche.
-Como no seas Sofía te voy a tirar un ladrillo a la cabeza-escucho la voz de Álex, que está de espaldas.
-Tranquilo, relaja la raja chaval, que soy Sofi.
-Es verdad, si ahora hablas-se recuerda a sí mismo.
-Claro, como para olvidar que ayer le corté la lengua a un chaval, que por eso se murió y que probablemente medio campamento me odie y la otra mitad no lo haga por miedo. Yo y mi vida social-bromeo, aunque mis palabras pesan mucho más de lo que me gustaría en mi corazón. Es cierto, se portó como un capullo integral, ¿pero se merecía morir por eso? ¿Realmente era necesario matarlo? No, vivir es un derecho que tenemos todos, hasta los más gilipollas y solo la muerte, cruel, solitaria y silenciosa tiene derecho a segar las vidas de las personas con su guadaña, nadie más.
-No digas eso-dice una voz a mis espaldas James-, siempre nos vas a tener para pegarles una paliza al primero que te diga algo.
-¿Como ayer?-pregunto sarcástica.
-Oye, yo te defendí-James se indigna.
-Es verdad, es verdad pido una disculpa. Aquí el traidor eres tú Félix-le señalo.
-Ya bueno, eso de hacer de niñera no va conmigo-se burla sutilmente.
Mínimo hacer de amigo. Joder, amigos. Mis amigas en el orfanato eran formidables sin duda, pero jamas me defendieron como lo ha hecho Félix, solo en algunos momentos, pero aún siendo una muda, gruñona y loca, siempre estuvieron a mi lado. Sin embargo, nunca me sentiré plena aquí, sabiendo que mi sueño de trabajar, de ser una inventora escrita en libros de historia, de ser un ídolo para las niñas pequeñas que soñaban con cambiar el mundo. ¿Algún día podría serlo?
-Habrá un momento, en el que pidas mi ayuda a gritos, y yo te recordaré este momento-le trato de amenazar.
-Todos sabemos que mañana se te olvidará-se mofa Alex.
-Mira, pues me lo voy a apuntar en una hoja de papel, para que no se me olvide.
Después de eso, comenzamos a bajar al desayuno, donde o me miran mal o evitan mi mirada.
Trato con todas mis fuerzas de ignorarlos, y sentarme frente a Alex como siempre. Esta sensación, la odio. Me recuerda a esos momentos en los que me encontraba en el orfanato.
-Venga bruja, ¿hoy no tienes nada que decirnos?
El niño me cogía del pelo, que tenía recogido en una trenza. Me pega otra vez en la cara y el impacto duele más. Veía a mis amigas, desesperada, pero ellas rehuían mi mirada, simplemente fingían no verme.
Me cogían del tobillo y me arrastraba por los sucios pasillos, que hacía días que no se lavaban.
Al final me acabaron metiendo en una pequeña sala, llena de ratas miraras por dónde miraras y por un momento sentí como la bilis me subía por la garganta.
-¡A ver si viene tu gato negro a rescatarte de las ratas bruja!
Escuchaba las risas de la gente fuera, y yo solo sentía las ratas moverse por toda la estancia. Me pegué a la puerta, con la cara empapada de lágrimas, pegándole golpetazos a la puerta y gritando palabras que más tarde el viento se llevaría, palabras que jamas serían escuchadas y sollozos que nunca fueron consolados.
-Si las miradas mataran, tú ya estarías enterrada-dice Álex, con sorna, sacándome de mi ensoñación.
-Júramelo-digo sarcástica.
Bae se sienta a mi lado, y yo le miro sonriente.
-¡Hola! ¿Qué tal?
El chico mira a ambos lados, buscado algo, y después me mira.
-¿Me dices a mi?-pregunta desconcertado.
-¿A quien más?-me rio un poco. Este chico es gracioso, es algo tímido para ser de aquí.
-No se, literalmente has sido el tema de conversación en mi cuarto, no me esperaba que me hablases.
-Me resulta raro, se que despunto, pero es que que hablen tanto de mi me agobia.
-Si Sofi-interviene James-, sigue fantaseando de que hablan de ti, en realidad te están llamando puta. Asúmelo.
-Gilipollas-murmuro.
-Subnormal-me responde.
-Rascacielos
-Enano de jardin.
-Inútil.
-Me cago en tu Puta madre.
-¿Qué dices James?-le pregunto-Si ninguno de los dos tiene madre gilipollas.
-Te iba a decir que te faltan dos neuronas, pero es que si no te quedas sin neuronas directamente-me dice.
-¿Sabes que es una neurona? James cada día me impresionas más.
-No soy tan inútil como tú.
-Pedazo de cabeza almendra.
-Sofía, ahí me has tocado la fibra sensible-dice llevándose una mano al pecho, siendo sarcástico.
-¿Pelo zanahoria es mejor?
-Ni se te ocurra-dice enfadado.
-Zanahorio.
-¿Qué es zanahorio?-interrumpe Alex.
-Como zanahoria pero en género masculino.
-Tú y tus inventos.
Peter hace su gran aparición, junto con un apetitoso desayuno.
Cojo el tenedor, probablemente sea la única que lo hace, y agarro un huevo y un trozo de pan.
¿De donde sacará Peter todo esto? Es lo único que no cazamos, y son elementos de granja.
Sonrío un poco con la graciosa imagen en la mente de Peter, Peter Pan, con una camisa, un mono, unas botas y un gorro de granjero ordeñando a una vaca.
Comienzo a comer el huevo, cuando alguien me interrumpe.
-¿De donde has sacado ese anillo?-pregunta Alex.
-Me lo dio Peter.
-¿Como que te lo dio Pan? ¿Sabes lo que significa un anillo así en ese dedo?
-Sí, pero él no, supongo que lo haría sin saberlo.
-Pan lo sabe todo, lo habrá hecho  adrede.
-¿Qué habíamos dicho de tu idioma extraño rizos?-pongo una sonrisa nerviosa, para mirar a Peter inocente.
-Perdón. Se me había olvidado.
-Por el bien de tu voz, más te vale no hablarlo frente a mi-amenaza.
-Sí señor-digo alegre.
-Luego me lo cuentas-dice Álex.
-Trato.
Termino de comer el desayuno rápidamente, ya que me siempre me despierto con un hambre descomunal y siempre desayuno fuerte.
-¡Venga pandilla de mocosos a entrenar!-ordena Peter, con su habitual tono amable y jovial.
Me levanto, y me dirijo hacia la salida, junto ha Félix, James y Alex.
-¿Qué tal si hoy nos desviamos de la ruta?-el tono travieso de James me preocupa, ¿nos hará nadar entre cocodrilos?
-¿Qué clase de desvío James? Es imposible que algo de ti sea seguro-suelto una risa ante el comentario de Félix.
-Es que el recorrido es siempre igual, selva y animales aburridos. En él río en vez de girar, seguimos hacia abajo, damos una vuelta, y volvemos.
-¿No será peligroso?-pregunta Álex preocupado.
-No creo, hace siglos que no aparecen piratas Álex-le resta importación Félix.
-Estoy de acuerdo con ambos, no creo que pasa nada, pero con armas, ya sabéis, una daga, un arco, estaremos más seguros al cien por cien-sugiero.
-Mmmm, supongo que si. Que aburrida-dice James.
-Bueno, vayamos a por las armas-dice Félix.
Caminamos hasta una cabaña, llena de armas de todo tipo. Las de combate y las de entrenamiento.
Yo pillo ambas espadas, algo viejas, después una daga para ponerla en mi bota.
Alex coge su arco y James y Félix una espada, aunque la de James algo más pequeña y ligera.
Sería interesante tener un encuentro con Garfio de nuevo, y con los chicos...seguro que es interesante.
Llegamos hacia el grupo, que ya había comenzado a marcha.
He de aclarar, que todos sabíamos que más que correr íbamos a pasear por la playa.
-Venga pedazo de vagos, corremos hasta la playa-digo.
-No lo vamos a hacer-me desafía James, a lo que me giro, y lo miro fijamente.
-Lo harás-digo acercándome, desenvainado mi espada pequeña-porque si no voy a clavártela-le digo desafiante, con la punta de la daga junto a su brazo derecho, el de combate.
No le voy a clavar la daga, pero mi mirada dice lo contrario.
-A correr se ha dicho-rectifica James, nervioso.
Vuelvo a envainar mi espada en el cinturón sonriente, y comenzamos la carrera.
-Joder Sofía, estás loca-me giro a ver a Álex, mientras comenzamos a comer.
-Un par de años sin hablar le han afectado seriamente-añade James.
Yo simplemente retiro mi vista, y la llevo al frente viendo la hermosa maleza.
-No te iba a cortar la mano James-digo con un tono despreocupado-, casi diría que me ofende que pienses eso de mi, pero realmente alimenta un poco mi ego. Eres mi amigo, no te voy a cortar el brazo zoquete.
-Sinceramente hasta yo pensaba que le ibas a cortar la mano-me giro a ver a Félix, entre extrañada y confundida-, te recuerdo que ayer le cortaste la lengua a un chaval.
-Se hizo el listillo conmigo, no creo que necesite ser temida por todos, pero me merezco un cierto respeto. Le avisé, y no hizo caso. Fue su culpa no la mía.
-Moraleja, no te metas con locos-james habla, pero Justo entonces le meto un zape.
Será zoquete. ¿Quien me mando a juntarme con el gracioso de los niños perdidos?
-¿Por qué soy yo tú saco de boxeo?-se queja, mientras se soba el golpe que le he dado.
-Álex es demasiado débil y Félix es demasiado alto.
-¡Ey! Te he escuchado-dice Álex, ofendido.
-Mierda, debería haber nacido más alto-farfulla, y todos nos reímos.
Llegamos al río, y tiramos para abajo para llegar a la playa.
Una vez nuestras botas tocan la húmeda arena de la playa paramos de correr.
-La tierra prometida, la playa-James se tira a la tierra de espaldas.
Félix le pega una ligera patada en el lado, y James se levanta a contraatacar, pero Félix comienza a huir de él.
-Si no los seguimos, se va a armar una buena-digo, y comenzamos a ir tras ellos.
Cojo un trozo de arena húmeda, y hago una bola con ella, para tirarla contra Félix, que justo se gira y le da en toda la cara. Este me mira travieso, y yo temo por mi vida.
-No, ni se te ocurra Félix-amenazo, casi riendo.
Comienza a correr en mi dirección y yo huyo, con algún que otro grito de terror.
-Te vas a enterar Sofía-me persigue, en el momento en el que iba a dar un cambio de dirección me embiste agarrándome de la cintura y caigo al suelo.
-No vale, las piernas te miden lo que mido yo-me quejo, cruzándome de brazos.
-Es lo que tenemos la gente baja como nosotros-añade James.
Félix va hacia el mar, para lavarse la cara, y Álex aprovecha para tirarlo al agua, pero Félix le arrastra.
-¡Venga por listo!-me burlo.
Justo entonces James me coge como un saco de patatas, y me acaba soltando en el mar.
-¡Venga por lista!-fulmino a Álex con la mirada, luego le tiro agua a James.
Comenzamos una pelea de agua de todos contra todos, mientras nos reímos y corremos por la orilla huyendo de Félix.
Al final nos acabamos saliendo porque Álex casi se ahoga por gilipollas.
Me siento en una roca y me desato las botas para quitarles el agua.
-Somos gilipollas-digo mirando a Álex-¿y tu arco?
-Está aquí, no se ha mojado-se agacha y me lo enseña.
-Suerte la tuya, mis espadas y la daga están mojadas, las tendré que cambiar.
-¿Como que las vas a cambiar? No puedes conseguir otras-dice Álex, así que me rio.
-Ya veré, pero hasta entonces utilizaré esto.
Me quito las botas y después los pantalones, y los pongo sobre una roca para que se sequen.
-¡¿Qué miráis eh palurdos?!-espero cuando me miran raro, y enseguida desvían la mirada, así mucho mejor.
-¿No puedes ponerte nada encima?-Félix trata de de no levantar la vista. Que monos, cualquiera diría que no han matado una mosca, y decir que han matado a una o dos decenas de personas.
-¿No habéis visto nunca a una chica en bañador?-cuestiono divertida.
-¿No crees que es algo raro verte en ropa interior?-pregunta Álex.
-James ha ocasionado problemas embarazosos mucho peores, ¿no te acuerdas de la noche pasada?
-Eso...-para un momento James, para pensar una excusa-iba a decir que fue un accidente, pero es que no lo fue-se ríe.
-Mandó al pobre novato a MI habitación mientras me bañaba-me hago la víctima.
-Vaya sensible-farfulla James.
-Sensibles vosotros, que no me puedo quitar los pantalones-digo cruzándome de brazos.
-¡Porque eres una chica!-exclama Félix indignado- No estamos acostumbrados si quiera a tu presencia.
-Solo escucho excusas.
Ponen una cara de enfurruñados, y yo me río de ellos.
Como el sol pega fuerte a esta hora del día, mis pantalones ya se han secado lo suficiente para ponérmelos de nuevo.
Me vuelvo a poner el cinturón y seguimos caminando en línea recta.
-¿Por qué no volvemos al campamento?
-Es mejor retrasar todo lo posible la reprimenda de Pan, prefiero disfrutar un poco más sin lavar platos-me responde James despreocupado.
¿En serio? ¿No sería mejor volver directamente al campamento? La reprimenda sería menor.
Naaa, vamos a dejarnos llevar.
Caminamos por la orilla, sin dejar que el agua nos vuelva a tocar, porque volveríamos a una pelea.
Logro divisar algo sobre el agua a unos metros de distancia.
-¡Chicos! ¡Vámonos YA!
-¿Qué pasa niños? ¿Asustados?-dice una voz ronca detrás de nosotros.
Mierda.

Diarios de una niña perdida. (Peter Pan ouat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora