🚀4. El atardecer

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Me alegro de que haya dicho que si, de algún modo. No entiendo el por qué, pero sentí calidez en mi pecho.

-Oh, íbamos a ir a casa de Token. ¿Vienes? - Le ofrecí, mirando como no a sus inquietos ojos- Podría ser divertido.

El chico parecía bastante intranquilo, ¿estaría incómodo? ¿No quiere venir?

-Ehhhmm... ¿E-Estará bien si voy? No lo se, casi ni les conozco a ellos..

-Sí, está bien.

Tomamos nuestras cosas y nos dirigimos a casa de Token Black, donde nos recibieron: Token, Clyde, Red y Bebe. Después de unas pocas miradas raras llamada invitado, decidimos poner una serie llamada North Park. Menuda mierda de serie. Es de humor tan bajo, tiene tanta mala calidad... Quisiera ver...

-Red Racer, ¿po-podríamos ver esa serie? - Al pronunciar esas palabras, no sentí que me habían robado el corazón, sentí que me lo habían dado de vuelta, ahí... Puede, solo puede, que empezara a entender a Kenny. - Bueno, si está bien con ustedes..

-¡Esa es la serie favorita de Craig! Venga, Token, ponla.

-No, hay que ir a comer. Luego la podemos ver

Después de decir eso, nos retiramos a la mesa en donde comimos carne asada y después el postre. Pude notar como el rubio sentado a mi lado temblaba un poco a causa de los nervios de estar en esa casa. Creo que ellos se iban a quedar, pero ese niño se iba a quedar conmigo... A ver, no de esa forma, pero mañana teníamos que estar juntos para poder hacer los pastelitos. ¿Por que ese hecho me tenía nervioso?

Al terminar de comer, bebí un poco más de agua y fui al baño. Hice lo que tenía que hacer y me fui de vuelta con ellos. Estuvimos viendo Red Racer, veía como Tweek estaba emocionado por esta serie. Eso me hacía feliz, era mi serie favorita. ¿Por que me hacía feliz? En otro momento no me hubiera importado, pero este chico... Me hacía no ser yo. Dejé caer un suspiro y miré la hora.

-Tweek, deberíamos de irnos ya. - Tweek aceptó y nos retiramos. De camino a casa, encontramos una tienda, donde decidimos comprarnos para cenar unos durum-

Íbamos caminando el uno junto al otro, sin decir nada pero comentando todo, cuando al darme la vuelta, me percaté de que estaba atardeciendo. Sin decir nada, lo tomé por la muñeca y nos acerqué a una playa a unos pocos metros, nos sentamos en la arena solo mirando al atardecer, el uno junto al otro. Cuando mi gorro cayó debido a una mala posición. Ese niño rubio, sin decir nada, lo tomó y se lo puso.

Pude notar sus TICs y sus temblores desapareciendo, pude ver cómo este chico estaba tranquilo de verdad. Coloqué mi mano en su cabeza, exactamente, encima de mi gorro.

No, esto no está bien. Yo soy un hombre hetero, no pienso desviarme. En ese momento, quité mi mano y me alejé unos centímetros de el. Recogí mi gorro de su cabeza y lo coloqué en la mía. En cuanto el sol desapareció, nos levantamos y los dos fuimos hacía mi casa, esta vez más separados que antes. Saqué de mi bolsillo un cigarrillo y me dispuse a encenderlo. Lo apague rápidamente, ya que podía sentir esa mirada de desaparición incluso sin mirar.

-Bueno, tenemos que pasar por mi casa, mañana a primera hora estaré en la tuya. - Le hice caso, era lo mejor para mí-

Al llegar a su casa, en la puerta, me empecé a replantear si realmente estaba tan mal eso. No, no lo estaba. Lo abracé por las caderas, en forma de una cálida despedida. Nos abrazamos durante unos segundos, hasta que yo coloqué mi mano en su mandíbula, insinuandole mis intenciones. El niño rubio, aún que pareció disfrutar el abrazo, quitó la cabeza al momento, se despidió y entró a su casa.

¿Me acababan de rechazar un beso? ¿A mi? De repente, sentí este dolor en el pecho que no sentía desde hace en realidad, mucho tiempo. Un dolor que no me había permitido sentir, un dolor que para mí estaba prohibido. Ya estaba cerca de mi casa, en cuanto más pensaba, de repente me di cuenta de que había algo en mi boca, algo ácido y grumoso... Era vómito, eché mi cuerpo hacía el lado para no manchar mi ropa. Al momento tapé mi boca y traté de quitarlo de alrededor de las comisuras de mis labios. Seguí caminando a mi casa, hasta llegar.

Al entrar, me fume un cigarro, tomé una ducha y me preparé para irme a la cama. Hoy sería solo una vez, de verdad. Antes de salir del baño, pude escuchar a mi padre gritando, sin ser una novedad. Miré mi cuerpo en el espejo, no era suficiente. Encendí el grifo y me acerqué al retrete, dejando todo fluir, haciéndome sentir bien de verdad. Apague el grifo y fui a mi habitación. Me recosté en mi cama... Olía igual que el, tenía ese olor a café impregnado... Pero al olerlo no sentía nada, solo ese puñetazo en el pecho también.

Pobre Diablo [Creek]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora