ᵒ̴̶̷̤22

46 12 2
                                    

Dos días pasaron desde ambos celos, uno más espantoso que otro.

No sabían como pudieron aguantar el celo lejos del otro pero lo habían logrado. Jisung, luego de su nido no volvió a sentir la necesidad de darse placer a sí mismo, se la paso muy berrinchudo con Felix; llorando cuando su omega recordaba que no poseía una marca de su alfa y era peor cuando Lee menor tenía que explicarle la razón del porqué no la portaba. Y volvía a llorar.

Con Minho fue todo lo contrario.

No recordaba cuantas veces se había tocado y corrido pensando en su omega, dejándose llevar por su calor poniendo la prenda donde tenía impregnando el aroma de Han en su nariz, creyendo que estaba con él en ese preciso momento. No podía controlar su imaginación al pensar en esa tarde donde lo encontró bailando y las veces que sus besos terminaban siendo mas salvajes.

Imaginándolo encima suyo, deseándolo de la forma más morbosa que podrían imaginar. Tocándolo por todas las partes y marcándolo como suyo, apresando esa cintura que lo volvía loco.

Ambos lobos no habían dejado que sus partes humanas regresaran en su totalidad hasta el último día del celo, o hasta que estén completamente estables para usar los supresores.

Las competencias oficialmente habían iniciado hace unos cuantos días atrás, tenían suerte que su primera competencia eran dentro de tres días.

—Ya está afuera.

El pecoso se acercó abrazar a su amigo fuertemente—. ¿Tomaste los supresores?

El rubio asintió dirigiéndose a la salida—. Sip, y llevo unos extras. Estoy mejor.

—¡Ya era hora! Se me acabaron las dos cajas pañuelos, los gastaste todos con tus mocos.

Felix rió al ver la expresión avergonzada de su amigo, sabían que los pañuelos eran por sus llantos. Luego Han se dispuso a ponerse la mascarilla y acomodarse la gorra para así salir del edificio.

Por otro lado, las cosas no fue fácil.

—¡Lee Minho, despiértate holgazán!

El azabache se removió en su cama, empotrando su cara contra la almohada gruñendo a la persona tras la puerta.

—¡Lee Minho! Si no estás bañado y cambiado en diez minutos mando a Chan para sacarte. ¡Tomate el supresor antes de bajar!

Lee se levantó a regañadientes y acató la orden; no quería que Bang lo fuera a levantar. Su cama fue volteada con el encima la última vez.

Con los pies arrastras se dispuso a bajar las escaleras ya listo, vió de espaldas a su mejor amigo y no dudo en darle un golpe en la cabeza.

—¡Hey! ¿Y eso que fue?

—Por levantarme temprano.

—Minho, son las once.

—Temprano—, caminó hacía la cocina en busca de su desayuno—.¿Y Chan?

—¿Ya estas llorando por mi? Que lindo—, chilló entrando al lugar.

Minho solo rodó los ojos sin mirarlo.— Ni que fueras Jisung.

—¿Yo que?— Minho se tensó en su lugar.

Joder, no reconocí su aroma. Pensó.

Lee ignoró olímpicamente las risas ajenas y los ojos curiosos de Han sobre él. Agarró la taza de café y se fue corriendo del lugar con un suave sonrojo.

Avergonzado por haber afirmado que solo lloraría por Jisung.

¡Hice el ridículo!

Jisung entró al estudio observando como Minho estaba de espaldas acomodando los acordes de la guitarra. Sonrió y a pasos pequeños pero rápidos se acercó para abrazarlo por detrás, pasando sus brazos al rededor de su torso y escondiendo su carita en la ancha espalda del azabache.

It all started in that Arcade. || MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora