7.0.- Anestesia

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Sentía sus extremidades débiles. Colgando del vacío que los brazos que le cargaban no podían llenar. Su visión borrosa, sus párpados pesados. El cansancio le llenaba. Ya había luchado demasiado, y había perdido. Estaba medio inconsciente, por no decir que estaba cerca de obtener un adelanto breve de lo que es morir antes de quedarse dormido. Su mente ya se había rendido. Se había resignado. Sabía que su momento llegó y que quizás debió luchar con más fuerza. Su peso cayó como una pluma delicada sobre una dura superficie, pero que a la vez era lo suficientemente blanda como para percibir que no era el suelo donde lo han dejado antes de cerrar los ojos, pero no tenía las ganas que le dejarían saber sobre lo que yacía su cuerpo. Estaba oscuro. Un ambiente amarillento y grisáceo, frío y turbulento, iluminado con el más solitario foco viejo que colgaba del techo. No fue capaz de ver más. O de oír más. Su vista estaba nublada, su cuerpo exhausto. Pero en su perseverancia, pudo logrado distinguir a más de tres personas en dondequiera que él se encontraba, a su alrededor. Solo que su energía solo fue suficiente para ello, no era capaz de esperar a que su vista se recargue y cuando menos le convino, el sueño se apoderó de él.

Lo último que logró escuchar, es una voz conocida. Furiosa. Que pretendía arremeter contra el agresor. Un par de choques. Y una puerta cerrándose, increíblemente pesada y oxidada. Él ya no sintió las horas que le pasaron encima cuando sus ojos estuvieron cerrados y no estuvo soñando nada en particular. Algunos de los presentes estaban angustiados. Otros, esperando algo más. Existía un olor nauseabundo en el lugar. En las paredes. En la ropa. En ellos. Era un olor cercano a la muerte, podrían decir, asemejando la experiencia desafortunada de la tortura constante inspirada por puro placer y desquicio. Era una mezcla entre la suciedad natural de sí mismos, el polvo y la humedad acumulados y la sangre seca en su ropa y paredes. Era desagradable solo poner un pie ahí. Casi habían olvidado lo que es el aire puro.

Y el tiempo siguió corriendo. La última vez que respiró aire fresco, Finn recordaba que estaba disfrutando la pacífica luz del día. Y ahora había despertado, desorientado y con punzadas en la cabeza una vez que se había levantado recordando lo último que vio antes de quedarse dormido. Logró ver por el rabillo del ojo la luz que entraba por la diminuta ventana en la esquina de lo que sea que ese lugar sea, que suponía que era un sótano. Parecía ser de mañana. Debía que creer que habían pasado solo minutos desde que el mago lo secuestró, o si no, consideraría un pecado grandioso el haber estado durmiendo tanto tiempo. Tanto que había empezado a ignorar la intimidante y amenazadora presencia de cinco chicos rodeándolo y mirándolo de arriba abajo. Lo examinaban con un cuidado tan aterrador que parecía irreal. Pensó por un segundo que es una especie de alucinación, y no le pareció tan ilógico dada la idea que lo habían drogado para llevarlo ahí.

Pero se encontraba aspirando el aire hacia sus pulmones de la impresión y sintió su corazón dar un brinco dramático. No le importó en absoluto si lo que vio era una ilusión o algo real, pero el tambaleante cuerpo medio desangrado y desnutrido lucía tan real, como su cabello azabache y su extraña sonrisa que había perdido las ganas, salvo al reencontrar a su mejor amigo. Tampoco le importó mucho si estaba adolorido. Como pudo, e ignorando los mareos y tropiezos que los tres pasos dados le dirigen hacia él, no estuvo interesado en prestar atención a las expectantes miradas de los cuatro niños restantes que le vieron enrollar sus brazos alrededor de su torso, aprisionando sus brazos y sin dejarle más opción que aceptar lo que fuera que esa muestra de afecto significara, incluso si nunca antes había sucedido de esa manera. Sus manos estaban frías y no le dejó otra opción que la extrañeza de su reacción le deje darle palmadas en la espalda, como sus fuerzas le permiten, finalmente cediendo con ligereza ante el calor inesperado del abrazo que Finn le había dado a Robin. Esta comprobación le ha asegurado que era real. Que estaba ahí, con él. Sintió un espeluznante alivio por ello. Creyó que había perdido a su mejor amigo por siempre.

The dead boys [TBP ; RINNEY/BRANCE/GRILLY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora